Hombre sabio en el trabajo

Ser sabio aplica a todas las esferas de la vida. Por eso, en este artículo se nos invita a vivir sabiamente en el trabajo.
Foto: Envato Elements

Si la sabiduría de Dios, Cristo, por el poder del Espíritu Santo, nos lleva cada día a renovar nuestra mente a través de crecer en conocimiento de Él, nuestro trabajo debe ser un lugar en donde reflejemos ese crecimiento, esa sabiduría aplicada para la vida.

Por esto, mi objetivo es que veamos algunas formas en las que la sabiduría de Dios, debe verse moldeada en nosotros mientras estamos en nuestros trabajos. Presentaré algunas aplicaciones, las que no serán exhaustivas, sino que deben ser consideradas como ejemplos, y desde allí, pide que la sabiduría de Dios te ayude a extrapolar estos modelos a otros principios bíblicos en diversas circunstancias laborales.

Hablar con honestidad

Los trabajos son sitios perfectos para mentir, el temor a perder el empleo, a la burla de los compañeros, a no lograr las expectativas de los jefes, son armas satánicas para que nuestro pecado se muestre en no decir la verdad. Recuerdo a un amigo de la iglesia que hace poco me comentó que su jefe le dijo que valoraba mucho su honestidad, pero que le pedía que no fuera tan honesto, que en ocasiones en bueno “maquillar” un poco la verdad (lo cual es mentir) a fin de no quedar en mal ante los demás.

¿Dónde reside la falta de honestidad? En el temor y en el olvido. El temor de lo que el ser humano puede llegar a hacernos, el temor de no ser reconocidos, el temor de no ser respetados. Pero también en el olvido, el olvido de quién es Cristo, de que es Él quien nos sustenta en todo momento. Suele borrarse de nuestras mentes que si nuestro Dios trino cuida cinco pajarillos que se venden por dos monedas, también cuida de nosotros, que según Él lo indica, tenemos más valor a Sus ojos (Lc 12:6-7).

Entonces, es de hombres sabios ser honestos en el trabajo. Es de hombres que aman a Cristo por sobre todas las cosas, el hablar con la verdad, aunque eso detenga el ascenso que siempre hemos soñado.

En el ámbito laboral, el miedo a consecuencias como la pérdida del empleo, la burla de los compañeros y la decepción de los superiores puede incentivar la mentira, revelando así nuestra propensión a no decir la verdad. / Foto: People Images

Negocios íntegros

Ninguna empresa nace con el objetivo de perder, pero, a veces, el ganar se vuelve una obsesión, se rompe cualquier norma ética para generar utilidades. Y los buenos empleados, esos que se identifican con la empresa, suelen caer en las mismas prácticas no éticas para el beneficio de la institución. Sí, eso puede suceder también con los empleados que son creyentes, esos que cada domingo se reúnen junto a otros creyentes para exaltar las maravillas de nuestro Dios.

Sé que esto puede ser muy difícil para algunos que están en puestos en los que dependen de su labor en ventas o servicio al cliente para asegurar un ingreso para sí o su familia. Pero también sé que la falta de integridad surge, de nuevo, de olvidar quién es el proveedor del creyente.

Pero no es solamente el olvido nos lleva a prácticas no integras al momento de hacer negocios, también la avaricia influye y la falta de contentamiento, estos últimos son como hermanos gemelos, siempre tomados de la mano, yendo junto a todo lugar.

¿Lo puedes ver? La falta de integridad en los negocios tiene que ver con no amar a Cristo, la sabiduría de Dios.

A menudo, los creyentes se ven tentados a cometer acciones indebidas en el trabajo para ganar más dinero o evitar la pérdida de ingresos. En esos momentos, es esencial ser sabios y aferrarse a los principios de Cristo y su evangelio. / Foto: Unsplash

Cuidado con las compañeras

No importa si estás soltero o casado, el Señor te manda a vivir una sexualidad que le agrade. Si estás casado, esto es deleitándote con la mujer que amas (Ec 9:9), si estás soltero, es viviendo en abstinencia, huyendo de la fornicación (1Co 6:18). Pero podrías decirme que no estás en adulterio o fornicación, y que, por lo tanto, esta sección no es para ti, ¡cuidado!

La pureza sexual no es únicamente no tener relaciones sexuales. La sexualidad es algo amplio, parte de esta son esas conversaciones “picantes” que se pueden tener, especialmente con esas compañeras de trabajo que parecen entendernos muy bien, que tienen una gran habilidad para escuchar a los demás y que parecen ser muy abiertas con su sexualidad.

Cuando el hombre está casado, por regla general, toda conversación sobre su sexualidad debe ser con su esposa, con ella debe abrir su corazón. Obviamente, hay momentos en los que se necesita consejo, pero esa amiga del trabajo no es la mejor fuente de sabiduría. Un hombre maduro en la fe será un buen guía. Y son justamente estos guías maduros en la fe y llenos de sabiduría, quienes pueden orientar a los hombres solteros cuando hay dudas en estos temas.

Parte de la sexualidad también son los halagos, los que hacemos y los que recibimos. Por eso se debe tener mucho cuidado con las palabras, cosas que decimos pueden convertirse en una puerta al adulterio o la fornicación. También, los oídos deben ser cuidados, el buscar esa voz halagadora, que no es la esposa, puede comenzar a cavar un agujero del que no se podrá salir.

¡Cuántos negocios o trabajos se cierran en un almuerzo! Pero un hombre sabio buscará las formas de evitar estar a solas con una mujer que no es su esposa, si él está casado. Y si está soltero, deberá tener mucho cuidado con quien está a solas.

Cuando Cristo está moldeando la mente, el hombre comenzará a ser sabio y comprenderá la buena manera en la que debe relacionarse con sus compañeras de trabajo.

Cuando la mente es moldeada por Cristo, adquirimos sabiduría y comprendemos la apropiada forma de relacionarnos con nuestras compañeras de trabajo o estudio. / Foto: Getty Images

Hacer un buen trabajo

Un hombre sabio comprende que es su responsabilidad el trabajar de buena forma para sus jefes. Dando el ejemplo como alguien responsable. Sabiendo que toda la labor no es esencialmente para su jefe, sino que para el Señor. Toda labor tendrá que ser hecha no para ser visto por el superior, sino para el ojo de Dios. La sinceridad de corazón, al esforzarse por cumplir con las tareas asignadas, serán un distintivo del hombre sabio, del creyente que está siendo transformado a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Ef 4:13).

Adoración a Dios

Un hombre sabio sabe que debe haber equilibrio en su vida, el cual implica tener tiempo para un trabajo esforzado, pero también tener tiempo para la adoración al Señor, tanto corporativa, como familiar y personal.

Si no tienes tiempo, a causa de tu trabajo, para dar adoración congregacional al Señor, puede deberse a dos cosas: (1) en verdad no amas al Señor y debes arrepentirte y/o (2) quizá estás en el trabajo incorrecto y debes buscar otro. No dejes de trabajar instantáneamente (debes proveer para tu familia), sino que busca otro lugar que te permita adorar a Dios con la familia de la fe cada domingo.

Un hombre sabio sabe que debe haber equilibrio en su vida, el cual implica tener tiempo para un trabajo esforzado, pero también tener tiempo para la adoración al Señor. / Foto: Getty Images

Conclusión         

Hombre, sé sabio en tu trabajo, esto lo lograrás únicamente bebiendo de la fuente de la sabiduría divina: Cristo. Cuando estás en el trabajo eres embajador de Cristo (2Co 5:20). ¿Cómo estás representando a tu Señor? ¿El Cristo que representas es uno que es digno de seguir? O, ¿estás trayendo mancha y blasfemia al nombre de Dios (Ro 2:24)?

Si has estado siendo un mal representante de Dios, si no has respondido de forma correcta al llamado de santidad que te ha hecho el Señor, arrepiéntete, llora con dolor, y sujétate del perdón que tienes en Cristo. Pide al Espíritu Santo que te guíe a un arrepentimiento verdadero y que te de la fuerza para mortificar tus pecados cada día de tu vida.

Rudy Ordoñez

Rudy Ordoñez, sirve en la Iglesia Presbiteriana Gracia Soberana, en Tegucigalpa, Honduras. Director Editorial en Volvamos al Evangelio. Editor y traductor en diversos proyectos. Apasionado de la iglesia local. Le gusta leer mucho y escribir un poco de todo. Casado con Ehiby y papá de Benjamín y Abigail.

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