Pocas cosas en la vida son tan dolorosas como ver a un ser querido alejarse de Jesús. Puede empezar como un alejamiento aparentemente pequeño, nada de lo que alarmarse. Pero un día te das cuenta ,y te quita el aliento darte cuenta, que el alma de tu ser querido se ha estado alejando. Se aleja cada vez más hacia la incredulidad y el pecado impenitente.
El comienzo de Santiago 5:19 sucede ante sus propios ojos: “Hermanos míos, si alguien de entre ustedes se extravía de la verdad…”. Aquí encontramos la frase preposicional aflictiva, la que te mantiene despierto por la noche, derrama tus lágrimas y rompe tu corazón: “Si alguien de entre ustedes se desvía”.
Una vez estuvo a tu lado como un hermano nacido para el día de la adversidad. Una vez se quedaba toda la noche orando contigo. Una vez incluso te llevó al Señor Jesús. Pero ahora, ¿qué es él? ¿Qué es ella? ¿Retraído, tibio, suelo rocoso? ¿Se alejan de nosotros porque de alguna manera, de algún modo, nunca fueron verdaderamente de nosotros?
El alma temerosa que se cansa y desfallece,
y ya no recorre los caminos de Dios,
es considerada casi una santa,
y asegura su propia destrucción(The Almost Christian [El casi cristiano]).
¿Tiene razón Isaac Watts? ¿Están demostrando ser “casi santos”? ¿Están asegurando su propia destrucción? Te sientes impotente cuando los ves a lo lejos. Hay días en que desearías haberte alejado del cuerpo y estar en casa con el Señor antes de ver lo que ahora ven tus ojos. La esperanza aplazada ha enfermado tu corazón.
¿Conoces a alguien que se esté alejando de Jesús? Dios tiene una palabra para ti, para nosotros, en los versículos finales de Santiago cuando habla a la iglesia de los de la dispersión.
Cómo traer de vuelta a los errantes
El pensamiento más importante para todo aquel que sienta la relevancia de este tema, aún puede oír su voz, ver su rostro y recordar días mejores, es: ¿Cómo los traemos de vuelta? Esto es lo que queremos saber, lo que necesitamos saber. A primera vista, Santiago no ofrece mucha ayuda. Pero miren conmigo en busca de pistas:
Hermanos míos, si alguien de entre ustedes se extravía de la verdad y alguien le hace volver… (Stg 5:19).
Entre el extraviar y el volver, tenemos “y”. Eso es. Estamos tentados de decir: “Hermano Santiago, sin duda eres un maestro extraordinario, pero, por favor, ¡necesitamos más detalles! ¿Cómo?”.
Ahora me doy cuenta de que he subestimado a Santiago al hablarle así. Tal vez Santiago me contestaría: “Hermano Greg, ¿has leído mi carta? He estado intentando decirte esto todo el tiempo”. Los dos últimos versículos no son un final torpe de la epístola, sino un resumen de un propósito principal para escribir: hacer volver a los pecadores de su extravío.
¿Cómo se extraviaban algunos de sus destinatarios? ¿No eran muchos los que se alejaban de una ética evangélica? Santiago se dirige a los que se alejan no solo por pensar mal, sino por vivir mal. No la falsa doctrina, sino el falso discipulado les había descarriado.
A lo largo de su carta, Santiago nos presenta a personajes como el señor Tirado de Aquí para Allá, el señor Rápido para la Ira, el doctor Lengua Suelta, el profesor Fe Muerta, la señora Adúltera de Almas y el señor Engordado para el Matadero. Señala la Ciudad de la Religión Inútil, el Pueblo de los Oyentes Solos y la Tierra de los Complacientes con el Mundo. Nos invita a observar la Iglesia de la Fe Absolutamente Sola, con sus ancianos gemelos, el Pastor que se Sienta Aquí y el Pastor que se Sienta Allá.
Pero ¿cómo intenta exactamente Santiago traer de vuelta a los extraviados? Quiero recomendar tres pasos que intentan captar su enfoque. Para ello, me basaré en las imágenes de Santiago 5:20. Allí, se utilizan imágenes de caminos, hablando de un “camino errado” o “camino errante”. Se trata de un camino errático.
1. Muéstrales su camino
Nadie juzga peor el pecado que el pecador atrapado en él. Los errantes pueden ser los últimos en saber que están errando. Santiago reprende, amonesta e instruye para mostrar a sus lectores dónde están realmente. Les muestra su camino.
Por ejemplo: “Si alguien se cree religioso pero no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana” (Stg 1:26). Suponen que están bien con Dios, religiosos; la realidad no está de acuerdo. Por eso, nosotros, como él, imploramos a los errantes: “Hermano mío, hermana mía, no te dejes engañar”. También nosotros sostenemos el espejo de la Palabra de Dios (1:23) para mostrar al pecador la gravedad de su estado.
2. Muéstrales el final del camino
Muéstrales a dónde conduce este camino. He oído hablar de un pastor que montó un puesto en una feria, afirmando conocer el futuro de la gente. Cuando vienen, les pregunta por su fe en Cristo y les habla de su futuro en consecuencia. Santiago cree en este tipo de adivinación del futuro.
Nos muestra al hijo de nuestros deseos pecaminosos creciendo para matarnos. Sostiene flores muertas para mostrarnos el final del rico que perece en sus afanes. Representa el corazón del defraudador como ganado gordo que se prepara para el día del sacrificio (Stg 1:11-15; 5:5). Les muestra el final del camino.
3. Pon a Dios en su camino
Muéstrales sus caminos en relación con Dios. Un camino errado yerra porque se aleja de Él y de Sus normas. Un mal genio no es solo un mal genio; es aquello que no obra la justicia de Dios (Stg 1:19-20). La parcialidad no es solo algo que no sostenemos, sino que no la sostenemos “como [sostenemos] la fe en nuestro Señor Jesucristo, el Señor de la gloria” (Stg 2:1).
Pon a Dios en el camino detrás de ellos. Necesitan ser “traídos de vuelta”. Muéstrales que sus extravíos son extravíos lejos de Dios y de Su Hijo amado. Recuérdales su primer amor.
Pon a Dios a su lado. No le han dejado atrás. Dios está al lado de estos Jonases, incluso ahora, más dispuesto a darles la bienvenida a casa que ellos a volver. Incluso a los adúlteros espirituales les ofrece más gracia (Stg 4:4-6).
Pon a Dios delante de ellos. Adviérteles que si insisten en pecar deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, si piensan pisotear “al Hijo de Dios” (Heb 10:29), Dios está a la puerta como Juez, y morirán sin misericordia. Pero no te olvides de rogarles que tomen ese otro camino que posee una corona de vida.
Por qué traer de vuelta a los extraviados
He sugerido que mostremos a los extraviados el camino, el final del camino, y que pongamos a Dios en su camino. Sin embargo, observa que en estos versículos finales, Santiago no se centra en cómo traer de vuelta a un alma, sino más bien en por qué. En este libro tan práctico, no termina con principios, sino con perspectivas. Quiere inspirar a los creyentes, no solo instruirlos, para que sean una comunidad, una iglesia que busca a sus compañeros de camino.
1. Considera lo que significa traer de vuelta a un errante
Mira de nuevo los versículos:
Hermanos míos, si alguien de entre ustedes se extravía de la verdad y alguien le hace volver, sepa que el que hace volver a un pecador del error salvará su alma de la muerte y cubrirá multitud de pecados (Stg 5:19-20).
Aquí Santiago quiere que el que rescata sepa que, al hacer volver con éxito a un pecador de su camino pecaminoso, salvó al alma errante de la muerte eterna y que, al volver el errante, sus pecados vuelven a ser perdonados ante Dios.
¿Has considerado lo que es salvar un alma? Santiago quiere que consideres esta gloria. “No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”, enseñó Jesús, “más bien teman a Aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno” (Mt 10:28). La soga inquebrantable estaba casi atada a su cuello, la espada divina se afilaba, perseguían una muerte indeciblemente espantosa… y entonces hablaste con ellos. Dios utilizó tu voz, tu preocupación, tu angustia, tus súplicas, para bajarlos de la cornisa.
Philip Doddridge lo resume maravillosamente: Es como si [Santiago] hubiera dicho: “Reflexionen sobre lo que es eso, y verán que su éxito es su propia recompensa” (The Evil and Danger of Neglecting the Souls of Men [La maldad y el peligro de descuidar las almas de los hombres], 27). ¿Lo ves? Es algo tan grande, algo tan eterno, algo tan esencial, algo tan feliz salvar un alma de la muerte que hacerlo es su propia recompensa.
2. Considera a quién utiliza Dios para traerlos de vuelta
Santiago nos atribuye el albedrío de una manera que puede incomodarnos un poco. ¿Nosotros cubrimos pecados y salvamos almas?
Ya ha atribuido la salvación a varias cosas en la carta: el evangelio (1:21), la fe (2:14), Dios mismo (4:12) y quizá la oración (5:15). Santiago escribe para poner de manifiesto el asombro absoluto, la grandeza arrolladora, la agencia vital en el cuidado espiritual de un cristiano por sus hermanos caídos. Aunque no seamos el agente decisivo, no edites el versículo en tu mente y ni pierdas la fuerza de las palabras reales de Santiago: “Que sepa que quien haga volver a un pecador de su extravío salvará su alma de la muerte”.
¿Yo? ¿Salvar un alma de la muerte? Parece que no puedo salvar a una planta de la muerte. ¿Podemos ser instrumentos en el destino eterno del pueblo elegido de Dios? ¿Qué es nuestra vida? No somos más que nieblas que aparecen por un tiempo y luego se desvanecen, ¡pero Dios usa las nieblas para salvar almas!
A ti, no a los ángeles, se te ha dado el trabajo eterno de perseguir, persuadir, suplicar a las almas que vuelvan al camino estrecho. Tus lágrimas deben caer. Tus oraciones deben elevarse. Tu voz temblorosa debe hablar. Tu Biblia debe estar abierta. Bajo la soberanía de Dios, existen almas inmortales que no estarán en el cielo si no las traes de vuelta; no perseverarán sin tu perseverancia para salvarlas de la muerte.
3. Considera que tu gozo es traerlos de vuelta
¿La lógica de Santiago no sugiere otra cosa que la abnegación por el propio beneficio? Él supone, al presentar al rescatador el conocimiento de su rescate, que el regreso del extraviado satisface el gozo del rescatador.
¿Quieres tener provecho en esta vida? ¿Quieres hacer que valga la pena? Busca ser usado por Dios para rescatar almas. No bajes a tal o cual pueblo a comerciar; ¡baja a tal o cual pueblo siguiendo allí a tu hermano pródigo y convéncelo de que vuelva a casa! Nuestro Padre usa las hambrunas, pero más a menudo usa a los hermanos y hermanas.
A las almas temerosas que se cansan y desfallecen,
y no andan más por los caminos de Dios,
Dios a menudo envía otro santo,
Para asegurar la salvación del alma.
“Amados, no necesitarían ningún otro argumento, si supieran cuán bendita es la obra en sí misma”, dijo una vez Charles Spurgeon.
¿Quieres crecer en la gracia? Entonces, ayuda a otros. ¿Quieres sacudir tu propio desaliento? Entonces, ayuda a otros. Esta obra acelera el pulso, aclara la visión, roba el alma al santo valor; confirma mil bendiciones sobre sus propias almas, para ayudar a otros en el camino al Cielo. Encierra las aguas de tu corazón, y se estancarán, se volverán ruidosas, pútridas, fétidas; déjalas fluir, y serán frescas y dulces, y brotarán continuamente. Vive para los demás, y vivirás cien vidas en una (Pictures from Pilgrim’s Progress [Imágenes del progreso del peregrino], 41).
Pocas cosas en la vida son tan dolorosas como ver a un ser querido alejarse de Cristo. Sin embargo, pocas cosas en la vida dan tanto gozo como verle volver a Cristo en arrepentimiento y fe, y saber que tú has contribuido a ello. No te canses de hacer un bien eterno tan incomparable; sigue persiguiéndolo.
Este artículo fue publicado originalmente en Desiring God.