Jim apagó las luces, cerró la puerta de la oficina y se dirigió hacia el estacionamiento. Echó un vistazo a su reloj, eran las 20:30 hrs. Usualmente hubiera recogido algo para cenar de camino a casa, sin embargo, no podía dejar de pensar en ese sutil y sensual gesto de Kelly, su nueva secretaria. ¿Sería acaso una invitación? Pensó en su interior mientras se subía al auto y arrancaba el motor. Jim se reclinó en el asiento de cuero y cerró sus ojos. Él quería aventura, algo más que lo que su esposa, hijos, iglesia y trabajo aparentemente podían ofrecerle. La casa de Kelly no estaba exactamente en el camino de regreso a su casa, pero no le pareció riesgoso tan solo pasar a visitarla. Puso el motor en marcha, salió del estacionamiento y aceleró su marcha hacia el barrio de Kelly. Mientras se acercaba a la casa, aminoró la marcha y miró hacia las ventanas del frente. Para su sorpresa, Kelly lo vio y lo saludó a través de la ventana de la cocina. La vio dirigirse hacia la puerta. “No hay daño alguno en tan solamente detenerme y saludarla”, razonó. Estacionó su auto y se bajó. El camino hacia la tentación Proverbios 4:14-15 nos dice: “No entres en la senda de los impíos, ni vayas por el camino de los malvados. Evítalo, no pases por él; apártate de él y sigue adelante”. Para ser más específico, Salomón dice: “Porque los labios de la extraña destilan miel, y su lengua es más suave que el aceite; pero al final es amarga como el ajenjo, aguda como espada de dos filos. Aleja de la extraña tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa” (Proverbios 5:3-4,8). Muy a menudo nos situamos en el camino de la tentación, incluso cuando sabemos que nuestra carne es débil. Muy a menudo nos “acercamos a la puerta de su casa”. – Ese sitio web (que sabemos) que nos guiará a imágenes más explícitas. – Aquel bar en el cual consumimos más de lo que sabemos es correcto. – Las mesas de juego donde despilfarramos nuestro dinero. – La tienda que vende analgésicos, incluso cuando sabemos que los dolores ya se han ido. – Literalmente, la puerta de una mujer que no es nuestra esposa Se ha dicho que cuando la fantasía se encuentra con la oportunidad, el resultado da a luz al pecado. Muy seguido oímos la condenación de la fantasía, la concupiscencia y la avaricia, estas no solamente nos guían a la ruina espiritual, sino que también desagradan a nuestro amado Padre Celestial. ¿Pero qué acerca de la oportunidad? ¿Qué acerca del camino de la tentación? Proverbios nos dice que “alejemos nuestro pie de ella y que pasemos de largo”. Tenemos que entender acerca del peligro real y los efectos nocivos del pecado en nuestras vidas, y que el camino de la tentación está alineado con la destrucción ocasionada por las buenas intenciones. Incontables hombres y mujeres se han encontrado atrapados en una existencia lúgubre y sin esperanza porque han creído la mentira de que el camino a la tentación es seguro, cuando en verdad no lo es. Mis hermanos y hermanas, necesitamos oír esta advertencia: situarnos en el camino de la tentación expone nuestras debilidades al pecado y el pecado produce conmoción interna, daño en las relaciones personales, tinieblas espirituales, y una fractura en la relación que experimentamos con Dios. Nada bueno surge de descender en el camino de la tentación. Que podamos “no hacer provisión para la carne” (Romanos 13:14) y no “darle oportunidad al Diablo” (Efesios 4:27). Que podamos alejarnos del camino de la tentación y no acercarnos a la puerta de su casa. No somos tan solo llamados a evitar la tentación, sino que también somos llamados a “remontarnos” con libertad, esperanza y misericordias diarias en la autopista de la santidad. La autopista de la santidad La profecía de Isaías, aunque en gran parte desoladora y llena de advertencias para el pueblo de Dios, anticipa un día cuando Dios reunirá y salvará a Su pueblo de sus pecados a través de un Salvador sufriente. Y cuando el Señor venga, Su pueblo se regocijará en Su presencia y cantará las maravillas de Su admirable gracia. Isaías desarrolla el cuadro: “y habrá allí calzada y camino y será llamado Camino de Santidad” (Isaías 35:8). Dios no nos salva para que continuemos en el camino de la tentación y el pecado; Él nos salva para que seamos un pueblo santo así como Él es santo (1 Pedro 1:16). Él nos salva para que seamos Su especial tesoro y para que proclamemos las virtudes de aquel que nos sacó de las tinieblas a Su luz admirable (1Pedro 2:9). Esto mis amigos, es la misericordia que viene por la mañana. Esta es la conciencia limpia y paz en el alma que anhelan cuando reposan su cabeza sobre la almohada por la noche. Andar en la autopista de la santidad trae el óleo de alegría y la copa de bendición, el gozo de atesorar a Cristo y los pies que andan sobre las alturas. Andar en la autopista de la santidad es rendir toda tu vida en sumisión y servicio al Rey de reyes y Señor de señores. ¡Oh!, tú que pones tu confianza en los méritos de Cristo, aléjate del camino de la tentación y corre hacía Aquel cuyo yugo es ligero y liviana Su carga. Aunque tentado en todos los aspectos, así como nos pasa a nosotros, Jesús nunca cedió. Él fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Él anduvo en el camino del sufrimiento para que nosotros pudiéramos andar en el camino de la santidad. Dos maneras prácticas Quiero dejarlos con maneras prácticas para alejarse del camino de la tentación y dirigirnos hacía la autopista de la santidad. Primero, de forma regular echa mano a los medios de gracia –la Palabra de Dios, la mesa del Señor y la oración– con sinceridad y fervor para obtener más conocimiento y amor a Cristo. Dios usa estos medios ordinarios para llevar a cabo Sus propósitos en ti. El hijo de Dios que medita en las Escrituras tendrá un cada vez mayor desagrado por el camino de la tentación y un creciente deseo por andar en la autopista de la santidad. Serás como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto en su tiempo (Salmos 1:3). Segundo, mis hermanos. Necesitan a otros hombres que los amen y los conozcan. Necesitan hombres que se preocupen por ustedes, por sus vidas, sus matrimonios, la salud de ustedes, y también por sus almas y que les adviertan acerca de los senderos de la tentación. Necesitan hermanos que lloren a su lado y que se regocijen con ustedes, y que los dirijan al Salvador. Y ellos también necesitan que ustedes hagan lo mismo. En cuanto a mis hermanas, sean pacientes con sus hermanos y anímenlos en pos de la santidad. Ustedes, también, necesitan otras compañeras peregrinas, tanto mayores como más jóvenes que las estimulen en el amor y las buenas obras. La tentación viene en diversas formas y su camino nunca está demasiado lejos. Sin embargo, atesoren las Escrituras cada día y encomienden su corazón al Señor. No cedan, amamos (y necesitamos) ver la pureza de ustedes, su amabilidad y el deseo de caminar con Jesús. Que nuestro Dios los bendiga y los guarde, y que los guíe en el sendero de la justicia por amor de Su nombre (Salmos 23:3).