Nota del editor: en esta serie reflexionaremos en los Diez Mandamientos a la luz de la obra de Jesús. Puedes encontrar el primer artículo aquí.
No todas las formas de encontrar a Cristo en un texto bíblico son legítimas. Trazar una línea que vaya desde nuestro pasaje a la persona y obra de Cristo no debe hacerse con creatividad humana sino con atención cercana al significado natural del texto y su desarrollo bíblico a través de la historia de la redención. En esta serie de artículos presentamos formas legítimas de conectar cada uno de los Diez Mandamientos con Jesucristo mediante el uso de la teología bíblica.
Dios ha prohibido que hagamos imagen y semejanza de Él
El segundo mandamiento se expresa en Éxodo 20:4-6 prohibiendo hacer imágenes o semejanzas de Dios en formas de la creación: “de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”. Además de esto, el mandamiento también prohíbe adorar estas representaciones de Dios. Dios aborrece la adoración ilegítima mediante representaciones. No podemos adorarle basados en nuestra propia opinión. El texto hebreo dice que está prohibido hacer Pesel (imagen) y Temunah (semejanza). El primero significa: una representación de dios o dioses, un ícono, un ídolo o una imagen tallada. El segundo puede traducirse como: apariencias, formas o figuras de retrato, expresiones visuales o cualquier cosa que resemble a Dios. En otras palabras, Dios prohibió crear cualquier forma de expresar Su naturaleza y carácter visualmente: “ya que no visteis ninguna figura el día en que el SEÑOR os habló en Horeb de en medio del fuego” (Dt. 4:15-18). Este fue el mandamiento que Israel quebrantó cuando confeccionaron un becerro de oro para representar a Yahveh, el Dios fuerte que les sacó de Egipto.
Dios ya ha creado Su imagen y semejanza
Ya que entendimos el significado del mandamiento surge la pregunta, ¿cómo podemos ver a Cristo en este mandamiento? Para responderla debemos trazar su tema bíblico (el cual es: “la representación de Dios mediante imagen y semejanza”) desde Génesis hasta Apocalipsis. Lo primero que notamos es que la Biblia comienza diciéndonos que Dios ya ha creado a alguien con Su imagen y semejanza: el ser humano. Observemos la clara conexión textual entre nuestro pasaje bíblico y la narración en Génesis:
- Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza (Gn. 1:26).
- “No te harás imagen, ni ninguna semejanza” (Ex. 20:4, RV60).
Dios está contando una historia redentora con Su imagen y semejanza
La historia bíblica de la imagen y semejanza de Dios se va desarrollando de la siguiente manera:
- Creación del hombre y la mujer a la imagen y semejanza de Dios (Gn. 1:26).
- Corrupción de la imagen de Dios en el ser humano por causa el pecado (Gn. 3:1-7). La imagen de Dios no fue eliminada, pero fue devastada o deformada.
- Sustitución de la imagen de Dios (Ex. 32:7-8). La verdadera imagen de Dios, los seres humanos, confeccionaron falsas imágenes de Dios en desobediencia al claro mandato de Dios (Ex. 20:4-6). Las imágenes vivas fabricaron imágenes muertas (Sal. 115:5-8).
- La revelación de la perfecta imagen de Dios en Cristo (Jn. 1:18; 2 Co. 4:4; He. 1:3). El perfecto Hijo de Dios se hizo hombre, la imagen terrenal de Dios, y vivió una vida que reflejó a Dios perfectamente. “Él es la imagen del Dios invisible” (Col. 1:15).
- Restauración o redención de la imagen de Dios en nosotros por la obra de Cristo (Ro. 8:29). La imagen de Dios está siendo progresivamente restaurada y perfeccionada en el proceso que la Biblia llama santificación.
- Consumación o perfeccionamiento de la imagen y semejanza de Dios en nosotros. “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es” (1 Jn. 3:2).
Esta es la historia que Dios está contando donde Él es glorificado por sus imágenes. Este es el propósito de la Biblia, revelar a este Dios que está contando esta historia, que está obrando en la historia universal para llevar a cabo Su gran plan de redención.
Cristo es la pieza central en la historia de la imagen y semejanza de Dios
En conclusión, hay muchas razones prácticas y teológicas por las que Dios nos prohíbe representarle con imagen y semejanza, pero la razón más poderosa es la siguiente: Dios ya ha creado Su imagen y está contando una historia con ella, y nosotros no debemos sabotearla. La historia continúa, y queremos honrarla y verla desarrollarse sin obstáculos hasta su consumación. Los ídolos son obstáculos, imágenes muertas que nos distraen de las imágenes vivas que Dios ha hecho y Su plan de redimirlas y perfeccionarlas. La historia tiene como pieza central la persona y obra redentora de Cristo. Si nosotros amamos esta historia que Dios está contando, este evangelio de salvación, entonces amaremos el segundo mandamiento.