Cristianos o no, todos queremos cambiar; o como el mundo dice: mejorar. ¿Qué necesitamos para esto? Conocimiento. El constante cambio a través del saber para hacer, es la base de la competitividad del mercado en el cual las mujeres somos presas. El feminismo es la bandera de las mujeres del mundo caído, así como la búsqueda de la feminidad bíblica es la bandera de las mujeres cristianas. Una es contraria a la otra, por supuesto; sin embargo, la pregunta es: ¿Cómo queremos cambiar? ¿Por medio de qué? ¿Siguiendo qué o a quién? Muy buenas organizaciones cristianas se han levantado para rescatar el rol femenino bíblico ante una cultura que se promulga activamente en contra de ella. Más aún cuando dentro del cristianismo existe una disparidad de aplicación en ciertos textos bíblicos acerca del propósito, meta y función de la mujer dentro de las iglesias locales. Reflexionaba en esto mientras leía el libro “Una mujer sabia: principios para vivir como Dios lo diseñó”. Wendy Bello, autora de este libro, expone de forma clara, práctica y con anécdotas personales, sobre el reto de ser una mujer sabia. El libro consta de doce capítulos que tratan sobre el corazón, el hablar, aprender a escuchar, edificar a otros, bendecir al esposo, enseñar a otras, invertir en otros, vivir ordenadamente especialmente en las finanzas, ser una mujer valiente y esforzada, una amiga y finalmente ser sabia en cuánto a la belleza exterior. Cada capítulo termina con una oración y preguntas de aplicación que ayudan a la querida lectora a meditar sobre lo que ha leído.
Sabiduría del mundo vs sabiduría divina
Wendy Bello, nos invita a vivir de acuerdo a la sabiduría de Dios haciendo uso de los principios que encontramos en proverbios. Nos recuerda la importancia de ser intencionales para buscar la sabiduría que se encuentra en una Persona: Cristo Jesús. Ella menciona constantemente el contraste entre la sabiduría del mundo y la sabiduría de Dios. Aprecio esto, puesto que estamos en tiempos en los cuáles el humanismo y la relatividad influyen en la mente de las jóvenes y mujeres como blanco de las artimañas del enemigo. Su exhortación es una y otra vez a volvernos a la Palabra de Dios: “Nosotros tenemos la revelación de Dios en Su Palabra. Es en la Biblia donde podemos llegar a conocerle, dónde Él nos muestra quién es, cuál es Su carácter y cómo quiere que Su pueblo viva. Por ahí tenemos que empezar para cuidar nuestro corazón. Tenemos que nutrirnos de la Escritura y así cultivar nuestra relación con Dios. De lo contrario, estaremos exponiéndonos a toda clase de peligros. No podemos permitir que el mundo obstruya nuestras arterias con su falsa sabiduría y sus conceptos humanistas” (Pág. 26). El propósito del libro, según su autora, es: “Espero que cada uno de estos capítulos haya servido de bendición a tu vida, y que puedas regresar a ellos cuando en tu corazón sientas que la meta de la sabiduría se ha salido de tu enfoque” (Pag 146-147). Necesitamos recordar que tomará toda nuestra vida ser mujeres sabias. Nuestros esfuerzos, programas y métodos, son infructíferos si Cristo no está siendo formado en nosotras. El moralismo es el principal precursor de pasos, diseños y mandatos, pero la Biblia trata la sabiduría como una identidad, más que un mero comportamiento o esfuerzo. Pensando en esto, un punto a mejorar, según mi humilde perspectiva, es recordar la necesidad de aplicar Su Palabra a todos los eventos de nuestra vida, desde el más cotidiano hasta el más crucial. No hay dualismo en lo que hacemos, como la expresión “nada espiritual” que Wendy relata refiriéndose a la preparación de las loncheras de sus hijos (pág. 41).
Mujeres sabias
Luchamos con pecado, es la principal razón por la cual la batalla entre la boca, mente y acción toma lugar. Es urgente aplicar la Sabiduría de Dios, toda Su Palabra a nuestras vidas. En medio de la dificultad, en el sufrimiento de algunas caídas es que soltamos la sabiduría heredada para vivir la sabiduría encarnada. Podemos ser mujeres sabias porque “Cristo ganó la guerra” (Pág. 45). Todas las mujeres necesitamos la sabiduría que procede de lo Alto, que Dios da abundantemente si la pedimos. Seamos casadas o solteras, trabajemos dentro o fuera del hogar, estamos sirviendo a Dios primeramente y luego al prójimo para llamarles a Él. Aunque la autora habla a las mujeres, su énfasis es a mujeres casadas. Sin embargo, cualquier joven soltera puede aprovechar estos consejos para su futuro hogar, esposo, si el Señor se lo concede.
Áreas de oportunidad
Hay al menos dos cosas que quisiera mencionar alrededor de lo que considero oportunidades y puntos en los que el libro pudo ser más preciso. En primer lugar, y esto es lo que considero una oportunidad, el libro pudo haber hecho mayor énfasis en las verdades doctrinales por las cuales luchamos para buscar la sabiduría de Dios, sobre todo en situaciones difíciles y complejas. Situaciones que Dios usa para anhelar Su sabiduría porque no la deseamos naturalmente. La sabiduría es práctica, pero nuestros corazones son pecadores, por tanto, nuestras relaciones se ven afectadas grandemente. Hay mucho valor en explorar la condición humana para ser redimida por los tesoros que hay en el Señor descritos en Su Palabra. Nuestra audiencia latina aún está madurando en estas verdades, por ello es de gran valor meditar más profundamente en ellas. La otra cuestión tiene que ver con la idea sugerente de que la meta de toda mujer es ser sabia. Por supuesto que la sabiduría importa y es un elemento fundamental en nuestra madurez cristiana, pero, ¿se debe resumir la totalidad de la madurez en volvernos sabias? La Biblia nos enseña que la meta de toda hija e hijo de Dios es ser como Cristo (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18). Si esto no es claro y recurrente en nuestras mentes, o en libros para mujeres, podremos llegar a apuntar a una meta incompleta para la vida cristiana, enfocándonos en cambio de actitudes o comportamientos antes que del corazón.
El centro del mensaje
Concluyo respondiendo a las preguntas al inicio de esta reseña: ¿Cómo queremos cambiar? ¿Por medio de qué? Leyendo la Palabra de Dios para aplicarla ante un mundo caído. Queremos cambiar porque la meta de ser como Cristo nos impulsa. ¿Siguiendo qué o a quién? Seguimos a Una Persona: Cristo, quién nos asió a Él primero. Es sobre la importancia de conocer nuestra identidad como hijas de Dios que aprendemos a ser sabias en las diferentes áreas de nuestra vida.