Cambio de cancha: Del fútbol profesional al ministerio pastoral

Veinte dos años después de haber anotado en un partido contra Manchester United, todavía de vez en cuando veo el video con los momentos más destacados de ese partido y escucho al comentarista decir: «Clarke con un lanzamiento al arco… esta fuera de las manos del portero… Peacock maneja la pelota… ¡GOL! ¡Chelsea toma la delantera!» Aún puedo sentir la electricidad y la euforia de ese momento. Es el tipo de situación que cada niño en Inglaterra sueña con alguna vez vivir. Ese gol nos dió la ventaja sobre Manchester United, una ventaja que nunca cedimos. Los derrotamos 1-0 tanto de local como de visita en esa temporada (1993 – 94), una hazaña poco común contra el mejor equipo del país y yo anoté el gol ganador en ambas ocasiones. Dios me hizo un cristiano, pero también me hizo un futbolista. Y cuando jugué, «sentí su placer», así como el gran Eric Liddell una vez dijo, «Dios fue bueno ese día en la cancha en 1994. Y Dios es bueno ahora, lejos de eso».

Una llamada desde Canadá

El fútbol  es un microcosmos de cultura. Los jugadores profesionales de fútbol reflejan las tendencias y muchas veces las crean: cortes de cabellos, tatuajes, autos y ropa (piensa en David Beckham). Además, tienes subidas y bajadas gigantes en tan solo una semana. En un minuto estas perfectamente saludable y al siguiente estas lesionado. Un día tienes abundante dinero en tu bolsillo y al día siguiente pierdes tu carrera. Saboreas la felicidad de trabajar como equipo para lograr un gol emocionante, luego eres testigo de matrimonios destruidos, e incluso de vidas, alrededor tuyo. Es un asunto de alto riesgo y el carácter de un hombre está desnudo sobre el pasto del estadio. Fui bendecido de tener una satisfactoria carrera con equipos como Chelsea, Newcastle y QPR por más de 18 años y 600 juegos como jugador profesional. Después de poner fin a mi carrera en el año 2002, una nueva aventura se presentó: 6 años trabajando en las transmisiones de BBC Sports. Fue una segunda carrera de ensueño. Grandes eventos deportivos como European Championships y Copas Mundiales eran la cobertura del pastel de partidos habituales de la Premier League. La Premier League es la liga de fútbol más emocionante del mundo. Los mejores jugadores del mundo desean jugar en esta liga por el prestigio y la paga que ofrece. Mientras que 115 millones de personas ven el Super Bowl, un partido de la Premier League entre Manchester United y Liverpool que atrae a una audiencia mundial de 500 a 600 millones de personas. La mayoría de los jugadores afirman que las dos mejores carreras a seguir luego de haber sido jugador es ser director técnico o ser comentarista deportivo. Era un emocionante privilegio estar en vivo para 4 millones de personas a lo largo del Reino Unido cada semana, dando análisis y manteniéndome involucrado en el juego que amaba. Pero el Señor me dió también otro llamado: ser un ministro del evangelio. He sido cristiano desde que tenía 18 años, pero el llamado al ministerio pastoral llegó hace 10 años. La iglesia lo confirmó y luego de un tiempo de reflexión, dejé mi trabajo en la BBC. En el año 2008, junto a mi esposa y mis dos hijos, cambié las costas de Inglaterra por el anonimato  en Canadá. Allí comencé una temporada de estudio y preparación. Fue un gran cambio, pasar de prepararme para una transmisión mundial a estudiar para un examen final de Hebreo a las 8 a.m.  Hoy, ocho años después, sirvo como pastor de la iglesia Calvary Grace Church de Calgary y como director de divulgación internacional del «Council on Biblical Manhood and Womanhood» [Consejo sobre masculinidad y femeinidad bíblica].

Complementariedad cautivante

Por mucho que amara el fútbol, amo predicar el evangelio mucho más. Son las mejores noticias del mundo. Una vez eras condenado como hijo de ira; ahora eres libre y eres adoptado como hijo de Dios. Pero estas buenas noticias impulsan aún más allá y conducen a comportamientos éticos guiados por el poder del Espíritu Santo en áreas tales como nuestra sexualidad. A traves de las predicaciones de John Piper, comencé a comprender cómo dos pasiones, el evangelio y el género, están íntimamente relacionadas. El primer sermón que alguna vez escuché predicar a Piper fue uno que hablaba de la masculinidad bíblica. Recuerdo haber pensado que nunca antes había escuchado a alguien predicar así. Fue electrizante. Y tenía completo sentido. Yo mismo había visto la desintegración de la masculinidad de primera mano. Cuando comencé como un joven jugador de fútbol profesional en 1984, a los aprendices se nos daban a realizar todos los trabajos difíciles que nadie quería. Limpiar los camarines, recoger la ropa sudada, sacar brillo a los zapatos de fútbol de otros jugadores, etc. Y se esperaba que realizaramos todas estas tareas sin quejas. Si te quejabas o mostrabas alguna falta de respeto hacia los profesionales más experimentados, ellos te arreglarían. Sin embargo, vi cómo las cosas cambiaban a lo largo de los años. Para el final de mi carrera, mucho jóvenes aprendices, quienes no habían sido guiados ni habían sido sometidos a una mentoría, llegaban con la sensación de que tenían derecho de algo. Llevaban ropa de diseñador y conducían autos de lujo sin haber logrado nada. Si se les pedía que limpiaran los zapatos de fútbol, en el mejor de los casos, hacían el trabajo de mala gana. Y si eran criticados se ponían a la defensiva. Resistencia a la autoridad, falta de disciplina y reducido autocontrol caracterizan a muchos hombres jóvenes hoy en día. Pero la masculinidad no se trata de ser «macho»; se trata de ser maduro. Y en nuestros días muchos han perdido el guión para la masculinidad y la femineidad. Aunque los deportes pueden señalar ciertos rasgos de una masculinidad madura, siempre de manera definitiva debemos acudir a las Escrituras para encontrar la fuente de la masculinidad según Dios. Podemos recuper esta masculinidad, para nuestro gozo y la gloria de Dios, solo volviendo a la Palabra, como Owen Strachan y yo escribimos de esto en «The Grand Design» (El gran diseño), (Christian Focus, 2016). La complementariedad es una cuestión de creación (cf. Gen. 1:27), una imagen de la redención (cf.  Ef. 5:32), una esperanza de la consumación (cf. Ap. 19:7-9) y una realidad trinitaria (cf. 1 Cor. 11:3).

El  llamado más grande  de Dios

Cuando dejé el fútbol en el año 2008, sabía que el éxito atlético no es lo que finalmente trae gozo. El fútbol es demasiado superficial para lograr cautivar al corazón. Solo el Hijo de Dios hace eso. Solo Él puede traer verdadera felicidad y una esperanza duradera. Y la Palabra de Dios nos reorientará hacia su gloriosa visión para hombres y mujeres. Esta es una visión de la masculinidad y la femeneidad centradas en el Evangelio que cambia matrimonios, ayuda a los hombres a luchar contra la lujuria, sirve y fortalece a las mujeres y hace que las iglesias sean apasionadas por la gloria de Cristo entre las naciones. Anotar contra el Manchester United fue increible, pero ministrar en nombre de Jesús ha sido mucho mejor. Foto: bbc.co.uk – © copyright 2018 BBC

Gavin Peacock

Gavin es pastor de la Iglesia Calvary Grace de Calgary y director de alcance internacional del Consejo sobre la masculinidad y la feminidad bíblicas.

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