[dorpcap]D[/dropcap]oug Nichols es mi amigo a través de Internet. Él es el fundador y director de Ministerios Acción Internacional y en ese rol viaja por todo el mundo promoviendo las misiones y el evangelismo. A menudo me envía correos electrónicos desde todas partes del mundo con palabras de ánimo. Él cierra casi todos sus correos electrónicos diciendo: «Permíteme animarte con esto», y luego comparte un pasaje de las Escrituras. Eso me fascina.
Fue hace mucho tiempo, en el verano de 1966, cuando Doug estaba trabajando para Operación Movilización y estaba radicado en Londres durante su gran conferencia anual. Fue asignado al grupo de personas que tenían a cargo la limpieza. Una noche, alrededor de las 12:30 AM, estaba barriendo las escaleras en el centro de conferencias, cuando un caballero mayor se acercó y le preguntó si ese era el lugar donde se celebraba la conferencia. Doug dijo que así era, pero que casi todo el mundo ya se había ido a dormir. El hombre estaba vestido de una manera muy sencilla y solo llevaba consigo un maletín pequeño. Dijo que estaba asistiendo a la conferencia. Doug respondió que trataría de encontrarle un lugar para dormir y lo llevó a una habitación donde unas 50 personas habían sido acomodadas a dormir en el suelo. El hombre no tenía nada para dormir, así que Doug puso una colcha y una sábana en el piso y le ofreció una toalla a modo de almohada. El hombre dijo que con eso estaría bien y que lo apreciaba mucho.
Doug le preguntó al hombre si había tenido la oportunidad de tomar algo para la cena. Él no había comido puesto que había estado viajando todo el día. Doug lo llevó al comedor pero estaba cerrado. Pronto forzó la cerradura y encontró unas hojuelas de maíz y leche, pan y mermelada. Mientras el hombre comió, los dos comenzaron a hablar. El hombre dijo que él y su esposa habían estado trabajando en Suiza desde hacía varios años, donde él tenía un pequeño ministerio que servía a los hippies y a los viajeros. Le habló acerca de su trabajo y se refirió a algunas de las personas que él había visto convertirse a Cristo. Cuando terminó de comer, los dos hombres se fueron a dormir.
Doug despertó a la mañana siguiente solo para descubrir que estaba en serios problemas. Los líderes de la conferencia se le acercaron y le dijeron: «¿No sabes quién es el que pusiste a dormir en el suelo anoche? ¡Es Francis Schaeffer! ¡El conferencista de este congreso! ¡Teníamos una habitación separada sólo para él!».
Doug no tenía idea de que estaba durmiendo en el suelo junto a una celebridad, y que le había dicho a un hombre que durmiera en el suelo cuando tenía un ministerio profundamente importante. No tenía ni idea de que este hombre había ayudado a dar forma a la iglesia cristiana de esa época y en realidad a la iglesia de nuestros días. Y Schaeffer nunca reveló nada de esto. Con humildad había aceptado su suerte y estaba agradecido por ello.
Esta es solo una fugaz mirada a la vida de un hombre. Francis Schaeffer vivió 72 años y esta pequeña historia consume menos de la mitad de uno de los 26.000 días de su vida, pero dice mucho acerca del hombre que era. Creo que dice bastante tanto del hombre como de su ministerio público. Un libro puede proclamar que él es brillante, pero una historia como esta proclama que él es humilde. Un discurso ante miles puede proclamar que él es un gran filósofo, pero esta historia nos dice que él es piadoso. Hay mucho que podemos aprender acerca de una persona a partir de estos pequeños momentos que de otra manera serían olvidados. No son solo las grandes cosas que una persona hace las que hacen al hombre, sino también las cosas pequeñas.
Cuando Doug cuenta esta historia, ofrece una aplicación que le ha ayudado. No muchos de nosotros podremos tener la inteligencia de Francis Schaeffer, no muchos de nosotros tendremos jamás sus habilidades o su sabiduría, pero lo que podemos hacer es acercarnos a los demás y ministrarles con esa misma humildad piadosa.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Challies.com.