Una apropiada doctrina de la conversión te dará poder pastoral. Ilustración personal Permíteme compartir en seguida una ilustración. En una ocasión confesé un deseo ilícito a un amigo mío, y le expliqué que, paradójicamente, mi teología sabía que eso estaba mal, pero que parte de mi ser era tentado a justificarlo porque sentía que eso estaba «enraizado en mi persona» y que «era parte del cableado de mi alma». Esas fueron las palabras que utilicé para explicarle hasta qué punto el deseo me hacía sentir, verdaderamente, como mi auténtico yo. Mi amigo, con dulzura, se limitó a citar, para mí, Efesios 4:22, que lee: «en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos». Y destacó «el viejo hombre» enfáticamente. Sí, es cierto que tales deseos pueden estar entretejidos o cableados en mi propia persona. Tu viejo hombre está corrompido. ¿Qué esperabas, Jonathan? Esos deseos, en cierto sentido, son yo mismo. Ah, pero hubo buenas noticias a la vuelta de la esquina. Mi amigo terminó de leer el pasaje: pero «que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad» (v. 23-24). Espera un segundo, tengo un nuevo ser, ¿no es cierto? Hay un viejo yo, por supuesto, pero también hay un nuevo yo. Y este nuevo yo se está creando… recuerda, retén esto… a la semejanza de Dios. Dicho brevemente, mi amigo me recordó mi conversión con unas pocas palabras de la Escritura. Y en el estado de ánimo melancólico que yo había tenido ese día, alimentado por la frustración de querer algo que no podía tener, su recordatorio me devolvió la alegría. Me dio esperanza. Dos lugares de poder pastoral ¿Ves cómo hay poder pastoral en una comprensión adecuada de la conversión? ¿En las realidades y promesas de una nueva creación de vida?
- Te da la capacidad de animar y avivar a tus hermanos y hermanas en Cristo, que están atrapados por el pecado.
Tal vez sea una adicción. Quizás es un sentimiento de odio hacia un hermano o hermana en la iglesia. Puede ser un sentido de desesperación cuya causa permanece oculta. Lo que sea. En muchos de estos casos, el pecado, mentiroso como es, pretende ser inevitable. Se pone la máscara de lo «real» o «auténtico» o del «cómo me siento» o lo «natural», e incluso, lo «justo». Sin embargo, una adecuada doctrina de la conversión expone la mentira en todas sus posturas. «Sí, tus sentimientos pueden ser naturales, pero no, tú no estás atrapado por ellos, puesto que el cristianismo es sobrenatural. Tú eres libre». La gente se siente obligada por su pecado, la doctrina cristiana de la conversión ayuda a los cristianos a saber que no lo están. Aun cuando la lucha es larga, y cada dos pasos hacia adelante parecen ser seguidos por un paso atrás (¡o más!), el poder del cambio proviene del reconocimiento de lo que Cristo ha hecho en la hechura de una nueva persona.
- Te da la capacidad para asegurarles a los cristianos de su nueva y diferente clase de vida.
El cristianismo ofrece la vida del Hijo, a cuya imagen se nos está rehaciendo. Es una vida de santidad, de amor y de unidad con el pueblo de Dios. Es una vida de sufrimiento, pero también de saber de la esperanza y del poder de la resurrección en medio de tanto sufrimiento. Y aquí está lo sorprendente. Estas garantías no sólo pertenecen a los llamados «imperativos del Nuevo Testamento»: «Id y sed santos y permaneced unidos los unos con los otros». Ellas pertenecen a los indicativos: «Esto es lo que tú eres». Hay un hombre nuevo, y ese nuevo ser es uno con los santos y es santo como el Hijo. El contexto cultural Ahora bien, hay un telón de fondo cultural en todo esto que vale la pena reconocer. Nuestra cultura romántica favorece lo real, lo natural, lo auténtico. El auto-descubrimiento y la auto-expresión son nuestros actos morales más grandes. Y estas actitudes se han infiltrado en las iglesias y han remodelado nuestras ideas acerca de la conversión, la pertenencia y hasta nuestra identidad nueva en Cristo. Los pastores dirán que todos estamos en una búsqueda permanente. Todos estamos en nuestro propio viaje. Eso significa que usted dé un paso y luego otro, y luego otro. Sin embargo, lo que le falta a la lógica de estas populares metáforas pastorales es la idea de la ruptura decisiva con el pasado: un rescate de la potestad de las tinieblas, la muerte y la resurrección. Un viaje de descubrimiento es una cosa muy distinta de un entierro y una resurrección, de un hombre viejo y un nuevo yo. Es cierto que las vivencias nos cambian. Estamos evolucionando a través de las vivencias. Y, a decir verdad, el crecimiento espiritual puede sentirse menos parecido a la transformación de las orugas en mariposas y más similar a una tabla de progresión evolutiva. Mi punto de vista significa que ese lenguaje no tiene puntos de conexión espiritual. Pero no debemos olvidar lo que el Nuevo Testamento enseña acerca del poder de la escatología de última hora en la historia actual. La nueva creación ocurre ahora, no en el futuro. ¡Esa es la conversión! Sentado frente al alcohólico Así que estás ahí, sentado frente al alcohólico, o a la víctima de la infidelidad conyugal, o al diácono intratable que está causando una división en la iglesia, o quizás estás frente a la joven pareja que no soporta el tener que cantar himnos. ¿Cuál es tu tarea? Debes recordarles que son cristianos. Tal vez los ayude que tú vuelvas a recordarles su bautismo, como lo hace Pablo en Romanos 6. Ellos han sido sepultados y resucitados ¡Guao! ¿Realmente quieren seguir pecando, o quieren buscar la libertad, van a buscar el poder de perdonar o van seguir insistiendo en su propio camino, al igual que lo hace el mundo? ¿Cómo podrían? Han muerto al pecado, y han trazado una nueva vida con Cristo. Tu tarea pastoral, de una manera u otra, es encontrar las palabras y hacer las preguntas que permitan a los santos, todavía pecadores, entender lo que significa ser… escucha bien… un cristiano nacido de nuevo. En pocas palabras: predica, enseña, canta, alaba a Dios en oración, y promueve la doctrina correcta de la conversión. Hay poder subestimado allí. Cuanto más lo entienda su gente, más poder pastoral tendrá para pastorearlos. No sólo eso, van a poseer tal poder para persuadirse y equiparse el uno al otro. Este artículo fue publicado primero en la revista 9 Marcas.