La oración y el deseo por Dios

¿Por qué una vida de oración profunda produce gozo, mientras que una superficial no? La oración es el centro de nuestra comunión con Jesús y el radiotransmisor en la misión de amor que Dios nos dio.
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Entre los cristianos profesantes, la falta de oración produce falta de gozo. ¿Por qué? ¿Por qué una vida profunda de oración produce un gozo pleno, mientras que una vida superficial de falta de oración produce falta de gozo? En el contexto de Juan 16:24, Jesús expone al menos dos razones.

La oración es el centro neurálgico de la comunión con Cristo

Juan 16:20-22 nos presenta la primera razón que explica por qué la oración conduce al gozo. Jesús alerta a los discípulos de que se lamentarán por Su muerte, pero luego se regocijarán en Su resurrección:

En verdad les digo, que llorarán y se lamentarán, pero el mundo se alegrará; ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría. Cuando la mujer está para dar a luz, tiene aflicción, porque ha llegado su hora; pero cuando da a luz al niño, ya no se acuerda de la angustia, por la alegría de que un niño haya nacido en el mundo. Por tanto, ahora ustedes tienen también aflicción; pero Yo los veré otra vez, y su corazón se alegrará, y nadie les quitará su gozo.

Estar separados de Jesús significa tristeza. La restauración de la comunión significa gozo. Por tanto, aprendemos que ningún cristiano puede tener plenitud de gozo sin una comunión vital con Jesucristo. El conocimiento de Él no bastará. El trabajar para Él no bastará. Debemos tener una comunión personal y vital con Él, de otra manera, el cristianismo se convierte en una carga sin gozo.

 Ningún cristiano puede tener plenitud de gozo sin una comunión vital con Jesucristo. / Foto: Envato Elements

En su primera carta, Juan escribió: “nuestra comunión es con el Padre y con Su Hijo Jesucristo. Les escribimos estas cosas para que nuestro gozo sea completo” (1Jn 1:3-4). La comunión con Jesús compartida con otros es esencial para que el gozo sea completo.

La primera razón, entonces, que explica por qué la oración lleva al gozo completo es esta: la oración es el centro neurálgico de nuestra comunión con Jesús. Él no está físicamente, para que podamos verlo. Pero en oración le hablamos justo como si lo estuviera. Y en la quietud de esos tiempos sagrados, escuchamos Su Palabra y derramamos delante de Él nuestros anhelos.

Tal vez Juan 15:7 sea el mejor resumen de las dos caras de esta comunión en oración: “Si permanecen en Mí, y Mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y les será hecho”. Cuando las palabras bíblicas de Jesús permanecen en nuestra mente, escuchamos los mismísimos pensamientos del Cristo vivo, ya que Él es el mismo ayer, hoy y siempre. Y de ese escuchar profundo del corazón surge el lenguaje de la oración, que es un dulce incienso delante del trono de Dios. La vida de oración lleva a la plenitud de gozo porque la oración es el centro neurálgico de nuestra comunión vital con Jesús.

La oración es el centro neurálgico de nuestra comunión con Jesús. / Foto: Envato Elements

Jonathan Edwards narra sus primeros años para ilustrar la altura y la intensidad a la cual esta comunión se puede elevar:

Mi alma tenía un anhelo vehemente por Dios, por Cristo y por más santidad, del que mi corazón parecía estar lleno y a punto de romperse… Pasé la mayoría del tiempo pensando en las cosas divinas, año tras año; con frecuencia caminaba solo en el bosque y en lugares solitarios, para la meditación, la reflexión interior y la oración; para conversar con Dios. En esos momentos tenía la costumbre de cantar mis contemplaciones. Donde sea que estuviera, estaba casi constantemente expresando oraciones a Dios. La oración parecía algo natural para mí, como el aliento a través del cual el ardor interior de mi corazón se ventilaba.[1]

La oración es el camino señalado por Dios para el gozo completo, porque es la manera en que se ventila el ardor interior de nuestro corazón por Cristo. Si no tuviéramos esa ventilación, si no pudiéramos tener comunión con Él en respuesta a Su Palabra, ciertamente seríamos miserables.

La oración es el camino señalado por Dios para el gozo completo. / Foto: Lightstock

La oración capacita para la misión de amor

Pero existe una segunda razón por la que la oración lleva al gozo completo: provee el poder para hacer lo que amamos pero no podemos hacer sin ayuda de Dios. El pasaje dice “pidan y recibirán, para que su gozo sea completo”. ¿Recibir qué? ¿Qué nos traerá un gozo completo? No una vida acolchada, protegida y cómoda. Personas ricas son tan miserablemente infelices como personas pobres. Lo que necesitamos como respuesta de oración para que nuestro gozo sea completo es el poder para amar. O, como dice Juan, el poder para llevar fruto. La oración es el fundamento del gozo porque es la fuente de poder para amar.

En Juan 15 observamos esto dos veces. Primero en los versículos 7-8:

Si permanecen en Mí, y Mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y les será hecho. En esto es glorificado Mi Padre, en que den mucho fruto.

Lo que necesitamos como respuesta de oración para que nuestro gozo sea completo es el poder para amar. / Foto: Unsplash

La conexión entre la oración y el fruto es clara. Dios promete responder las oraciones de las personas que están buscando el fruto que abunda para Su gloria.

Los versículos 16-17 apuntan en la misma dirección:

Ustedes no me escogieron a Mí, sino que Yo los escogí a ustedes, y los designé para que vayan y den fruto, y que su fruto permanezca; para que todo lo que pidan al Padre en Mi nombre se lo conceda. Esto les mando: que se amen los unos a los otros.

Esta lógica es crucial. Pregunta: ¿por qué el Padre entregará a los discípulos lo que ellos pidan en el nombre de Jesús? Respuesta: porque han sido enviados para dar fruto. La razón por la que el Padre entrega a los discípulos el regalo de la oración es porque Cristo les ha entregado una misión. De hecho, la gramática de Juan 15:16 implica que la razón por la que Jesús les da la misión es para que ellos sean capaces de disfrutar el regalo de la oración: “y los designé para que… den fruto… para que todo lo que pidan al Padre… se lo conceda”.

Dios promete responder las oraciones de las personas que están buscando el fruto que abunda para Su gloria. / Foto: Lightstock

¿No es claro que el propósito de la oración es cumplir una misión? Una misión de amor: “Esto les mando: que se amen los unos a los otros”. Es como si el comandante (Jesús) llamara a las tropas, les encargara una misión crucial (vayan y den fruto), les diera a cada uno un transmisor personal codificado a la frecuencia del cuartel general y dijera: “Camaradas, el General tiene una misión para ustedes. Él quiere que sea cumplida. Con este fin, Él me ha autorizado que cada uno de ustedes pueda acceder a Él de manera personal a través de estos transmisores. Si permanecen fieles a la misión y buscan primero Su victoria, Él siempre estará tan cerca de ustedes como este transmisor, para ofrecerles consejos estratégicos y enviar refuerzos aéreos cuando los necesiten”.

¿Puede un radiotransmisor de guerra ser un intercomunicador doméstico?

¿Es posible que muchos de nuestros problemas con la oración y gran parte de nuestra debilidad en la oración se deban a que no todos estamos en servicio activo y, sin embargo, seguimos intentando utilizar el transmisor? ¿Hemos tomado un radiotransmisor de guerra y tratado de convertirlo en un intercomunicador civil para llamar a los sirvientes y pedirles que nos traigan otro cojín?

Hay otros ejemplos en las Escrituras de la importancia de la oración en tiempo de guerra. En Lucas 21:34-36, Jesús advirtió a Sus discípulos que venían tiempos de gran aflicción y oposición. Luego dijo: “Pero velen en todo tiempo, orando para que tengan fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y puedan estar en pie delante del Hijo del Hombre”.

 Seguir a Jesús inevitablemente nos llevará a tener conflictos severos con la maldad. / Foto: Lightstock

En otras palabras, seguir a Jesús inevitablemente nos llevará a tener conflictos severos con la maldad. La maldad nos rodeará y atacará, amenazando con destruir nuestra fe. Así que Dios nos ha dado un transmisor. Si nos vamos a dormir, no nos servirá de nada, pero si estamos alerta y pedimos ayuda en el conflicto, vendrán los refuerzos, y el General no permitirá que se le niegue a Sus fieles soldados la corona de victoria delante del Hijo del Hombre.

La vida es una guerra. Y “nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes”. Por tanto, Pablo nos ordena: “Tomen… el casco de la salvación, y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios. Con toda oración y súplica oren en todo tiempo en el Espíritu, y así, velen con toda perseverancia” (Ef 6:12, 17-18).

En las Escrituras vemos una y otra vez que la oración es un radiotransmisor para la guerra. / Foto: Unsplash

Así que en las Escrituras vemos una y otra vez que la oración es un radiotransmisor para la guerra, no un intercomunicador doméstico para incrementar nuestras comodidades. El objetivo de la oración es fortalecernos para la misión: “Oren también por mí, para que me sea dada palabra al abrir mi boca, a fin de dar a conocer sin temor el misterio del evangelio” (Ef 6:19). “Oren al mismo tiempo también por nosotros, para que Dios nos abra una puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo” (Col 4:3). “Les ruego… que se esfuercen juntamente conmigo en sus oraciones a Dios por mí, para que… mi servicio a Jerusalén sea aceptable a los santos” (Ro 15:30-31). “Oren por nosotros, para que la palabra del Señor se extienda rápidamente” (2Ts 3:1). “Pidan al Señor de la cosecha que envíe obreros a Su cosecha” (Mt 9:38).

El gozo completo que buscamos es el gozo del amor que se desborda a otras personas. Recibir jamás podrá satisfacer el alma, hasta que se desborde en dar. Y ningún sacrificio destruirá los deleites del alma de un pueblo obediente a la misión de amor que Dios ha encomendado, una misión para la que la oración es Su provisión estratégica. Así que la razón por la que oramos es para que “nuestro gozo sea completo”.

El gozo completo que buscamos es el gozo del amor que se desborda a otras personas. / Foto: Unsplash

La comunión con Jesús es esencial para el gozo, pero hay algo acerca de ella que nos impulsa hacia afuera, a compartir Su vida con otros. Un cristiano no puede ser feliz y tacaño: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hch 20:35). Por tanto, la segunda razón por la que una vida de oración lleva al gozo completo es que nos da el poder para amar. Si la bomba del amor se está secando, es porque la tubería de la oración no es lo suficientemente profunda.

El amor es el fruto del Espíritu (Ga 5:22), y el Espíritu es dado como respuesta a la oración (Lc 11:13). El amor es la obra de la fe (Ga 5:6), y la oración es sostenida por la oración (Mr 9:24). El amor está fundamentado en la esperanza (Col 1:4-5), y la esperanza se preserva en oración (Ef 1:18). El amor es guiado e inspirado por el conocimiento de la Palabra de Dios (Fil 1:9; Jn 17:17), y la oración abre los ojos del corazón a las maravillas de la Palabra (Sal 119:18). Si el amor es el camino al gozo más completo, ¡entonces oremos por el poder del amor “para que nuestro gozo sea completo”!


Este es un extracto del libro Desea a Dios, de John Piper. Puedes comprarlo dando clic aquí.

Libro: Desea a Dios

Autor: John Piper

Páginas: 177 – 182


[1] Jonathan Edwards, “Personal Narrative” [“Narrativa personal”] en Jonathan Edwards: Representative Selections [Jonathan Edwards: Selecciones representativas], ed. C. H. Faust, T. H. Johnson (New York: Hill & Wang, 1962), 61.

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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