Desempolvando cuando hay poca luz

Nos damos cuenta de que Su deseo de perdonar nuestros pecados es mucho mayor que el deseo de nuestros corazones de cometerlos.
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Un sábado, temprano en la mañana, su madre le pide a una joven que limpie el polvo de la casa. Diligentemente, la joven se dedica a llevar a cabo esta tarea, limpiando las mesas, las estanterías, las repisas de la chimenea y todas las demás superficies. Más tarde, su madre inspecciona el trabajo y se muestra preocupada. «Mira todo el polvo», dice, mientras pasa el dedo sobre una mesa auxiliar. La hija se da cuenta inmediatamente de lo que ha ocurrido y ofrece una explicación: «He desempolvado en la mañana, cuando todavía la luz del día era tenue, pero ahora el sol de la tarde brilla y ha revelado todo el polvo que antes no podía ver». Un viejo autor utiliza una ilustración similar a ésta para explicar cómo nosotros, como cristianos, vemos más y más evidencia de nuestro pecado a medida que nuestros días pasan. Cuando somos jóvenes en la fe, sabemos que somos pecadores, pero sólo vemos la evidencia más obvia de ello. Inmediatamente nos apercibimos de nuestros pecados más grandes, nuestros pecados más malos, nuestros peores pecados y obedientemente nos arrepentimos de ellos. Sin embargo, sólo tenemos una escasa luz espiritual y no vemos con gran claridad el verdadero alcance de nuestro pecado. Podemos ver el fruto, pero no la raíz. Sólo más adelante, cuando recibimos una luz mucho más significativa, estamos capacitados para ver más, para ver cuán profundo es nuestro pecado, lo firmemente aferrado que está y cuánto de este queda todavía. Por lo tanto, a medida que maduramos en la fe, empezamos a comprender hasta qué punto nuestras acciones pecaminosas surgen de nuestros deseos pecaminosos, hasta qué punto nuestros deseos pecaminosos surgen de nuestros corazones depravados. Es en la medida en que el Espíritu ilumina continuamente la Palabra, de manera más brillante y más pura, que empezamos a entender la verdadera fealdad de nuestro pecado, el verdadero horror de nuestra depravación. Es cuando avanzamos, que nos damos cuenta realmente de que el enemigo más feroz al que cada uno de nosotros debe enfrentarse es nuestro propio ser; pues aunque Satanás puede tentar, sólo nosotros podemos sucumbir, aunque el mundo puede seducir, sólo nosotros podemos complacerlo, aunque la carne puede ofrecer placeres ilícitos, sólo nosotros podemos abrazar sus encantos. Mientras la luz interior se hace más brillante, nuestros corazones parecen cada vez más oscuros. Sin embargo, también hay una esperanza que viene con ese avance espiritual, porque a medida que aprendemos más sobre la oscuridad en nuestros corazones, aprendemos al mismo tiempo más sobre el corazón tierno de Dios, ya que la misma luz que ilumina nuestros corazones también ilumina el suyo. En el pasado conocíamos Su disposición a perdonar los pecados que cometimos siendo ignorantes de Su ley, pero ahora también vemos Su disposición a perdonar los pecados que cometimos desafiando Su ley. En el pasado vimos Su voluntad de perdonar los pecados que cometimos cuando éramos extraños, pero ahora vemos también Su voluntad de perdonar los pecados que cometimos siendo Sus amigos. Llegamos a conocerlo como un Dios que ha perdonado, que perdona y que siempre perdonará, un Dios de paciencia, de misericordia y de amor inagotable. En la medida en que la luz de Dios brilla cada vez más en nuestro interior, aprendemos que aunque nuestros corazones se mueven en muchas direcciones, a veces hacia lo que está mal y a veces hacia lo que está bien, Su corazón con respecto a nosotros, sólo se inclina hacia lo que es mejor: hacia la misericordia y el perdón. Aprendemos que aunque pecamos contra nuestro mejor juicio, Dios perdona de una manera que sólo es coherente con Su juicio perfecto. Nos damos cuenta de que Su deseo de perdonar nuestros pecados es mucho mayor que el deseo de nuestros corazones de cometerlos. Llegamos a saber que la luz ha llegado y que las tinieblas nunca podrán superarla.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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