¿Cuántas veces hemos oído críticas sobre el apóstol Pedro por algunas de sus ocurrencias bíblicas? Hay acontecimientos que demostraron que tuvo profundidad espiritual, sin embargo, hay otros que revelaron su falta de entendimiento. Al evaluar su personalidad, podemos concluir que era una persona extrovertida, impulsiva e impetuosa y sabemos que esta combinación producía que él hablara mientras aún estaba pensando y, por ende, algunos de sus comentarios mostraban falta de discernimiento. Podemos notar su profundidad de entendimiento cuando identificó a Jesús como el Cristo, en Cesárea de Filipo, al responder a la pregunta de Jesús de quién Él era, diciendo “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mt. 16:16). Para Jesús, esta respuesta fue divina. En comparación, leemos en Juan 18:10 cuando Judas vino con un grupo para arrestar a Jesús, y Simón Pedro sacó su espada y cortó la oreja derecha al siervo del sumo sacerdote. Aunque Pedro entendió que Jesús era El Mesías, no estaba conectando que también era El Todopoderoso y El Soberano. Su reacción era un reflejo mundano para proteger a su amigo, pero a pesar de sus buenas intenciones, le faltó conectar su divinidad con el acontecimiento que estaba ocurriendo y de esta manera estaba interfiriendo con el plan de Dios. Hay otro evento que ha generado muchas críticas, y es cuando Jesús envió a los discípulos a subirse a la barca después de alimentar los 5000 hombres con 5 panes y 2 peces. Leemos en Mateo 14 que cuando Jesús estaba a solas en el monte orando, la barca estaba siendo azotada por las olas, porque el viento era contrario, y en la cuarta vigilia de la noche Jesús fue donde ellos andando sobre el mar. Los discípulos se asustaron pensando que era un fantasma y comenzaron a gritar, pero Jesús les dijo “Tened ánimo, soy yo; no temáis” (Mt14:27). Pedro, en su forma típica, respondió a Jesús: “Señor, si eres tú, mándame que vaya a ti sobre las aguas” (Mt. 14:28). Jesús lo llamó y Pedro salió de la barca para caminar hacia Jesús, “pero viendo la fuerza del viento tuvo miedo, y empezando a hundirse gritó, diciendo: ¡Señor, sálvame! Y al instante Jesús, extendiendo la mano, y lo sostuvo” (Mt. 14:30-31). Es verdad que Jesús le dijo “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (Mt. 14:31). Muchos lo han criticado por su falta de fe, sin embargo, yo me pregunto: ¿Él tuvo menos fe o miedo que los demás que estaban en la barca? Claro que no, de hecho ¡él fue el único con suficiente fe y valor para salir de la barca! Un encuentro con Dios Veamos lo que ocurre cuando tenemos un encuentro con Dios. Pedro fue el único que tuvo la experiencia milagrosa de experimentar el poder de Dios en hacer lo imposible, caminar sobre el mar, y también experimentó palpablemente cómo Jesús lo sostuvo a pesar de dudar y en medio de la tormenta. Pedro vivió lo que el Salmo 138:3 dice: “En el día que invoqué, me respondiste; me hiciste valiente con fortaleza en mi alma”. Verdaderamente Dios nos rescata aun en situaciones humanamente imposibles, algo que Pedro nunca olvidará. Pedro, sin duda alguna, sintió el toque personal de Dios y tampoco olvidará cómo Él tiene cuidado por cada detalle de nuestras vidas. Todos en la barca acaban de experimentar el milagro de la multiplicación de los panes, sin embargo, todos, menos Pedro, se quedaron aterrorizados en la barca; solamente Pedro tuvo suficiente fe para confiar que Jesús obraría milagrosamente de nuevo. En medio de una tempestad en el mar estando a la intemperie, aparte de Jesús, su única seguridad era la barca, y aún así Pedro eligió dejar su seguridad atrás para acercarse a Jesús. ¿Y nosotras? ¿Esto no es justamente lo que Cristo nos pide a todas? ¿Cuántas de nosotras tenemos miedo de salir de nuestra barca, la que Él Señor nos ha provisto justamente para utilizarla en Su servicio y luego criticamos a aquellas que tuvieron el valor de salir? Isaías 41:10 nos asegura “No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia”. Cuando estamos en situaciones difíciles y sentimos que no podemos más, o que no somos capaces de hacer lo que nos toca, la única pregunta que tenemos que hacer es: ¿Nuestros pasos están dentro de la voluntad de Dios? Si la respuesta es sí, entonces sal de la barca porque, “El Dios eterno, el SEÑOR, el creador de los confines de la tierra no se fatiga ni se cansa. Su entendimiento es inescrutable. El da fuerzas al fatigado, y al que no tiene fuerzas, aumenta el vigor” (Isaías 40:28-29). Dios nunca nos prometió una vida fácil, sino una llena de tribulaciones (Jn. 16:33), y precisamente, Él está orquestando estas mismas tribulaciones para enseñarnos cómo confiar en Él, porque Él sí es capaz de manejar todos nuestros problemas. Podemos confiar porque “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas?” (Ro. 8:31-32). Esto no se refiere a todas las cosas que quisiéramos, sino todo lo que necesitamos para crecer en nuestra vida espiritual. Y entonces, ¿nos mantenemos enfocadas en El Dios Todopoderoso, El Dios que siempre es fiel, El Dios de milagros que nos trae confianza y valor? ¿Nos enfocaremos en las incapacidades que nos traen la duda? ¿Caminamos por fe o por vista (2Co. 5:7)? La decisión es nuestra. Bendiciones.