El interior de la oración: Nuestra prioridad

La palabra de Dios nos deja sin excusas para no darle prioridad a la oración.
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En esta segunda entrega de nuestra serie “El interior de la oración”, es nuestra súplica que Dios nos permita adquirir conciencia con respecto a este tema; que a través de esta serie, la oración se convierta en nuestra amiga inseparable, en Colosenses 4:2 Pablo nos dice: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias”. La oración debe ser nuestra prioridad.

Marcos 1:35: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.”

A través de este versículo, podemos ver la prioridad que tuvo la oración en la vida de Jesucristo; lo que nos lleva a preguntarnos el lugar que ocupa la oración en nuestra vida. Muchas veces ponemos por excusa la falta de tiempo por los estudios, o por los hijos, o el cónyuge, la familia y aun el trabajo; en fin, hay miles de razones para no darle prioridad a la oración. Incluso, muchos de nosotros servimos en ministerios de la iglesia y nuestra vida de oración es muy pobre, a veces hasta ocasional. Pero en realidad no se trata de falta de tiempo; sino de priorizar. Se trata de ser intencionales desde que nos despertamos cada mañana; de comprender que el Dios que entregó a Su Hijo por amor a mí, que me ama con amor eterno, me ha regalado la oración para que tenga comunión con Él. Se trata de que Cristo mismo hizo de la oración Su prioridad, no porque el tiempo le sobraba, sino porque apartaba el momento para hacerlo. Debemos preguntarnos ¿Qué puede ser más importante en nuestras vidas que nuestra relación con Dios? Darle prioridad a la oración es sobrevivencia espiritual; por esta razón, más que dar tips de cómo sacar el tiempo para orar, lo que quiero que analicemos es: ¿qué lugar ocupa Dios en nuestras vidas? Cualquiera que sea el lugar que ocupe Dios en nuestras vidas, allí mismo estarán todas las cosas que nos relacionan con Él. Recordemos que orar es comunicarnos y cultivar intimidad con Dios; a través de la oración vemos a un Dios que escucha y obra, que tiene misericordia. No creceremos en nuestra vida espiritual si no oramos, ¡es imposible!; como expliqué en el artículo anterior, la oración y la lectura de la Biblia son inseparables para el crecimiento en santidad de un cristiano. Hebreos 12:14 nos recuerda: “Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” Todo lo que necesitamos para dar a la oración la prioridad que merece; es que tomemos en consideración todo lo que Dios Padre, Su Hijo y Su Espíritu han hecho por nosotros. Debemos hacer memoria de aquel tiempo en el que estábamos muertos en delitos y pecados y Él nos dio vida porque le plació que Su gracia nos alcanzara. A Él le plació que la sangre de Su Hijo nos redimiera, que Su amor eterno fuese derramado sobre nosotros. No necesitamos tips para gestionar nuestro tiempo, lo que necesitamos es ¡darle prioridad a nuestra intimidad con Dios! La oración vino añadida a todo lo que Dios nos dio cuando nos salvó; Dios desea hijos santos y como tales, nos aferramos a las disciplinas espirituales y hábitos, que Él modeló a través de Su propio Hijo para que podamos desarrollar el sentido de sobrevivencia espiritual y más que sobrevivir, poder correr la carrera para llegar a la meta.

2 Timoteo 2:5-6: “Y también el que compite como atleta, no gana el premio si no compite de acuerdo con las reglas. El labrador que trabaja debe ser el primero en recibir su parte de los frutos.”

La vida cristiana no se trata de estrategias o de tips; se trata de tomar conciencia de lo que Dios, Su Hijo y Su Espíritu hicieron por amor a nosotros. Se trata de poner en práctica lo que Él nos dejó como legado en Su Palabra, vivir por convicción, nuestra fe. Él, en Su sabiduría nos ha regalado todo lo necesario.

Efesios 2:10: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.” 

La palabra de Dios nos deja sin excusas para no darle prioridad a la oración, en vista de eso, me he limitado a refrescar nuestras memorias con esas verdades. Dios nos permita ser intencionales en cultivar nuestra relación con Él a través de la oración, que Su Espíritu nos guíe, nos dé sabiduría para poder ser hijos de oración.

Juan 15:5: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.”

En nuestra próxima entrega estaremos reflexionando sobre como no hay tiempo para las excusas de falta de tiempo para orar. Dios bendiga a Su pueblo, amén.

Silvia Díaz

Esclava de Jesucristo, actualmente reside en Santo Domingo, RD y es miembro de la Iglesia Bautista Internacional. Sirve en el ministerio de “Aula Hope” y en el ministerio Ezer, el ministerio de mujeres de la IBI.

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