[dropcap]E[/dropcap]l Dios que ama lo bueno no puede amar lo malo. Ni siquiera puede ser ambivalente hacia lo malo, lo perjudicial, lo destructivo. Tiene que odiarlo. El Dios de la Biblia se revela como un Dios de amor; pero también se revela como un Dios que odia. Hemos estado mirando versos donde la Biblia emplea palabras como «odiar», «abominación», y «detestable», y hemos visto que Dios odia la idolatría y odia la inmoralidad sexual. Hoy volvemos nuestra atención a esto: Dios odia la injusticia.   Dios odia la injusticia Dios gobierna este mundo, y lo gobierna con justicia. «La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono, y tus heraldos, el amor y la verdad» (Salmo 89:14). Dios nos delega autoridad y responsabilidad a nosotros, que estamos hechos a su imagen, y espera que expresemos justicia en su lugar. «Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes» (Proverbios 8:15), y «¡ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios» (Miqueas 6:8). Segú Gregg Allison, justicia es «dar imparcialmente a las personas lo que se les debe, especialmente con respecto a la administración de la ley». La Biblia suele referirse a un tipo específico de justicia, la justicia social, que es «la equitativa distribución de los medios económicos, las posibilidades educacionales, la influencia política, y otras oportunidades similares dentro de una comunidad». El Antiguo Testamento requería que la nación de Israel cuidara de los débiles, los vulnerables, los destituidos. Requería que sus gobernantes rigieran equitativamente, conforme a la ley de Dios. Cualquier falla al respecto era una grave injusticia y traía la amenaza del juicio de Dios. El Nuevo Testamento pone fin a la nación de Israel, pero ciertamente no pone fin a la justicia, porque «la religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es esta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo» (Santiago 1:27). En cuanto a la administración de justicia en la sociedad, los gobernantes civiles están «al servicio de Dios para impartir justicia y castigar al malhechor» (Romanos 13:4; ver también Mateo 25:31-46; Santiago 2:1-13; Hechos 6:1-7). Dios no tolerará nada que esté por debajo de su alto estándar de justicia. Él odia específicamente a aquellos que embaucan a otros para enriquecerse (Deuteronomio 25:13-16). Odia a aquellos que pervierten la justicia declarando culpable al inocente e inocente al culpable (Proverbios 17:15). Odia a los que cometen el acto último de injusticia: el asesinato del inocente (Proverbios 6:17).   Por qué Dios odia la injusticia Dios odia la injusticia porque pervierte su mundo. Dios pretende que la injusticia reine en este mundo por medio de las personas hechas a su imagen. Él llama a la gente a cuidar de los demás con amor y a aliviar su sufrimiento. Greg Foster dice: «El evangelio mismo requiere que la iglesia tenga una visión de justicia que desafíe la codicia y la opresión del mundo. Y al libertar a las personas de su esclavitud espiritual de la culpa y el temor, el evangelio expone la maldad de los poderes del mundo que explotan la esclavitud espiritual para beneficios egoístas. Por eso la iglesia en la tierra es “la iglesia militante”. La iglesia no es la iglesia si no está en guerra con la injusticia del mundo». En última instancia, Dios pretende que las personas hallen su satisfacción en él, de modo que encuentren paz en él y lleven paz a otros mediante la justicia. John Piper dice: «Cuando usamos falsas balanzas, mentimos en el pago de impuestos o encubrimos los hechos en nuestros acuerdos, estamos declarando que la efímera dulzura del pecado debe ser más deseada que la perdurable paz de Dios. Esto no honra a Dios y por tanto no alegra su corazón. “El Señor aborrece las balanzas adulteradas, pero aprueba las pesas exactas”».   El juicio de Dios sobre los injustos Jesús miso habla del juicio final y lo que les sucederá a todos los que cometen actos de injusticia. «Porque tuve hambre, y ustedes no me dieron nada de comer; tuve sed, y no me dieron nada de beber; fui forastero, y no me dieron alojamiento; necesité ropa, y no me vistieron; estuve enfermo y en la cárcel, y no me atendieron» (Mateo 25:42-43). Las personas se preguntarán cuándo y cómo sucedió esto, y Jesús responderá: «Les aseguro que todo lo que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí» (v. 45). Y luego vendrá la consecuencia de su injusticia: «Aquellos irán al castigo eterno» (v. 46). Los injustos no tienen cabida en el reino eterno de Dios. Más bien pagarán el precio más terrible por ignorar a los necesitados y rebelarse contra Dios. En Romanos 1, Pablo destaca una larga lista de pecados que caracterizan a aquellos se apartan de Dios con un odio idólatra, y muchos de esos pecados se relacionan con la injusticia: «Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados» (vv. 29-31). Y en una lista similar en 1 Corintios 6:9-10, dice específicamente que los ladrones, los avaros y los estafadores no pueden heredar el reino de Dios. Dios lo deja claro: los injustos serán castigados por su injusticia.   Esperanza para los injustos Pero hay esperanza para los injustos. Hay esperanza para aquellos que han cometido actos deliberados de injusticia y para aquellos que han fallado en aprovechar cada oportunidad de expresar amor a los demás. Su esperanza es el evangelio de Jesucristo, porque Jesús dijo: «No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Marcos 2:17). Jesús vino a la tierra a salvar a los injustos. En la cruz, el perfecto Hijo de Dios sin pecado sufrió el acto último de injusticia al ser torturado y asesinado. Y, no obstante, la cruz fue el acto último de justicia, porque la deuda de nuestro pecado fue totalmente pagada, sobre sus hombros. Mediante su sacrificio, él satisfizo la ira de Dios contra los injustos, comprando el perdón para aquellos que se volverían a él con arrepentimiento y fe. «Porque Cristo murió por los pecados una vez por todas, el justo por los injustos, a fin de llevarlos a ustedes a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida» (1 Pedro 3:18).   Versículos clave sobre la injusticia

  • Dios odia las balanzas falsamente calibradas para engañar al cliente (Deuteronomio 25:13-16).
  • Dios odia las manos que derraman sangre inocente (Proverbios 6:17).
  • Dios odia a los que justifican a los malvados (Proverbios 17:15).
  • Dios odia a los que condenan al justo (Proverbios 17:15).
  • Dios condena a los que actúan injustamente y recibe a los que actúan justamente (Mateo 25:31-46).
  • Dios ama la religión comprometida con ayudar a los pobres y desamparados (Santiago 1:27).
  • Dios levanta a líderes en la iglesia que aseguren que su pueblo sea atendido equitativamente (Hechos 6:1-7).
  • Dios castigó justamente a su Hijo justo para satisfacer su ira contra los injustos (1 Pedro 3:18).

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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