Los Estados Unidos miden la magnitud de una amenaza con base en el sistema DEFCON (CONdición de preparación para la DEFensa, por sus siglas en inglés). Los niveles van del uno al cinco, con el uno como el más alto. Al tratar de cuantificar nuestro nivel de lucha contra el pecado sexual, debemos pedir a otros que evalúen nuestro nivel DEFCON y nos ayuden a desarrollar un plan según corresponda. Si te encuentras inmerso en un mar de fracasos, busca ayuda profesional. No esperes a que las cosas empeoren o a que te descubran. Stephen Arterburn y Fred Stoeker, en su libro Every Man’s Battle [La batalla de cada hombre], enumeran una serie de preguntas para determinar la profundidad de la lucha. Estas constituyen una herramienta útil para una evaluación preliminar.
- ¿Te fijas cuando se te acerca una mujer atractiva? 2. ¿Te masturbas frente a imágenes de otras mujeres? 3. ¿Ha disminuido tu satisfacción sexual en tu esposa? 4. ¿Le guardas rencor a tu esposa por algo: un rencor que te da un sentido de derecho sobre ella? 5. ¿Buscas artículos o imágenes sexuales en periódicos o en revistas? 6. ¿Tienes algún lugar privado o compartimento que mantienes secreto de tu esposa? 7. ¿Esperas con ansias salir a un viaje laboral? 8. ¿Tienes conductas que no puedes compartir con tu esposa? 9 ¿Frecuentas sitios pornográficos en internet? 10. ¿Miras películas para adultos […] para masturbarte?[1]
¿Tu respuesta a alguna de estas preguntas fue sí? Si es así, estos autores lo definen como estar en el umbral de la adicción sexual. Si respondes sí a estas preguntas que siguen, significa que estás dentro de la puerta ya.
- ¿Miras canales explícitos de paga en casa o fuera de casa? 2. ¿Compras pornografía por internet? 3. ¿Rentas películas para adultos? 4. ¿Miras danzas de desnudos? 5. ¿Llamas por teléfono a los números de sexo por llamada? 6. ¿Practicas el voyerismo?[2]
Hay una diferencia entre deseos sexuales saludables y el actuar de manera adictiva y pecaminosa sobre esos deseos. Si las preguntas que vimos te llevan a creer que necesitas más ayuda que las estrategias previas, por favor busca esa ayuda. Si has estado mirando pornografía por más de diez años, probablemente necesites ayuda profesional. El tiempo que toma enderezar un camino torcido no se puede medir con un relojito de cocina ni puede lograrse con unos cuantos trucos de superación personal. En la introducción, hablé bastante sobre arreglar un auto. Si regresamos a esta metáfora, el mecánico de la esquina te puede ayudar a cambiar tu aceite y a arreglar tus frenos, pero probablemente no tiene el equipo necesario si tuviste un accidente con pérdida casi total del auto. Para eso, necesitas un taller especializado. Al pensar en dónde comenzar a buscar ayuda, te sugiero comenzar por el pastor de tu iglesia local. Como yo, puede no ser experto en estas áreas, pero tal vez tiene más para ofrecerte de lo que imaginas. Si no tienes una iglesia local, encuentra una iglesia para asistir este domingo. Tal vez algún amigo pueda recomendarte algunas buenas iglesias en tu zona. Una vez que hables con el pastor, si es necesario, él puede ayudarte a buscar algún consejero de confianza para ir más al fondo según sea necesario. Incluso podría recomendarte alguna institución de tratamiento especializada. Algunos ministerios de este tipo son Harvest USA, Pure Life Ministries, New Life y Desert Streams Ministries (en Estados Unidos) y Association of Certified Biblical Counselors (en español).[3] Permíteme mencionar algo más. Puede que conozcas a alguien que sospechas que necesita ayuda profesional. Los signos de alarma a veces son sutiles, especialmente si se comparan con la profundidad del problema (cambios en patrones de sueño, irritabilidad, solicitudes de privacidad). De hecho, así es como se oye un hombre ahogándose: un extraño silencio escalofriante. Cuando viví en Tucson, Arizona, donde muchas personas tienen piscinas en sus jardines, un comercial del gobierno solía repetirse a menudo. Nunca olvidaré esos anuncios. Comenzaban con una pausa larga y un distante chapoteo. Entonces, el narrador comentaba: “Así se oye alguien ahogándose”. Los que se ahogan se hallan tan absortos en su búsqueda de aire que no pueden gritar ni agitar los brazos. Pero si estás poniendo atención, puedes notarlo. Tal vez has notado que un amigo se encuentra retraído y parece haber pánico en sus ojos. Si amas a esta persona, arriésgate a ser incómodo y pregúntale. Cuando recupere el aliento tras ser arrastrado a la orilla, te lo agradecerá.
Preguntas de diagnóstico
- ¿Cómo te fue con las preguntas del libro Every Man’s Battle [La batalla de cada hombre] que vimos antes?
- Si necesitas ayuda, ¿cómo la conseguirás? ¿Dónde y cuándo comenzarás?
- ¿Qué miedos tienes sobre buscar ayuda? ¿Son miedos racionales o irracionales? ¿La razón para tus miedos está en tu orgullo?
- ¿Puedes pensar en algún amigo que necesites confrontar amorosamente sobre su pecado sexual? ¿Qué te lleva a tener esta preocupación? ¿Qué te impide tener esta conversación? ¿Comenzarás ahora mismo a orar por esta persona y a pedirle a Dios que te dé la valentía de hablar con él?
[1] Arterburn, Fred, y Yorkey, Every Man’s Battle [La batalla de cada hombre], 26–27. [2] Ibid., 27. [3] Harvest USA (Harvestusa.org), Pure Life Ministries (Purelifeministries.org), New Life (Newlife.com), Desert Streams Ministries (Desertstream.org) y Association of Certified Biblical Counselors en español (https://biblicalcounseling.com/find-a-counselor/?_languages=spanish-castilian-spain, si no tienes acceso personal a ellos, busca a aquellos que puedan dar consejería por medio de video llamadas).