El cristianismo verdadero ha sufrido todo tipo de ataques a lo largo de su historia. Desde que nuestro Señor Jesucristo estableció Su iglesia, esto ha ocurrido de manera no-interrumpida; esta lucha por la preservación de la verdad fue heredada por los apóstoles y ellos a su vez dejaron el legado a sus sucesores. Los ataques contra la Palabra del Señor han tenido diferentes matices, pero según la historia eclesiástica, los teólogos los han catalogado como ataques externos e internos.
La verdad es atacada: una realidad
Los ataques externos son aquellos pensamientos que son totalmente antagónicos y en oposición al Señor Jesucristo y Su reino. Pueden tomar la forma de religiones falsas y sistemas filosóficos humanos abiertamente contrarios al evangelio de la Gracia; pero debido a que su contenido es bastante adverso a los fundamentos de la iglesia, desvirtuarlos con doctrinas amparadas en la Biblia resulta ser bastante sencillo y claro. En realidad, esto no es lo más preocupante cuando hablamos de la iglesia o cuerpo de Cristo, puesto que los que es conocido como ataques internos son peligrosos pues son doctrinas o pensamientos destructivos que logran introducirse en la iglesia bajo la apariencia de doctrinas sanas, pero su fin es enfermar el cuerpo de Cristo. Podríamos resumirlo de la siguiente manera: tienen como fin alejar o desenfocar a la iglesia de un conocimiento claro y veraz del Señor y Su evangelio. La Palabra del Señor es un legado para sus hijos. Ella es la fuente de todo el conocimiento que el Señor da en cuanto a Su carácter. Es la fuente primordial de la cual se nutren los hijos. Si la Palabra del Señor llegare a ser desvirtuada o desvalorizada con argumentos falsos ante los ojos de los miembros de la iglesia, esta iglesia enfermará, pues el fundamento de su fe será gravemente golpeado. Por esta causa, la Palabra ha sido siempre uno de los blancos primordiales de los ataques externos e internos. En círculos escépticos intelectuales, la totalidad de la Biblia no tiene una autoridad en cuanto a verdades existenciales fundamentales, pero en otros círculos de contexto cristiano, teológico e intelectual se ha puesto en duda la totalidad de la veracidad de lo que hoy llamamos “La Palabra del Señor” afirmando que ella contiene errores. Este es un contexto de carácter interno intelectual al mismo centro de nuestra fe, pues es un ataque a la veracidad total del legado del Señor y los apóstoles para Su pueblo. Es un ataque a la inerrancia de las Escrituras.
¿Qué es la inerrancia escritural?
La inerrancia de las Escrituras es la doctrina que afirma que la Biblia es la Palabra de Dios y que ella como tal no contiene errores en absoluto. Siendo redundante, afirmar la inerrancia es confesar que las Escrituras contienen la verdad total del Señor de forma perfecta. Esto ha sido cuestionado por lo que hoy se conoce en los círculos teológicos como la “Alta Crítica Anti-Inerrantista”. Se debe advertir a cada estudiante de teología que desea informarse de los estudios bíblicos en ciertos círculos muy académicos acerca de los peligros de abrazar sin filtro todo el pensamiento de esta doctrina, pues uno de sus principales enunciados es la negación de la inerrancia de las Escrituras. Es decir, para esta corriente intelectual la Biblia posee errores. En esta verdad descansa la iglesia sabiendo que la fuente de su conocimiento — la cual es la Palabra — está garantizada por Dios mismo. Hablar de errores en las Escrituras es ensuciarla y esto no es lo que dicen textos como Salmos 12:6 y Proverbios 30:5 cuando afirman que la Palabra del Señor es limpia y refinada. Podríamos pensar que esta discusión sobre la inerrancia es algo que solo incumbe a círculos de teólogos en las altas esferas académicas; pero la verdad es algo que nos incumbe a todos. En los seminarios se han engendrado la mayor parte de la herejias de los últimos tiempos que han terminado por afectar a las iglesias de los lugares más recónditos del mundo.
La Escritura es una inspiración completa
En 2 de Timoteo 3:16 Dios mismo, inspirando al apóstol Pablo, habla acerca de las Escrituras de la siguiente manera: “Toda Escritura es inspirada por Dios”. Hay mucho contenido en esta pequeña porción de las Escrituras con relación al carácter de la Palabra. Aquí se afirma que los hombres que el Señor utilizó fueron instrumentos inspirados por Él mismo para plasmar lo exhalado o respirado de Su boca, y no sólo en parte — pudiendo alegarse que solo una porción de ésta es perfecta pero otras contienen errores — sino que el texto de la epístola a Timoteo afirma que “toda” la Escritura es inspirada por Dios. Entonces podemos asentir como Benjamín B. Warfield en su obra magna sobre este tema titulada “La Inspiración y la Autoridad de las Escrituras” (la cual lo convirtió en uno de los grandes defensores de la inerrancia de las Escrituras). Warfield es el autor de la famosa frase “Cuando la Biblia habla, Dios habla”. De esta manera comprendemos que el Dios que ha hablado es perfecto; por ende Su Palabra debe ser y es perfecta. El Dios que ha hablado es tan omnipotente, poderoso y soberano que aunque haya utilizado hombres imperfectos como medio, Su Palabra ha trascendido de manera totalmente perfecta como legado a su pueblo.
La inerrancia en la historia de la iglesia
En el año 1978 un grupo de teólogos estudiosos se reunieron en la ciudad de Chicago. En dicha conferencia se emitió lo que hoy se conoce como la Declaración de Chicago, la cual fue diseñada para defender la inerrancia bíblica en contraposición a los conceptos de la teología liberal y la Alta Crítica anti-inerrante. Entre los firmantes de esta declaración se encuentran nombres significativos como Francis Schaeffer, J.I. Packer, Roger Nicole, R.C. Sproul, Carl F. H. Henry, y muchos otros. Los inerrantistas consideran a la declaración de Chicago (que se construyó en forma de afirmaciones y negaciones) como el documento contemporáneo por excelencia en defensa de la inerrancia. En marzo del 2015 el tema central abordado por la Shepherd’s Conference fue la reafirmación de la inerrancia bíblica. En dicha conferencia se reunieron pastores de más de 70 naciones del mundo en torno a este tema. El conflicto contemporáneo por la inerrancia bíblica es un tema que debe profundizar todo estudiante de teología y también cada creyente interesado en comprender los ataques de carácter interno que sufre la iglesia.
Una columna que sostiene nuestra fe: Sola Scriptura.
Negar la inerrancia es negar la verdad misma de Dios, es debilitar la autoridad de la Palabra, es sucumbir ante el relativismo destructor; es atribuir error al Señor Jesucristo, ineficiencia al Espíritu Santo, fundamentos de cartón a la iglesia de Cristo. El fundamento de la iglesia es el Señor Jesucristo. Él es la perfecta roca sobre la cual fue fundada la iglesia. Esto incluye a Su Palabra entregada como un legado por medio de los apóstoles, obra en la cual el Espíritu Santo tiene un gran protagonismo. El Hijo habló de parte del Padre y el Espíritu confirmó el mensaje del Hijo, en esta labor no hay espacio para el error. El fundamento de la Sola Scriptura se basa en la inerrancia bíblica. [notice] Javier Bello es el pastor de la Iglesia Reformada Sola Gratia en Asunción, Paraguay. Está casado con Eliana Ballasch desde diciembre de 2010. Puedes seguirlo en Twitter.[/notice]