Esta semana escuché de un amigo que está pronto a partir al cielo. Le quedan días, dicen los médicos, o tal vez incluso algunas semanas. De cualquier manera, su cuerpo ha soportado casi todo lo que puede soportar y ahora le queda poco tiempo. Afortunadamente, está listo para partir. Y mientras consideraba su partida, recordé esta reflexión del antiguo escritor devocional James Smith que habla de la gran ganancia que reciben los que mueren en el Señor. La comparto para animarlo a él y también a nosotros. Si miramos a la muerte como criaturas, la temeremos; pero si la miramos como cristianos, no lo haremos. Una vez fue maldición, ahora es una bendición. Era una pérdida, ahora es una ganancia. Al morir, nos liberamos de todo enemigo, prueba y problema; y obtenemos posesión de innumerables bendiciones. Somos libres del pecado y perfeccionados en santidad. Somos liberados de la enfermedad y el dolor, y disfrutamos de perfecta salud y felicidad. Obtendremos conocimiento, porque entonces conoceremos como somos conocidos. Alcanzaremos la santidad, porque entonces estaremos con Cristo y seremos como Él. Obtendremos honor, porque entonces se nos darán vestiduras blancas y será reconocida nuestra victoria sobre Satanás, el mundo y el pecado. Nos sentaremos con Jesús en Su trono. La muerte para todo creyente es una ganancia. Una ganancia inmediata. Una gran ganancia. Una ganancia eterna. Puede ser doloroso atravesarla, pero sus resultados serán gloriosos. Entonces ¿Temeremos a la muerte? ¿Por qué lo haríamos? Jesús dice: «El que guarda mi palabra, no verá jamás la muerte». Puede partir para estar con su Señor, pero nunca morirá. Mira la muerte a través de Jesús, y mira a Jesús a través de la muerte. Pronto aparecerá el Señor, vida mía; Pronto mis pruebas terminaré aquí, Deja el pecado y la tristeza, la muerte y el dolor. Vivir es Cristo, morir es ganancia. Este artículo se publicó originalmente en Challies.