La característica de los líderes de adoración más exitosos

Un líder de adoración sirve mejor a su congregación cuando elige canciones que puede cantar y cantar bien.

Cada semana, un pastor o líder de adoración elige las canciones que su iglesia cantará el domingo. Cada semana analiza las posibilidades para seleccionar las cinco o seis que mejor encajen dentro del servicio que está planeando. ¿Cómo puede elegir bien? ¿Cómo puede servir mejor a su congregación en su alabanza?  He viajado bastante durante la primera mitad de este año, y en casi todos los lugares a los que he ido he tenido el privilegio de asistir a los servicios de la iglesia. He adorado junto a pequeñas congregaciones en lugares aislados y he adorado junto a grandes congregaciones en el corazón de las grandes ciudades. He experimentado la adoración en casa y en el extranjero, he cantado música a cappella y acompañado de grupos de primera calidad, he cantado en inglés y he hecho todo lo posible para seguir la letra en otros idiomas. Y en el transcurso, he estado observando silenciosa pero deliberadamente. He estado pensando acerca de cómo adoramos mejor.  La persona que organiza el servicio enfrenta algunos desafíos difíciles. El primer desafío es el de elegir. Las posibilidades de canciones son casi infinitas y tenemos decenas de miles disponibles. Tenemos himnos que han perdurado a lo largo de los siglos, tenemos adoración moderna escrita para adaptarse a nuestros tiempos, tenemos los fieles Salmos antiguos y mucho más. El segundo desafío es el de la popularidad. A través de la radio e Internet, los cristianos tienen acceso inmediato a las últimas y a las mejores canciones y muchas personas quieren cantar el domingo lo que escucharon por primera vez el miércoles. ¡Raro es el líder que puede soportar la presión del top 100 de «CCLI»  (Licencia internacional cristiana de derechos de autor)! El tercer desafío es el de la habilidad. No somos una cultura de canto. No cantamos en público y pocas veces cantamos en privado. La mayoría no tiene idea de cómo cantar en un grupo y solo unos pocos tienen noción de los diferentes elementos y armonías.  Con esos desafíos en mente, esta es mi observación: los líderes de adoración más exitosos son los que quieren escuchar cantar a sus congregaciones, —cantar de verdad—. Los líderes de adoración más exitosos son los que están más en sintonía con la habilidad musical de sus congregaciones y los que están más comprometidos a elegir canciones que sus miembros puedan cantar. Ellos dan prioridad a estos factores sobre muchos otros.  La realidad es que hay muchas canciones con contenido sólido y melodías pegadizas, pero que no se adaptan bien al canto congregacional. Hay muchas canciones que se pueden cantar placenteramente en el auto, pero que son difíciles de cantar con una congregación. Hay muchas canciones que se escriben primero para la radio y solo en segundo lugar para el canto colectivo. «Para siempre» de Kari Jobe ciertamente suena bien cuando ella la canta, pero no va a sonar tan bien cuando tu iglesia lo intente. «Llévame a la cruz» puede tener un mensaje inspirador, pero escuchemos a tu iglesia intentar y dominar ese puente. A veces, las canciones tienen un tono muy alto o demasiado bajo, van en direcciones inesperadas, exigen demasiado rango vocal, o el puente es demasiado diferente del resto de la canción. A veces simplemente no son adecuados para una multitud de cantantes aficionados. Y eso es lo que pasa con nosotros: somos aficionados.   Estoy convencido de que lo que sucede en muchas congregaciones es que el líder de adoración elige canciones que no se adaptan bien al canto congregacional o que están más allá de la habilidad de su iglesia. Él escucha una nueva canción, se enamora de ella y, con la mejor intención, quiere cantarla con las personas que ama y lidera. La practica y la domina, la ensaya con el grupo de alabanza y suena muy bien. Pero cuando la lleva al servicio del domingo, está mucho más allá de la capacidad de la congregación. La iglesia lo intenta, pero la canta mal, la canta en voz baja, o casi no canta. Debido a que el canto es tan pobre, el técnico de sonido sube el volumen de los instrumentos y de los vocalistas principales. El canto congregacional se ha transformado en actuación.  Y todo podría solucionarse si el líder de adoración se pusiera como objetivo escuchar realmente a la congregación cantar.   Permíteme hacer una analogía. Pienso en un padre que le compra a su hijo de seis años su primer kit de Lego. Papá está emocionado de que su hijo finalmente quiera jugar con Lego, así que derrocha y compra uno de esos asombrosos kits con cientos y cientos de piezas. Es un juguete increíble que se verá muy bien cuando esté listo, pero que está mucho más allá de la capacidad de su hijo. Así que papá interviene para «ayudar». Él ayuda haciendo casi todo el trabajo: lee el manual, junta las piezas, lo completa mientras su hijo se sienta y observa. Cuando finaliza, el niño le lleva el kit terminado a mamá y le dice: «¡Mira lo que construí!». Pero realmente no lo ha construido en absoluto, ¿verdad? Estoy convencido de que esto es lo que sucede en muchas iglesias hoy. El grupo de alabanza tiene un tiempo fantástico en el escenario. Cantan bien y adoran libremente. Pero la congregación no lo hace. No puede. La música los supera y, para ser sincero, no estaba realmente preparada para ellos en primer lugar.  Un líder de adoración sirve mejor a su congregación cuando elige canciones que puede cantar y cantar bien. Está sintonizado con su habilidad. Prioriza la posibilidad de que las canciones puedan ser cantadas por encima de su novedad, antigüedad, autor o solidez teológica. No mide su éxito por su propia adoración, sino por la de ellos. Su pregunta no es «¿cómo se sintió el grupo de alabanza?», sino «¿cómo cantó la congregación?». Cuando da un paso atrás y escucha a su iglesia cantar —cantar de verdad—, su alegría es completa.  Este artículo ser publicó originalmente en Challies. 

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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