Señor, quiero un esposo

Anhelar el matrimonio es bueno, pero nuestra actitud en la espera importa. Ora por un esposo, pero también por un corazón alineado con Su voluntad.
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Muchas jovencitas y mujeres que conozco añoran casarse. Alexa,[1] de veinte años, me confesó que anhelaba casarse algún día, pero que pensaba que era asexual porque nunca se había enamorado; poco tiempo después conoció al hombre con el que ahora está felizmente casada. Julieta, tenía unos quince años. Con ojos llorosos, me confió que no quería que Dios la llamara a la soltería de por vida, como a cierta misionera; años después conoció a su actual esposo.

Marcia me dijo que, a sus treintas le era dificilísimo seguir esperando por un marido y, para soportar el tiempo, se masturbaba con regularidad, aunque eso la hacía sentir culpable. Ofelia era una mujer mayor que en su juventud tuvo un desliz y ahora no sabía qué hacer con los deseos y pensamientos pasionales cada vez que fantaseaba con casarse. Amelia, de unos cuarenta años, me platicó que si no encontraba un marido pronto, terminaría casándose simbólicamente con Dios; falleció soltera, a una edad avanzada.

Todas estas conversaciones las tuve en el contexto de la iglesia. Mujeres cristianas cuestionando la soltería, anhelando un esposo piadoso, un marido con un corazón para Dios. Chicas que anhelan casarse, que temen quedarse solas, pero que no están seguras si está bien orar a Dios para que les dé un esposo. La respuesta rápida a su duda es: sí. En reiteradas ocasiones la Biblia nos invita a orar por todo, desde alimento, seguridad, salud, sabiduría, trabajo, un compañero, etc.

Muchas jovencitas y mujeres cristianas añoran casarse. / Foto: Unsplash

Un texto para meditar

Honestamente, no te puedo dar una receta mágica de qué versículo usar y cómo orar para conseguir un príncipe azul en los próximos seis meses, pero sí podemos analizar la Escritura para alinear nuestro corazón con la voluntad de Dios. Me refiero a que anhelar el matrimonio es algo bueno pero necesitamos determinar las razones para querer hacerlo y nuestra actitud mientras esperamos.

Un versículo muy usado para las necesidades lo encontramos en Filipenses: “Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios” (Fil 4:6). El hecho que el texto diga “mediante oración” me hace pensar que a veces solo le damos vueltas en la cabeza al tema, pero realmente no hablamos con Dios. Orar es lo que nos conecta con el Señor Jesús. En Su presencia podemos confesar, ventilar y ser sinceras.

La palabra traducida como afanoso, proviene del griego μεριμνάω [merimnáo], que significa preocupado o distraído, como estar con el pensamiento dividido o separado. En otras palabras, es estar sin concentración ni paz. El mismo versículo nos da la solución para ese estado de angustia: oración, súplica y gratitud. Esto significa: hablar con Dios, pedirle lo que necesitamos y mantener una actitud dónde se valoran Sus dádivas.

Anhelar el matrimonio es algo bueno pero necesitamos determinar las razones para querer hacerlo y nuestra actitud mientras esperamos. / Foto: Unsplash

Cuidado con el afán

La carta a los filipenses trata acerca de contentamiento, paz y gozo en medio de circunstancias desagradables, por decir lo menos. Así que mientras esperas que el Señor te conceda la petición, esas son las actitudes que deberías tener como una hija de Dios madura y firme en la fe. Y tal vez tú me digas: “Michelle, tú te casaste muy joven, no sabes lo que es esperar por años”, pero sí he esperado mucho por otros temas y en algunos he fallado miserablemente. Sé de lo que hablo.

No puedes permitirte esperar en afán, enojo o amargura porque eso produce por lo menos tres resultados negativos: 1) no le das la gloria a Dios, pues quedas como una chica inmadura o berrinchuda; 2) no luces atractiva ante un hombre que quisiera acercarse a ti, por tu actitud desesperada y; 3) en tu ansia por tomar el control de tu vida, puedes llegar a pecar sexualmente.

Cuando tenemos una mala actitud en la espera, nos perjudicamos a nosotras mismas, porque nuestro corazón se llena de impaciencia, de descontento y de otras tantas emociones que, poco a poco, nos controlan y dañan nuestra fe. Te lo digo por experiencia. Al pedirle al Señor, hay que hacerlo con una actitud de dependencia y confianza porque, al final de cuentas, Él sabe lo que es mejor para nosotras. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo; por eso se nos recuerda que no nos afanemos.

Una mala actitud en la espera nos perjudica, llenando el corazón de impaciencia y descontento, hasta que esas emociones nos dominan y debilitan nuestra fe. / Foto: Lightstock

El regalo de la soltería

No sé si eres una adolescente o una mujer entrada en años, pero indistintamente de ello, quiero que sepas que la soltería es una “dotación de gracia”[2] de parte del Señor. Esto significa que no es un regalo cualquiera, sino una facultad dada a ti por Su mera voluntad. ¿Facultad para qué? ¡Para Su gloria!, para conocerlo a profundidad, para servirle y para bendecir a otros. Es un regalo funcional, que te ayuda a trabajar en la expansión de Su reino.

Quiero que recuerdes que la soltería no es una maldición y que no eres una cristiana de segunda clase.[3] Tu plenitud y completitud está en Cristo, puedes vivir con gozo y santidad tan solo por tener a Cristo. Eres valiosa para Dios aquí dónde estás. Tu valor no depende de tu estado civil. Tu valor radica en que has sido creada a la imagen de Dios. El Señor Jesús te ha encontrado valiosa como para dar Su vida por ti. ¿Qué razón tendrías en el fondo de tu corazón para pensar que casada vales más?

Además, la soltería es parte del plan de Dios para la vida de todas las personas. Piénsalo. Nadie nace casado. Después de la adolescencia, hombres y mujeres permanecemos solteros por algún tiempo, así que, como en aquella parábola donde se repartieron talentos (Mt 25:14-30), necesitamos aprovechar eficientemente los años de soltería que Dios nos confíe. La soltería no es un tiempo para exigirle a Dios que responda a nuestro gusto, ni de quejarnos o ser presa del miedo, como aquel que enterró el talento.

La soltería es parte del plan de Dios para la vida de todas las personas. / Foto: Lightstock

Entonces, considera que estás soltera porque es el plan de Dios para ti el día de hoy. Dios ha decidido darte la “dotación de gracia” para Su gloria y para tu bien. ¿Confías en ello? Espero que sí. Deseo que creas que Dios no te ha olvidado. Anhelo que recuerdes que no estás en una sala de castigo llamada “soltería” por algo que hayas hecho mal. Y oro para que puedas esperar con gracia y en obediencia.

¿Y si nunca me caso? Seguirás descansando en Su omnisciencia, confiando en Su amor, en la voluntad y el cuidado de Dios, de la misma forma en que confiamos todos los demás que tenemos diversas peticiones delante del Señor, esperando una respuesta. ¿Sabes cómo? Unas chicas claman por un esposo, otras por un bebé, otras por salud, y a veces el Señor responde: no. No esposo, no bebé, no salud. ¿Y qué diremos a esto?

Diremos como Jesús: “No se haga mi voluntad sino la Tuya” (Jn 22:42b) y obedeceremos con gozo, paz y contentamiento. Quizás lloraremos, pero nos someteremos voluntariamente a Sus designios, confiando que estamos al cuidado de quien más nos ama.

La soltería no es una maldición. Tu plenitud está en Cristo, puedes vivir con gozo y santidad tan solo por tener a Cristo. / Foto: Pexels

Conclusión

Independientemente de tu edad, quiero invitarte a que este texto sea una realidad en tu vida: “Oren sin cesar” (1Ts 5:17). Te animo a seguir presentando al Señor tus peticiones por un esposo, pero que también le pidas que pula tu corazón para que tu deseo tenga una motivación correcta. Si el marido llega, dale gracias. Si el marido no llega, también dale gracias. Y, por favor, nunca dejes de acudir a Su trono de gracia para hablar con Él, de lo que sea.


[1] Los nombres de las mujeres han sido cambiados para proteger su identidad.

[2] Piper, John. 2013. El sexo y la Supremacía de Cristo. Cap 8. CLC

[3] Espinoza de Mejía. 2023. 13 mitos acerca del sexo. Cap 12. E625

Michelle Espinoza de Mejía

Michelle Espinoza de Mejía

Michelle Espinoza de Mejía trabaja con jóvenes y adolescentes en su iglesia en México desde hace más de 20 años. Se ha capacitado con avidez en el tema de la sexualidad y le apasiona instruir a la juventud para que sea todo aquello que el Señor planeó. Es diseñadora con maestría en mercadotecnia y catedrática universitaria. Está casada desde hace 25 años y tiene 2 hijos.

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