La calma será mejor entonces

Al luchar con las dificultades de un mundo afectado por el pecado, es hermoso para el alma, pensar en la calma celestial prometida.
Foto: Envato Elements

Jamás ha existido un silencio como el que descendió sobre las trincheras de Europa Occidental la mañana del 11 de noviembre de 1918. Exactamente a las 11 de la mañana, entró en vigor un cese del fuego que puso fin a todos los combates por tierra, mar y aire. Nunca se había apreciado mejor el silencio que cuando ese silencio marcó el final de los cuatro años brutales que ahora llamamos la Primera Guerra Mundial. A su manera, el silencio era un canto que anunciaba el cese de las hostilidades y el amanecer de la paz.

Matt Boswell y Matt Papa escribieron una vez un himno sobre la belleza de la quietud, de la calma, de la paz. Cristo, el ancla firme y fuerte (interpretado en español por Doulos) busca consolar a los cristianos en tiempos de prueba y sufrimiento. La letra de este himno habla sobre la furia de las tormentas de la vida cuando soplan vientos de duda y las esperanzas se hunden. Habla sobre las tempestades de la tentación, de las inundaciones de la incredulidad y de las olas de la muerte. A través de todo el himno, esta canción promete a Cristo como el ancla segura y firme; y proclama que, con la ayuda de Dios: “Yo me aferraré al ancla, pues jamás se moverá”.

El himno culmina con una estrofa que habla sobre la confianza del cristiano cuando se enfrenta a la inevitabilidad de la muerte, ya que cada una de estas diferentes formas de sufrimiento y dolor nos apuntan, a su manera, hacia el sufrimiento final, el dolor final y todo lo que nos espera después de la muerte: 

Cuando se abra al fin la gloria,

y yo pueda descansar.

Cruzaré el horizonte,

muy seguro con mi Dios.

Y luego, dice el himno: 

Todo calma será entonces,
ya no habrá más tempestad.

El silencio que siguió al Armisticio de 1918 al final de la Primera Guerra Mundial fue especialmente dulce para los soldados debido al largo y brutal clamor que lo precedió. Y del mismo modo, la calma del cielo será especialmente dulce para el cristiano a causa del sufrimiento y el dolor que hemos soportado antes de ella. 

Trincheras de la Primera Guerra Mundial. / Foto: National Geographic

Con frecuencia, he oído decir a quienes han soportado huracanes que nunca habían apreciado tanto el silencio como en los momentos después de la tormenta. Con frecuencia, he oído decir a quienes han padecido enfermedades que nunca habían apreciado tanto la salud como en los momentos después de su recuperación. Y de la misma manera, la paz del cielo será especialmente deliciosa debido a la guerra que hemos experimentado aquí. La salud del cielo será especialmente preciosa debido a la enfermedad que hemos experimentado aquí. La seguridad del cielo será especialmente significativa debido al peligro que hemos experimentado aquí. 

La calma del cielo será especialmente dulce para el cristiano a causa del sufrimiento y el dolor que hemos soportado antes de ella. / Foto: Pexels

Y así, cristiano, cuando tengas que pasar por tiempos de dificultades, tiempos de prueba, tiempos de dolor, puedes mirar hacia ese horizonte lejano creyendo y sabiendo que las luchas que estás soportando ahora no solo están profundizando tu anhelo por el cielo, sino también sazonando el cielo para hacerlo aún mejor, aún más dulce, aún más precioso. Porque, como dicen los autores de este himno, calma grande será entonces pues la tormenta cesó. 


Este artículo se publicó originalmente en Challies.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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