Recuerdo cuando era niño que todos los jueves y domingos al salir de mi casa pasábamos frente a una iglesia “pequeña y pobre” cerca de donde vivíamos. Siempre miraba hacia la iglesia y veía al pastor muy enérgico predicando, y era común ver muchas sillas, pero pocas personas. Pasé frente a esa iglesia por lo menos durante 15 años y domingo tras domingo ese pastor estaba con la misma actitud. Nunca vi muchas personas, aunque sí eran las mismas cada domingo. Recuerdo que en una de esas ocasiones le dije a mi papá: “Papi, ¿por qué ese pastor sigue predicando todas las semanas como si estuviese la iglesia llena con tan pocas personas? ¿Por qué no crecen o la cierran? ¡Yo creo que él ha fracasado!”. Mi padre muy sabiamente me contestó: “Hijo, éxito en el Señor en nada tiene que ver con números; tiene que ver con fidelidad a Dios, a Su Palabra y a lo que te ha mandado hacer. Ese pastor que ves ahí, yo lo conozco y por todos estos años ha sido fiel en atender a esa comunidad pobre en recursos económicos, con problemas de crimen, drogas y prostitución, pero ese pastor consistentemente les comparte el evangelio, les sirve, los discípula y los envía a servir a otros. Quizás ves a ese pastor, su familia y a esos cristianos como pocos y pobres, pero Dios los ve como muchos y ricos”. Aquella experiencia nunca la olvidé y estoy convencido de que aquel pastor, y también mi padre, tenían razón. ¡Éxito en el ministerio en nada tiene que ver con números, cantidad de personas o edificios; tiene que ver con fidelidad a Dios y a Su Palabra! En el libro de Apocalipsis vemos a Cristo afirmando esto. Una pequeña iglesia estaba tratando de sobrevivir. La iglesia en Esmirna estaba llena de cristianos fieles que estaban sufriendo:
- Persecución Externa
Por causa de la conexión con Roma, el gobierno demandaba que todos los habitantes de la misma le rindieran tributo al César. César era considerado un dios y se requería a los ciudadanos rendirle tributo o adoración. Era obvio que estos creyentes no iban a doblar sus rodillas ante los dioses paganos. Por ende, estos cristianos estaban experimentando persecución por parte de la sociedad y el imperio.
- Pobreza Extrema
Aquellos que respondían a este mandato del gobierno recibían un certificado que les autorizaba a participar de los beneficios como ciudadanos; comprar, vender, comerciar y usar los servicios del gobierno para cubrir sus necesidades. Pero aquellos que no estaban dispuestos a adorar al César no recibían el certificado y eran sometidos a vivir en una situación muy peligrosa de subsistencia. No es que no tenían extra, es que no tenían nada.
- Persecución Interna
Estos judíos cristianos estaban siendo perseguidos por otros judíos que los acusaban ante el Imperio Romano de ser blasfemos porque insistían en proclamar la existencia de otro Dios, de traidores porque se negaban a adorar al emperador y porque se negaban a ir al templo a esparcir incienso sobre su estatua.
Todas estas cosas causaron gran persecución, martirio, encarcelamiento, opresión, sufrimiento y hasta la muerte. Este era el ambiente en que se encontraba la Iglesia de Esmirna cuando Cristo les envió la carta a través del apóstol Juan. Sin embargo, Jesús les dice: “Yo conozco tus obras”. En Colosenses 1:18 leemos que Jesús es la Cabeza de la Iglesia. Jesús es el Pastor de la Iglesia, el que supervisa la Iglesia porque es su Iglesia. También leemos en Juan 2:23-25, que Jesús sabe lo qué hay en el corazón del hombre. Cuando Él le dice a la iglesia en Esmirna: “Yo conozco tus obras”, lo que les está diciendo es: “Yo conozco tus obras, pero también sé la razón de tus obras. Yo sé lo que haces, pero también sé porqué lo haces” y les dice: “Yo conozco tu tribulación y tu pobreza, pero tú eres rico”. Podemos parafrasear lo que Jesús está comunicando con las siguientes palabras: “Esmirna yo sé lo que estás pasando. Yo sé que estás siendo perseguida. Yo sé que estás bajo un sufrimiento increíble y bajo una pobreza increíble por causa mía, pero para mí eres rica”. Hermanos, muchos sistemas modernos que miden el éxito en las iglesias no utilizan el modelo de Esmirna. Para muchos el éxito en la iglesia se mide por números, edificios, y prosperidad material. Sin embargo, la manera en la cual Dios mide el éxito es diferente. Nuestro Señor define el éxito en la iglesia por la fidelidad y obediencia aún en medio de la escasez y el sufrimiento. Jesús no solamente reconoció a aquellos cristianos en Esmirna lo bien y lo fiel que habían sido, sino que también los preparó para seguir sufriendo con estas palabras: “No temas por lo que estás por sufrir”. En otras palabras, Jesús les dijo: “Yo sé lo que estás pasando, pero se va a poner peor”. Amados, el propósito de Dios no es prosperarte materialmente, sanarte físicamente y eliminar tus problemas. El propósito de nuestro Dios es purificarnos, santificarnos y perfeccionarnos. Es por eso que al igual que a la iglesia de Esmirna le dijo, nos dice a nosotros: “Sé fiel hasta la muerte”. No compres ni creas un evangelio libre de sufrimiento. Al contrario, entiende que para el cristiano el sufrimiento es un regalo de Dios. Tampoco te confundas con lo que ven tus ojos porque es posible que aquello que se mira poco o pobre para Cristo sea mucho y rico.