Por la gracia de Dios tengo el privilegio de servir en mi iglesia local por ya casi 15 años en el ministerio musical y en ese transcurrir del tiempo he podido conocer no solo la forma y la dinámica del trabajo de nuestro ministerio, sino también la de muchos ministerios locales e internacionales a la hora de trabajar en el acoplamiento de los músicos. Son muchos los agentes que influyen en las dinámicas de trabajo del ministerio musical, pero debemos tener en claro que los factores culturales, tradicionales, educativos, económicos y de cualquier otro tipo no deben ser una excusa para no dar lo mejor de nosotros en cada oportunidad que tengamos de expresar nuestros talentos al Señor, pues no hay que ser un profesional de la música o tener una gran iglesia para entender que ofrecerle lo mejor a Dios comienza con dar la excelencia con lo que tienes. Dios espera que hagas lo mejor con lo que Él te dio y no con lo que tú consideras qué es lo mejor. En otras palabras tú y yo no determinamos qué es lo mejor para Dios, eso lo determina Él, nuestro llamado es conocerle a través del estudio constante y sistemático de su palabra para poder saber que es lo que Él espera verdaderamente de nosotros. Al hablar de montar o ensamblar un canción hay muchos factores a tomar en cuenta por lo que creo que cada uno de los puntos que hablaremos son básicos y su buena aplicación podrá ayudarnos a dar lo mejor de nosotros con lo que tenemos en nuestras manos y nos ahorrará tiempo en el manejo operativo del ministerio. El bosquejo general que desarrollaremos es el siguiente:
- La selección de las letras (El repertorio)
- La selección de la música (El acompañamiento)
- La preparación previa al ensayo
- El ensayo
- La puesta en escena
- Organiza tu repertorio y ministerio
- ¿Y ahora qué?
Espero que cada uno de estos artículos pueda ser puesto en práctica no como consejos absolutos o inspirados sino como consejos reales que parten de principios musicales que aún quienes ejercen el oficio de la música aplican a su disciplina de trabajo diario. Nuestro pastor siempre dice: “A Dios no le hemos dado nada, hasta que le hayamos dado todo” (Otto Sánchez); los músicos de las iglesias debemos estar convencidos de que el conjunto de recursos como: oído musical, el sentido del ritmo, el dinero para comprar ese instrumento que te gusta o esa computadora o dispositivo móvil, o cualquier cosas tangible o intangible de la que puedas disponer debe ser puesta a los pies del maestro.
Todo lo que es bueno y perfecto desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre… (Santiago 1:17 NTV) Pues todas las cosas provienen de Él y existen por su poder y son para su gloria. ¡A Él sea toda la gloria por siempre! Amén. (Romanos 11:36 NTV)
Los músicos cristianos existimos para glorificar a nuestro Dios en todo y para dar a conocer a Cristo a través del talento musical y ser de bendición a nuestras iglesias con la ejecución y la realización de un servicio excelente que bendiga, edifique y lleve nuestras almas al creador a través de una vida que esté respaldada por el Espíritu Santo de Dios. Oremos por nuestros ministerios de alabanza locales, por cada uno de sus miembros, para que podamos afinar nuestro corazón antes que nuestros instrumentos y para que entendamos que la integridad tiene vas valor que nuestro talento. Que Dios nos ayude a ser los servidores fieles que Él quiere que seamos.