[dropcap]B[/dropcap]ienvenidos a otra edición de «3 minutos los jueves», donde, en 3 minutos o menos, intentaré decir algo útil, quizá incluso provechoso, sobre un tema de interés para personas como tú y yo. Hoy quiero hablar sobre nuestros hijos y sus celulares. Sí, quiero hablar sobre cuándo deberíamos, como padres, darles a nuestros hijos su primer teléfono. Así que nos tomaremos tres minutos, y luego nos aplicaremos a ello.
Transcripción
Bienvenidos a otra edición de «3 minutos los jueves», donde, en 3 minutos o menos, intentaré decir algo útil, quizá incluso provechoso, sobre un tema de interés para personas como tú y yo. Hoy quiero hablar sobre nuestros hijos y sus celulares. Sí, quiero hablar sobre cuándo deberíamos, como padres, darles a nuestros hijos su primer teléfono. Así que nos tomaremos tres minutos, y luego nos aplicaremos a ello.
Hay mucho que considerar en este tema de nuestros hijos y sus celulares. Detrás de todo está nuestra labor como padres. Nuestra tarea como padres es preparar a nuestros hijos para vivir en este mundo. Es muy importante entender que nuestra labor no es prepararlos para vivir en el mundo en que nosotros crecimos. No es prepararlos para vivir en un mundo de fantasía que nosotros hemos imaginado, un mundo como a nosotros nos gustaría. Necesitamos preparar a nuestros hijos para que vivan en este mundo. La realidad de este mundo es que ellos crecerán y vivirán en un mundo donde estarán rodeados de aparatos electrónicos todo el tiempo. De hecho, probablemente la mayor parte de sus vidas, normalmente al alcance de la mano, tendrán acceso a un pequeño rectángulo brillante, o como sean las futuras versiones, en el cual tendrán una ventana al mundo. Debemos prepararlos para vivir en este mundo. Ahora, al considerar cuándo les compraremos su primer celular, hay que considerar atentamente nuestro contexto particular. Hay muchos principios sensatos cuya aplicación es muy distinta de una persona a otra, de una situación a otra. Supongamos que una familia educa a los hijos en casa, viven en el campo y la mamá está en casa con los niños. Esto es muy distinto a, por ejemplo, una familia donde una madre soltera vive en la ciudad y trabaja todo el día, y envía a sus hijos a escuelas públicas. La forma en que aplica los principios y prepara a los hijos puede ser muy distinta. Así que, ¿qué hacemos? ¿Cómo resolvemos esto? Quizá lo mejor sea contarles lo que Aileen y yo hicimos por nuestra familia. Entre el octavo y el noveno año, cuando terminaban la escuela primaria y se acercaban a la secundaria, entonces decidimos que les daríamos un celular. Les compramos su primer teléfono, de hecho, les dimos uno de nuestros celulares viejos, y así fue como empezamos. Pero no les dimos un teléfono con todas las funciones. Les sacamos algunas cualidades a esos teléfonos. Les permitimos enviar mensajes, algunos correos, pero no les permitimos navegar. Les permitimos algunas cosas como juegos, pero otras cosas las bloqueamos. No permitimos cualquier aplicación que quisieran. Y la alegría de eso, la parte útil fue que pudimos llevarlos a demostrar lo que son con el tiempo. En casa tenemos un aparato llamado Circle, que yo recomiendo, pues ayuda a monitorear lo que ellos hacen. Y con el tiempo, monitoreábamos lo que hacían con sus teléfonos. Si lo estaban usando bien. Si lo estaban usando sabia o tontamente. Cuando demostraron que podían usarlo bien, les permitimos tener más acceso a él, y más funciones. Si demostraban que no lo usaban bien, entonces comenzamos a quitar algunas de las funciones. Así que hemos intentado entrenarlos dándoles un teléfono cuando aún están bajo nuestra jurisdicción, y aún podemos monitorearlos. Les dimos un teléfono, y con el tiempo observamos cómo lo usan. Mientras mejor lo usan, más creemos que los estamos entrenando para usarlo bien durante toda su vida. Quizá eso sea lo que haces en tu familia. Darles un teléfono mientras son jóvenes, y con el tiempo darles cada vez más acceso hasta poder dejarlos en libertad con él cuando ya casi están realmente grandes. Quizá eso sea útil, espero que lo sea. Nos vemos de nuevo en otra edición de «3 minutos los jueves».