En un mundo obsesionado con el bienestar físico para el año nuevo, Pablo destaca la verdadera disciplina que transformará los días que vienen: la piedad.
Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad. Porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura (1Ti 4:7b-8).
Año nuevo, vida nueva, y más ejercicio físico.
Según una encuesta de la organización British Military Fitness, 68 % de las personas en Reino Unido tienen el propósito de ponerse en forma con la llegada del nuevo año, y la mayoría de ellas comienza un programa de ejercicios. Según datos de RunRepeat, el 12 % de todos los nuevos miembros de los gimnasios en Estados Unidos se unen en enero. Por ejemplo, entre el 1 de enero y el 8 de febrero del 2018, la asistencia al gimnasio creció un 6 %, mientras que las visitas a restaurantes de comida rápida disminuyeron un 4.6 %.
Al parecer, el año nuevo representa una oportunidad para ponerle una atención particular al cuerpo y al estado de salud. Creo que esto es algo bueno frente a los grandes problemas de depresión y obesidad que enfrentan muchas de nuestras sociedades en las Américas. Sin embargo, ¿es este el propósito más importante que el cristiano debería considerar para el año que comienza?
Pablo: el apóstol fitness
Aunque Pablo dijo en 1 Timoteo 4:8 que “el ejercicio físico aprovecha poco”, no debemos subestimar sus aptitudes físicas. En sus viajes misioneros, probablemente recorrió miles de kilómetros, tanto por tierra como por mar, sin contar los incontables sufrimientos relacionados con la persecución. Por ejemplo, en 2 Corintios 11:26-27 dice:
Con frecuencia en viajes, en peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de mis compatriotas, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajos y fatigas, en muchas noches de desvelo, en hambre y sed, con frecuencia sin comida, en frío y desnudez.
En el deporte triatlón, un atleta debe prepararse para hacer una carrera en tres disciplinas consecutivas: natación, ciclismo y carrera a pie, y por eso su entrenamiento físico es fundamental. Pablo, casi como uno de estos atletas, enfrentó difíciles pruebas en diferentes escenarios, como nadar en el mar para sobrevivir (Hch 27:42-44), huir rápidamente de sus perseguidores (Hch 14:5-6), y caminar largas distancias en su ministerio (Hch 20:13-14).
Entonces, si Pablo necesitó de su aptitud física para soportar las muchas pruebas y travesías, ¿por qué dijo que el ejercicio “aprovecha poco”? Para entenderlo, necesitamos observar el contexto de 1 Timoteo 4.
Un desafío de doctrina
En su primera carta a Timoteo, Pablo lo está instruyendo para que tenga cuidado con las enseñanzas de los falsos maestros, quienes se apartan de la fe verdadera y hacen que otros sean engañados (1Ti 4:1-2). Un ejemplo de estas enseñanzas es la prohibición del matrimonio y la comida, los cuales fueron creados por Dios para ser recibidos con acción de gracias (1Ti 4:3-5). Como ministro, la labor de Timoteo era advertir a los cristianos sobre estos errores doctrinales y mantenerse alejado de esas “fábulas” (1Ti 4:6-7a).
En ese sentido, el desafío al que el pastor Timoteo se enfrentaba no era de tipo físico —como el triatlón— sino doctrinal: debía conocer y amar mucho la sana enseñanza, de manera que no se dejara engañar por los falsos maestros. ¿Cómo podía capacitarse para esa prueba? Pablo le dice:
Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad. Porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura (1Ti 4:7b-8).
¡La piedad le daría resistencia frente a las falsas doctrinas! Mientras que el entrenamiento físico ayuda al atleta a sostenerse en las inclemencias del agua, la montaña y el cansancio, la piedad le ayudaría a perseverar en la verdad —y a guiar a otros a hacer lo mismo—. Esta piedad está relacionada con dos elementos que ya ha mencionado: la Palabra de Dios y la oración, por medio de los cuales el matrimonio y la comida son santificados.
La piedad: nuestra máxima necesidad para el año nuevo
Concluimos que Pablo no desprecia el ejercicio físico; sus aptitudes fueron necesarias para soportar los diferentes desafíos de su ministerio, e incluso el mismo Timoteo tuvo que realizar extensos viajes (1Co 4:17). Pero, dice que “aprovecha poco” al compararlo con la piedad, la cual “tiene promesa para la vida presente y también para la futura”. Lo voy a poner de esta forma: el poco ejercicio físico puede llevar a una muerte temporal si alguien no resiste nadar en el mar, pero la poca piedad —es decir, el poco involucramiento en la Palabra y la oración— puede llevar a una muerte eterna si alguien es engañado por los falsos maestros.
Lastimosamente, nuestra sociedad materialista nos enseña que nuestra máxima necesidad en este mundo es tener bienestar. En efecto, si de la salud se trata, el ejercicio físico traerá beneficios. Pero, al comparar las bondades de lo temporal y lo eterno, es mejor prestar atención a lo eterno. Por eso, más importante que inscribirse en la membresía de un gimnasio, es necesario para el cristiano prestar atención a sus disciplinas espirituales.
Siguiendo algunos elementos de la lista ofrecida por Donald Whitney en su libro Disciplinas espirituales para la vida cristiana, creo que para el nuevo año necesitamos considerar las siguientes preguntas:
- ¿Cómo vamos a estudiar la Biblia?
- ¿Cómo vamos a orar?
- ¿Cómo vamos a ayunar?
- ¿Escribiremos un diario?
- ¿Tendremos tiempos de retiro y silencio con Dios?
Sin duda, el ejercicio físico es importante. Pablo dice que “aprovecha poco”; no dice “no aprovecha en nada”. Entonces, vale la pena prestarle atención a nuestra salud física, con la cual servimos al Señor y a los demás. Con todo, el error sería que le prestemos más atención a la disciplina del ejercicio físico que a la disciplina de la piedad.
¡Que este nuevo año sea para darle prioridad a la Palabra de Dios y la oración!