¡Qué nos sorprende que un hombre cristiano tenga paz cuando trae consigo las escrituras del cielo en su pecho! —Joseph Irons—
Estos últimos días hemos escuchado y vivido disturbios en México; saqueos a negocios, manifestaciones violentas, robos a casas habitación y amenazas falsas debido a un descontento social con el gobierno actual. Ello causó pánico colectivo, incertidumbre y temor a morir. Uno se imagina morir ya entrado en años, una vida plena, hijos y nietos rodeando una cama en la que dulcemente esperas el llamado de Dios a su presencia; es una manera romántica de morir, pero, ¿Qué si te ves envuelto en una persecución violenta? ¿No llegaremos al mismo lugar? ¿Por qué entonces tememos morir diferente a como imaginamos?
“Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:1-5).
Hemos sido justificados por la fe, tenemos la seguridad de que Cristo ha salvado nuestra alma y que el día en el que el Padre nos llame a Su presencia, habremos sido absueltos de todo pecado, de toda culpa. Ahora tenemos paz para con Dios por medio de Cristo, hemos sido reconciliados con Él, ¿Por qué temer partir de esta tierra estando en paz con el dueño de nuestra vida? Por fe hemos ganado la gracia de Dios a través de Jesús. Tenemos acceso a Su gracia, disfrutamos de Su amor y nuestra esperanza es que algún día, lejano o no, ―sólo Dios sabe― nos gozaremos en Su presencia y compartiremos toda Su grandeza. Estamos firmes en su gracia y tenemos paz porque…
…Jesús nos ha dejado la puerta abierta al Padre. …Somos amados aún sin merecerlo. …Cristo lo hizo todo, ya no debemos nada. …Dios ha sido bueno, nos ha dado libertad aun cuando no lo merecíamos. …La fe en Él nos da la seguridad de salvación. …La confianza de la fe nos da paz con Dios.
Todos los sufrimientos, las aflicciones, dolores, y todo el pánico que se vive en el mundo actual, habrán valido la pena soportarlos cuando nos encontremos cara a cara con nuestro creador y Dios; cuando nuestro carácter haya sido aprobado por Él, así que, ¿Por qué temer? ¿Por qué angustiarse por todo lo que se vive ahora en nuestro entorno? Recordemos que Cristo salvó nuestra alma. Estemos firmes, caminemos seguros de que con el favor de Cristo saldremos victoriosos de todo ello. Esa es nuestra esperanza, una esperanza que no nos defrauda porque nuestro eterno Dios nos ama más y más, tanto que a través de los problemas Él nos cuida. Dios tiene todo bajo control, si hemos aprendido que las pruebas que enfrentamos en nuestro caminar con Cristo nos hacen pacientes, glorifiquemos a Dios. Ellas tienen un propósito, es un hecho que seremos probados en algún momento de nuestro diario vivir, ya se nos había advertido; de hecho, ninguna prueba debe sorprendernos.
“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo; antes bien, en la medida en que compartís los padecimientos de Cristo, regocijaos, para que también en la revelación de su gloria os regocijéis con gran alegría” (1 Pedro 4:12-13).
Tomemos esa actitud que el apóstol Pedro menciona, en medio de la prueba alabemos a Dios recordando que nos ama y tiene cuidado de nosotros, Él no nos probará más allá de lo que podamos soportar. Alabemos a Dios porque tiene un propósito de amor en cada prueba, en cada tribulación, y confiemos en Su amor y soberanía prosiguiendo a la meta un día a la vez. Las tormentas de la vida no deben quitarnos la paz que nuestro Señor Jesucristo nos dejó, la paz que nos da la seguridad de saber que estamos de paso en esta vida, preparándonos para la eternidad a Su lado. ¿Por qué temer? descansemos en Cristo, Él cumplirá Su propósito en nuestra vida.
“La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” —Jesucristo (Juan 14:27)—