Thomas Manton: ejemplo de la sabiduría en los puritanos

La tradición cristiana reformada se caracteriza por su énfasis en glorificar a Dios y encontrar deleite en Él. En esta oportunidad, consideraremos los pensamientos del puritano Thomas Manton sobre la sabiduría que trasciende el mero conocimiento.
Pintura: Gustavus Ellinthorpe Sintzenich

“El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios y gozar de él para siempre”. Esta oración, que corresponde a la primera respuesta del Catecismo Menor de Westminster (1648), marcará para siempre el espíritu de la tradición cristiana reformada en distintos lugares, periodos y denominaciones evangélicas. Para la teología y cosmovisión reformada no hay otro fin mayor que la gloria de Dios. Y en eso se deleita el cristiano. Por supuesto que esto también se reflejó en otros periodos y grupos dentro de la historia de la iglesia; en esta línea, y dentro del protestantismo del siglo diecisiete, fueron los puritanos reformados quienes dejaron por escrito aquel principio que inspirará y fortalecerá una vida para la gloria de Dios.

Los puritanos ayudaron a consolidar y desarrollar la confesionalidad reformada. Sería un craso error pensar que la teología reformada es expresada solamente en los escritos de Juan Calvino (1509-1564), de hecho, los puritanos nos estimulan a ir mucho antes del teólogo ginebrino. En los escritos de los puritanos es común encontrar referencias sobre los Padres de la iglesia y teólogos medievales. En otras palabras, los puritanos nos invitan a considerar sabiamente la herencia cristiana que es elemental para el desarrollo de la teología en nuestros distintos contextos.

Un importante puritano fue Thomas Manton (1620-1677). La verdad es que podemos aprender mucho de este pastor cuya simplicidad y profundidad teológica quedaron escritas en sus obras que en total conforman veintidós volúmenes de acuerdo con la edición de 1873. Es justamente el volumen cuatro el que contiene un comentario práctico del libro de Santiago. Desde ahí podemos extraer profundos tesoros que sin duda edificarán la vida de todo cristiano.

Thomas Manton (1620-1677) fue un clérigo puritano inglés,secretario de la Asamblea de Westminster y capellán de Oliver Cromwell.

Principios de la sabiduría

Para Manton, la sabiduría está íntimamente ligada a un conocimiento que no está separado de la práctica, “el primer requisito de la verdadera sabiduría es honrar el conocimiento con práctica”. Es decir, a mayor conocimiento, mayor es el deber para con otros. Este deber no está solamente relacionado con palabras, sino con la vida misma. Hay sabiduría cuando entendemos que por más que hablemos o escribamos correctamente, es la vida lo que refleja aquello que está en nuestro corazón. De acuerdo con Manton, “un cristiano es mejor conocido por su vida que por su discurso”.

Hipocresía cubierta de “sabiduría”

“La hipocresía es una mentira práctica”, nos dice Manton. La raíz de los males de la lengua se encuentra en un corazón envidioso que, en pretensión de celo y justicia, en realidad cultiva “celos amargos”. El celo incubado en corazones celosos amarga a todos los que nos rodean, haciéndonos desagradables con quienes entablamos conversaciones en nombre de la justicia. La envidia es peligrosa porque se desarrolla en conjunto con las “ambiciones personales” o, mejor dicho, con los “pleitos”. Según Manton, la “envidia es la madre de las disputas. A menudo están acopladas”. De esta manera, la envidia nos hará perseguidores de otros debido a su definición. Manton describe lo siguiente:

La envidia es un deseo ansioso de nuestra propia fama, y una difamación de lo que otros tienen… Descontento por el estado bueno y próspero de otro hombre… En las cosas carnales es miserable, en las cosas superiores es diabólica; por una parte, participamos con las bestias, que vorazmente buscan quitarse la presa unos a otros; por otra parte, con los demonios y ángeles malos, que, caídos de la felicidad, ahora maldicen y envidian a los que la disfrutan.

Una supuesta sabiduría que alberga envidia no es más que animal y diabólica. Manton nos invita a tomarnos en serio a nuestros enemigos. La envidia es uno de ellos. Por más sana doctrina y ortodoxia doctrinal que tengan nuestras cabezas, la envidia será un horrible impedimento para crecer en nuestra comunión con Dios y los demás. La envidia a veces solo utilizará la excusa de precisión doctrinal para decir con la boca. o en una red social, soli Deo gloria, cuando en realidad estamos buscando nuestra propia gloria.

Estimado lector, necesitamos urgentemente desarraigar toda sabiduría carnal de nuestro corazón. Para eso, necesitamos la sabiduría que proviene de Dios.

De acuerdo con Manton, “un cristiano es mejor conocido por su vida que por su discurso”. / Foto: Getty Images

Sabiduría de lo alto

Para Manton, la sabiduría de lo alto es esencial para los cristianos. De lo contrario, aunque poseamos sana doctrina u ortodoxia en nuestras mentes y labios, nuestro comportamiento necio solo dará a conocer una “heterodoxia práctica”. Es por eso que Manton pregunta retóricamente: “¿Qué es más sabio que dirigir las acciones en el temor de Dios, direccionarlas a la gloria de Dios y conformarlas a la voluntad de Dios?”. Es por eso que las acciones que nacen de un corazón sabio son puras y llenas de paz.

Para Manton, la pacificación es una característica de los verdaderos cristianos. Así, aquella persona que es sabia se esfuerza por “mantener la paz, hacer la paz, preservarla donde se encuentra… [los verdaderos cristianos] son pacíficos y pacificadores”. La paz es mantenida cuando no ofendemos. El sabio se abstiene de ofender al Dios de paz como también al prójimo que necesita la paz. En palabras de este puritano:

La verdadera sabiduría, como se cuida de no ofender a Cristo con un pecado, así [también se cuida] de no ofender a los hermanos con un escándalo; como no pecará contra la fe por error, así tampoco contra el amor por cisma. Por la fe estamos unidos a Cristo, por la caridad los unos a los otros; [la verdadera sabiduría] tiene cuidado de que ninguna de las uniones se rompa.

Finalmente, la verdadera sabiduría está llena de misericordia e imparcialidad. La misericordia se muestra a aquellos que “ofenden” como también a aquellos que la “necesitan”. A la vez, esto está conectado a las buenas obras, indicando que la “gran culpa de algunos [es] que cuando empiezan a ser religiosos, dejan de ser humanos”. Así, la persona sabia trata a los demás sin parcialidad, “es decir, sin hacer diferencia entre persona y persona… que de hecho es un punto alto de la sabiduría”. Si esto no es así, lo más probable es que estemos actuando con hipocresía debido a que la necedad es el antónimo de la sabiduría. Tristemente, “el hipócrita es el mayor necio, y se engaña a sí mismo en el asunto; todo lo que gana con sus designios no es más que el pago del infierno”. Por el contrario, el sabio que tiene como fruto la justicia sembrada en paz experimentará el gozo del cielo.

Conclusión

Los cristianos debemos ser sabios. Para eso debemos tener una sana doctrina y una sana práctica. ¿Cómo podemos crecer sabiamente en estos dos aspectos necesarios? Con una sana comunión con el Señor. No podemos crecer en conocimiento teológico, ni tampoco podemos esperar aplicar en la práctica aquello que hemos aprendido si no hay una comunión íntima con Jehová. Lo primero que debemos hacer es conocer diariamente y experiencialmente a Dios. Uno de los padres del puritanismo, William Perkins (1558-1602), dijo: “Porque el conocimiento en el cerebro no salvará el alma. El conocimiento salvífico en la religión es experimental, y aquel que está verdaderamente cimentado sobre Cristo sentirá el poder y eficacia de Su muerte, efectivamente causando la muerte del pecado…”.

En conclusión, seremos familias e iglesias sabias si buscamos tanto una sana doctrina como también una sana práctica que esté fundamentada en la verdad y cuyo fruto sea la paz y la justicia. Así, las personas verán nuestras buenas obras y glorificarán al Padre que está en los cielos. El fin de la sabiduría es que Dios sea glorificado en la medida que gozamos de Él en todo lo que hacemos. 

Israel Guerrero Leiva

Israel Guerrero Leiva (chileno) posee un Máster en Teología (M.Th.) en el Seminario Teológico de Edimburgo y Universidad de Glasgow, Escocia. Actualmente está realizando un Ph.D. en Teología Sistemática en la Universidad de Edimburgo. Junto con su esposa Camila y sus dos hijas —Emma y Eilidh— son miembros de la Free Church of Scotland. Su pasión es contribuir a la formación teológica reformada de los futuros teólogos y plantadores de iglesias en el mundo hispanohablante. Es administrador de la página de Facebook “Bavinck y Kuyper en español”.

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