Es algo que hago enfatizar una y otra vez: tu santificación es un regalo para los demás. Tu continua santificación no es algo que buscas únicamente para tu propio beneficio o para tu propia seguridad, sino algo que persigues para el beneficio de los demás. Este mensaje va en contra de una sociedad occidental individualista, así que es un mensaje que necesitamos escuchar una y otra vez. La santificación de la esposa es un regalo que le da a su marido. La santificación del pastor es un regalo que le da a su congregación. La santificación del padre es un regalo que le da a sus hijos. La santificación del cristiano es un regalo que le da a su familia, vecinos, compañeros de trabajo y al mundo. Aquellos que sienten poca responsabilidad por hacerse santos en pro de su bien, al menos deberían sentir la carga de hacerse santos por el bien de los demás. Nosotros debemos, después de todo, vivir una vida desprendidos de nosotros mismos haciendo a los demás lo que queremos que nos hagan a nosotros. La santificación es un regalo para los demás. Pero también lo son los medios que Dios usa para lograr esa santificación. La realidad es que estamos profundamente atrincherados en nuestro pecado y poco motivados en dejar de pecar. La realidad es que la santidad no siempre parece atractiva y estamos poco motivados en hacerla florecer. Ya sea por esta razón o gracias a sus insondables propósitos, Dios a veces utiliza las pruebas difíciles. Él usa pruebas, penas y sufrimientos. Y a través de todo, Dios nos conforma a la imagen de su Hijo que también fue hecho perfecto a través del sufrimiento (Hebreos 2:10). Él no desperdicia nada. Los medios que Dios usa para santificarnos son un regalo para el resto de la iglesia, de manera que otros puedan ser animados por nuestra fe, que puedan ser motivados por nuestra perseverancia, que puedan llorar con nosotros que lloramos y regocijarse con nosotros que nos regocijamos. La confianza de un hombre en la provisión de Dios en medio de un largo período de desempleo es un regalo que fortalece a los que lo atestiguan. La esperanza de una mujer a pesar de haber perdido su bebe en medio del embarazo, es un regalo que sirve a otros que pronto sufrirán una prueba similar. El dolor piadoso de una viuda, modela la confianza en la resurrección futura a aquellos que lloran con ella. Centrándose de manera específica en los propósitos de Dios durante el sufrimiento, Ligon Duncan dice lo siguiente: «El sufrimiento es el instrumento de Dios para lograr la madurez de toda la iglesia. Dios ordena que nuestro sufrimiento, como una parte en el sufrimiento del cuerpo de Cristo, traiga a la iglesia los propósitos de la aflicción de Cristo. En otras palabras, a veces Dios designa que sus hijos sufran para que todo el cuerpo madure». La santificación es una bendición que se extiende a los demás. Los medios utilizados para lograr la santificación son igualmente una bendición que se extiende a los demás. Dios usa tanto los medios como el fin para fortalecer a Su pueblo y glorificarse a sí mismo.