Cetros, coronas y tronos

Si hay cetros en el reino invisible de Dios, estos no se agarran con los puños cerrados, sino que se entregan con alegría al verdadero rey.
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Mis viajes me han llevado a través de muchos castillos en muchos reinos; mi travesía a través de muchos palacios en muchos lugares. He visto los edificios más grandiosos jamás diseñados por la mente de los hombres para mostrar el valor, la valía, la grandeza de sus habitantes. He visto salones con tronos concebidos para deslumbrarnos y abrumar los sentidos; también cetros y coronas cuidadosamente compuestos para simbolizar el poder, la autoridad y la majestad de pontífices y potentados por igual. Me he detenido en muchos de estos castillos y palacios a observar tronos: tronos recubiertos de oro, tronos adornados con piedras preciosas, tronos que están colocados sobre grandes plataformas para que el que se siente en ellos esté en un lugar prominente, un lugar de preeminencia, un lugar elevado por encima de todos los demás. Estos tronos se elevan en lo alto para simbolizar el poder único, la fuerza única, el valor único de los que se sientan en ellos. Los peldaños que conducen a los tronos de los monarcas siempre conducen hacia arriba, no hacia abajo. Después de todo, este es un mundo orientado hacia los fuertes, hacia los ricos, hacia los poderosos. Es un mundo que premia a los que se esfuerzan por salir adelante, a los que están dispuestos a pisotear a los demás, a los que se elevan a costa de amigos y enemigos por igual. Es un mundo en el que los hombres luchan por el poder, compiten por el dinero, en el que los hombres no se detendrán ante nada hasta tener no sólo lo suficiente para satisfacer sus necesidades, sino para tener exceso, para tener abundancia, para tener más que nadie. Pero más allá y dentro de este mundo visible, hay uno invisible que funciona con principios muy diferentes. Más allá de los reinos oscilantes y tambaleantes de los hombres, está el reino establecido y constante de Dios, que lo pone todo patas arriba. Porque en este reino el camino a las alturas pasa por los valles, el camino a las riquezas pasa por la más absoluta bancarrota. El camino para llegar a lo más alto es buscar lo más bajo, el camino para alcanzar la riqueza es buscar la pobreza, el camino para ser considerado mucho es estimarse como poco. Es en este reino donde los últimos cuentan más que los primeros, donde los débiles se consideran más poderosos que los fuertes, donde los que lloran son más grandes que los que sólo han reído. Donde los hombres se aferran y luchan por el poder, Dios valora a los que buscan la humildad. Donde los hombres subyugan gustosamente a otros para salir adelante, Dios valora a los que son mansos y de temperamento suave. Donde los hombres tienen hambre y sed de riquezas y protagonismo, Dios promete satisfacción sólo a los que tienen hambre y sed de justicia. Donde los hombres exigen justicia para todos menos para ellos y satisfacción por toda transgresión menos la suya, Dios ama a los misericordiosos y promete que son ellos los que recibirán misericordia. Son los perseguidos los que se mantendrán en pie al final y los que verán la plenitud del reino eterno de Dios. Si hay cetros en el reino invisible de Dios, estos no se agarran con los puños cerrados, sino que se entregan con alegría al verdadero rey. Si hay coronas en el reino invisible de Dios, sólo se llevan para poder despojarse de ellas  y arrojarlas a sus pies. Si hay tronos en el reino invisible de Dios, no se adornan con oro ni con joyas, sino con palabras de dulzura y actos de bondad. Y los peldaños de estos tronos no conducen a un lugar de preeminencia para que los que se sientan en ellos puedan ser vistos y glorificados, sino que conducen hacia abajo, hacia el lugar de la humildad, el lugar del servicio, el lugar al que el mismo Rey ha conducido.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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