Desde Agustín hasta nuestros días, los cristianos han reflexionado sobre los ángeles a la luz de la Escritura. No se trata de una doctrina mística.
El 21 de septiembre de 1994, la serie Touched by an Angel [Tocado por un ángel] se estrenó en CBS. Llegó a emitir 211 episodios a lo largo de nueve temporadas. La serie presentaba a dos “ángeles” llamados Mónica y Tess. A lo largo de la serie, Mónica tiene la tarea de transmitir orientación y mensajes de “Dios” a diversas personas que se encuentran en una encrucijada en sus vidas. Eventualmente, Mónica y Tess son acompañadas por otro ángel llamado Andrew, el ángel de la muerte, quien aparece en momentos de enfermedad, tragedia o en el instante en que aparentemente conduce a las personas al cielo.
La serie se convirtió en una de las de mayor audiencia en CBS, con más de 121 millones de espectadores, y fue nominada a once premios Primetime Emmy y tres premios Globo de Oro. Esta serie reveló que la fascinación humana por los ángeles en nuestros días no ha disminuido desde los primeros tiempos de la iglesia. De hecho, los ángeles han sido representados a lo largo de la historia del arte, la música y la cultura.

Una búsqueda en Google de la palabra “ángeles” produce una infinidad de sitios web que revelan esta fascinación. El famoso sitio enciclopédico Wikipedia comenta que los ángeles son seres sobrenaturales presentes en varias religiones y mitologías. El artículo continúa señalando que cada tradición religiosa tiene su propio método para definir y explicar a estos seres celestiales.
Por ejemplo, en el zoroastrismo, cada persona tiene un ángel guardián que manifiesta la energía de Dios. En el islam, los ángeles son mencionados frecuentemente en el Corán y en el Hadiz (tradiciones orales codificadas sobre Mahoma), y a menudo se les encomiendan tareas específicas de parte de Dios, como probar a los seres humanos concediéndoles abundante riqueza o sanándolos de sus enfermedades. Según las enseñanzas de la Sociedad Teosófica, se considera que los ángeles habitan ya sea en la atmósfera de los planetas o en el interior del sol, y que ayudan en la operación y los procesos de la naturaleza. Los ángeles han sido representados a lo largo de la historia del arte, la música y la cultura.
Rodeada de misticismo y misterio, la visión popular cristiana de los ángeles necesita desesperadamente una reforma. Necesitamos una comprensión bíblica y teológica bien pensada y cuidadosamente estructurada de estas criaturas celestiales y de su función dentro de la historia redentora de Dios. Por lo tanto, debemos preguntarnos: ¿qué dice la Biblia?

Los ángeles son creados
La Biblia afirma que los ángeles no han existido desde siempre. Numerosos pasajes bíblicos confirman que Dios, en el principio, creó a todos los ángeles. Job alude a coros angelicales llenando los cielos de alabanza a Dios durante el evento de la creación: “¿Sobre qué se asientan sus basas, o quién puso su piedra angular cuando cantaban juntas las estrellas del alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo?” (Job 38:7). Las Escrituras se apresuran a establecer que, aunque son seres espirituales, los ángeles son distintos del Dios trino y no han existido eternamente. En Nehemías 9:6 se hace una clara distinción entre el Dios del cielo y Su creación: “Solo Tú eres el SEÑOR. Tú hiciste los cielos, los cielos de los cielos con todo su ejército, la tierra y todo lo que en ella hay, los mares y todo lo que en ellos hay. Tú das vida a todos ellos y el ejército de los cielos se postra ante Ti”.
En el Nuevo Testamento, Pablo confirma lo que el Antiguo Testamento enseña acerca de la creación de los ángeles: “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él” (Col 1:16). Observa que Pablo describe a los ángeles como “creados”, en pasado. En otras palabras, Dios no está creando ángeles de manera continua, sino que su existencia y número fueron establecidos firmemente en el principio.

La Escritura nunca indica el número exacto de ángeles que fueron creados, pero a menudo alude a una multitud innumerable. En el monte Sinaí, Dios “vino de en medio de diez millares de santos; a Su diestra había fulgor centelleante para ellos” (Dt 33:2). En el Salmo 68:17, el salmista identifica que “los carros de Dios son miríadas, millares de millares”. Cuando los creyentes entran en la presencia de Dios en adoración santa, entran en la presencia de “una multitud de ángeles” (Heb 12:22). En Apocalipsis, Juan relata: “Oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares” (Ap 5:11).
Independientemente del tamaño de su población, podemos tener la certeza de que Dios creó el número necesario de ángeles para cumplir Su voluntad soberana y para rendir la alabanza y gloria apropiadas a su Creador.
El padre de la iglesia Agustín (354–430) enfatiza rápidamente que el relato de la creación revelado en Génesis no menciona directamente la creación de los ángeles y que, de hecho, guarda un silencio sorprendente al respecto, dando más atención a la creación de las demás criaturas de Dios. Para Agustín, la creación de los ángeles es un asunto de especulación textual y teológica. Sin embargo, al examinar los primeros capítulos del libro de Génesis, él alude a la creación angélica y especula que la creación de los “cielos” en Génesis 1:1 inaugura la creación ex nihilo de los seres espirituales, mientras que la creación de la “luz” en Génesis 1:3 marca el momento en que esas criaturas celestiales emergen a la luz, lanzándolas como siervos de Dios.1

En su discusión, Agustín fue cuidadoso al señalar que, aunque el relato de la creación en Génesis no menciona directamente la creación de los ángeles, es concebible que Dios los haya creado justo antes de Su creación del cosmos, o que los ángeles fueran creados en paralelo al establecimiento del universo. Para Agustín, de acuerdo con Nehemías 9:6, lo más vital es que los ángeles deben ser comprendidos de manera que los distinga completa y plenamente de ser coeternos con el Dios trino.
Los ángeles no son humanos
Aunque la Biblia enfatiza que los ángeles fueron creados por el Dios trino, también sostiene que no existen de la misma manera que los seres humanos. Por ejemplo, a diferencia de los humanos, Dios creó a los ángeles para que ni se casaran ni se reprodujeran (Mt 22:30). El autor de Hebreos afirma que todos los ángeles son “espíritus”: “¿No son todos ellos espíritus ministradores…?” (Heb 1:14). Cuando Jesús se apareció a Sus discípulos entre Su resurrección y Su ascensión, reconoció que un “espíritu” no posee “carne ni huesos” como Él (Lc 24:39).
En la Escritura, los ángeles son seres invisibles y normalmente no son visibles para los humanos, a menos que Dios los revele (Nm 22:31; 2R 6:17; Lc 2:13). Sin embargo, de vez en cuando, los ángeles tomaban forma física y se aparecían a varias personas en las Escrituras, como Abraham, Lot, Moisés, Daniel, María y Juan. El ángel le dijo a la mujer en la tumba vacía de Jesús: “Ustedes, no teman; porque yo sé que buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, porque ha resucitado” (Mt 28:5–6). Aunque son criaturas compañeras, los ángeles son distintos de los humanos dentro de la creación de Dios.

Los ángeles no deben ser adorados
En Apocalipsis, cuando Juan cae a los pies de un ángel, el ángel rápidamente le advierte sobre el peligro de adorar a una criatura: “No hagas eso. Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos que poseen el testimonio de Jesús; adora a Dios” (Ap 19:10). Esta advertencia, obviamente, también requiere que nunca oremos a los ángeles. Pablo nos advierte contra pensar que puede existir algún otro “mediador” entre nosotros y Dios, “Porque hay un solo Dios, y también un solo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre” (1Ti 2:5).
La Escritura no ofrece ejemplos de alguien que ore a un ángel o que pida ayuda a un ángel. Además, la Biblia no alienta a nadie a buscar la aparición de un ángel, ya que ellos se manifiestan sin ser buscados. Aunque podamos sentir fascinación por estos seres celestiales, los creyentes no deben albergar una curiosidad malsana ni un deseo de experimentar lo sobrenatural por encima de su amor y devoción a Dios y Su obra. Nuestro deber es hablar con el Señor, quien es el creador, sustentador y comandante de todas las fuerzas angélicas.
Descartar la teología de los ángeles como algo demasiado misterioso, especulativo o místico es ignorar la clara evidencia de su existencia a lo largo de toda la Escritura y el ejercicio intelectual y la reflexión espiritual de innumerables pensadores cristianos a través de la historia de la iglesia. Por lo tanto, nuestro objetivo como cristianos, para nuestra santificación en el evangelio, debe ser desarrollar una angelología robusta, con la sincera esperanza de que la atención y la reflexión teológica no se dirijan hacia los ángeles en sí, sino hacia Cristo, a quien adoramos y servimos juntos.
Este artículo se publicó originalmente en Tabletalk.
Referencias
1 Para más sobre Agustín y los ángeles, ver David Keck, Angels and Angelology in the Middle Ages [Ángeles y angelología en la Edad Media] (New York: Oxford University Press, 1998), 20–22.