Muchos misioneros nos podemos ver a nosotros mismos como llaneros solitarios. Tenemos estrategias, metas, conocimiento teológico y, sobre todo, un gran deseo de que las personas conozcan acerca de Cristo, pero creemos que necesitamos hacer nuestra labor de forma aislada, sin la ayuda de una comunidad. A veces, sencillamente pensamos que lo sabemos todo.
A la hora de ser enviados, a todos los misioneros nos gustaría hacer parte de una iglesia como la nuestra, aquella que nos ha enviado. Ese deseo no está mal, pero definitivamente puede ser irreal. Cuando llegamos al campo, nos damos cuenta de que no hay aún una iglesia así, y por eso tendemos a excluirnos. Lastimosamente, es posible que no estemos dispuestos a someternos al pastorado y los miembros de otra iglesia que ya esté en el lugar, solo por ser distinta a la que soñamos.
¿Qué tan saludable es esta forma de pensar? Gracias a Dios, las Escrituras hablan abundantemente de la importancia y el rol de la iglesia local. De esta forma, quiero compartir algunos consejos bíblicos para aquellos que están en el campo misionero o están considerando ir en un futuro.
1. Recuerda que fuiste diseñado para estar en comunidad
El Nuevo Testamento describe a la iglesia como un “cuerpo” que crece cuando todos sus miembros participan en su propia edificación. “Todo el cuerpo, estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen, conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor” (Ef 4:16).
Al salvarnos, Dios nos hizo miembros de un cuerpo universal, el cual se manifiesta por medio de iglesias locales. Es en esa comunidad local que experimentamos amor mutuo y que podemos madurar en conocimiento y santidad. La unidad que tienen estos miembros no se puede encontrar en ningún otro lugar, pues el lazo está basado en “una misma esperanza de su vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos” (Ef 4:4-5). Desde sus comienzos, la iglesia primitiva ha estado unida en oración, compañerismo, adoración, estudio y evangelización (Hch 2:42-47).
Por eso, todos los creyentes, incluyendo los misioneros, necesitan experimentar la vida en comunidad. Aunque parte del trabajo de muchos misioneros es llevar el evangelio a donde no hay iglesias o donde aún hace falta mucho crecimiento, su diseño comunitario original no cambia.
Misionero, ¿eres parte de una comunidad local en la cual estás siendo edificado? Mientras llevas a cabo tu ministerio, ¿estás dejando que otros hablen con amor a tu vida? En medio de todas tus labores y servicios al reino de Dios, ¿le estás dando un papel prioritario a los tiempos de comunión con tus hermanos?
Te ayudará recordar lo que Charles Spurgeon dijo alguna vez sobre la estrategia del enemigo: “Satanás siempre odia la comunión cristiana; es su política mantener separados a los cristianos. Todo lo que pueda dividir a los santos los unos de los otros, él se deleita en eso. Él atribuye mucha más importancia a la relación piadosa que nosotros. Dado que la unión es la fuerza, él hace todo lo posible para promover la separación”.
2. Busca el ánimo de tus hermanos aparentemente débiles
El apóstol Pedro, cuando predicó en Pentecostés, dijo que la profecía de Joel se cumplió ese día y que ahora todos podrían hablar la Palabra de Dios gracias al Espíritu Santo:
Derramaré de Mi Espíritu sobre toda carne;
Y sus hijos y sus hijas profetizarán,
Sus jóvenes verán visiones,
Y sus ancianos soñarán sueños;
Y aun sobre Mis siervos y sobre Mis siervas
Derramaré de Mi Espíritu en esos días,
Y profetizarán (Hch 2:17-18).
Todos los creyentes somos capaces de hablar sobre la revelación de Dios. En el Antiguo Testamento, el Espíritu solo estaba sobre ciertos hombres con funciones específicas, pero después de Pentecostés todos los que están en Cristo tienen este privilegio.
A veces, los ministros del evangelio creen que solo las personas más educadas teológicamente pueden enseñarles verdades escriturales. Sin embargo, muchos de los hermanos más débiles o, aparentemente, menos maduros, pueden impactarnos profundamente. Hay hermanos que están pasando por dificultades y la manera en que atraviesan las pruebas más difíciles es un gran ejemplo para nosotros.
Hace unos días tuve la oportunidad de hacer algunas visitas con un pastor amigo. Él me llevó a ver a un hermano cuyas piernas fueron amputadas debido al avance de la diabetes. Aunque este hombre no tiene una amplia formación teológica, se levanta cada día a atender su negocio (un puesto de frutas) con amor y pasión por el Señor. No hablamos de teología, pero sí hablamos de la actitud que debe tener una persona hacia el trabajo y la vida, y fui muy edificado. En esta rama, podríamos decir que el hermano tiene un doctorado y sabe más que muchos de nosotros.
En la iglesia local los más débiles pueden hacer un aporte significativo a nuestra vida. Esta es la grandeza de ser parte del cuerpo de Cristo: todos sus miembros son útiles en el crecimiento mutuo, sin importar si están rodeados de pruebas o si simplemente glorifican a Dios en sus vidas comunes. A pesar de que muchos no tienen un título en teología, son capaces de animar a otros con la Palabra y lo que Dios les ha permitido vivir. Es fundamental recordar esto en una época en la que muchos se acercan a las iglesias buscando prosperidad y milagros.
Misionero, recuerda que el cristianismo no es para los moralmente perfectos, sino para los quebrantados en espíritu (Mt 5:3). ¿Estás echando mano de la gracia que hay en tus hermanos aparentemente débiles? En su libro El tipo de predicación que Dios bendice, Steve Lawson afirma: “Ningún hombre es demasiado débil para que Dios lo use, solo demasiado fuerte”. Misionero, ¿eres demasiado fuerte para no crecer junto con tu hermano más pequeño?
3. Asegúrate de ser pastoreado
Muchos misioneros tienen más preparación teológica que algunos pastores en ciertas zonas. Sin embargo, ¿eso los exime de ser pastoreados?
El Señor diseñó el cuerpo de Cristo de tal forma que todos necesitamos de la guía pastoral. Pablo explica la relación que hay entre los pastores y las ovejas al interior del cuerpo de Cristo: “Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef 4:11-12). Aquí es claro cómo los santos, es decir, los miembros, son capacitados por los pastores para llevar a cabo el ministerio y ser edificados.
También el libro de Hebreos nos recuerda que los pastores están llamados a cuidar de nuestras almas, por lo que debemos permitirles hacer su labor con libertad. “Obedezcan a sus pastores y sujétense a ellos, porque ellos velan por sus almas, como quienes han de dar cuenta. Permítanles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para ustedes” (Heb 13:17). Así, el misionero necesita reconocer su necesidad de estar bajo un pastorado en tanto que sea posible.
Además, vale la pena recordar cuánto puede bendecir un misionero a su pastor. En el libro de Hechos vemos que la tarea del pastor es orar y predicar la Palabra: “Y nosotros nos entregaremos a la oración y al ministerio de la palabra” (Hch 6:4). Sin duda hay muchas formas en las que un misionero puede cooperar con su pastor, aliviando su carga y permitiéndole enfocarse en su llamado.
Misionero, ¿estás permitiendo que otros pastores guíen tu vida? ¿Las personas a las que ministras ven en ti alguien humilde que reconoce su necesidad de ser pastoreado?
Amor por la iglesia local
En conclusión, es bueno recordar que nuestra familia necesita una iglesia local donde puedan crecer y hacer aportes a la misma. Misionero: tú y yo también necesitamos de la comunidad. Antes de ser ministros o alguna especie de “estrellas espirituales”, somos seres humanos; somos ovejas.
Cuando un misionero es miembro de una iglesia local, puede hacer muchos aportes a su crecimiento y madurez, haciendo discípulos que glorifiquen a Dios y continúen con la obra dentro de la comunidad. Por eso, una de sus grandes responsabilidades, especialmente para aquel que está involucrado en la plantación, es que las personas vean en él un amor especial por el cuerpo de Cristo.
Misionero, ¿amas el cuerpo de Cristo?