La esposa de un pastor bivocacional

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Siempre pensé que la esposa de un pastor debía ser una mujer excepcional, alguien muy sabia, dulce y súper servicial, alguien con un “llamado especial”. Por supuesto pensé que yo no tenía ese llamado ni esas características, y por consiguiente estaba descalificada para ser esposa de pastor.  Siempre supe que mi esposo deseaba servir a Dios, incluso en nuestros primeros años de matrimonio sentimos inquietud por las misiones, pero luego nos envolvimos en los quehaceres de la vida como los préstamos, los hijos, la carrera, etc. A medida que pasaba el tiempo las responsabilidades aumentaban, mi expectativa sobre el trabajo de mi esposo era mayor, él debía proveer y, por lo tanto, debía tener un buen puesto en su empresa. Así que por un tiempo olvidé el tema del servicio al Señor.  Pero los dones y el llamamiento son irrevocables y mi esposo, por su parte, fue guiado por el Espíritu Santo a estudiar la Palabra y a crecer en gracia y sabiduría; yo podía ver en él esa facilidad de acercarse a la gente y hacerse sentir confiable, era notorio cómo muchas personas lo veían como alguien a quien acudir para un consejo o simplemente para ser escuchados, lo veían como un pastor y eso me daba temor por lo que mencioné al principio.  En ocasiones nuestros temores o inseguridades pueden frenar el anhelo de nuestro esposo por servir a Cristo, porque olvidamos que no se trata de nosotras y que Dios se provee de lo más vil y menospreciado para hacer su obra (1 Cor. 1:25-29). Cada esposa tiene un pastor en casa, aunque a veces él no se ha dado cuenta de que sí lo es; pero nosotras podemos con amor, respeto y la sabiduría de Dios, apoyarle para que pueda ver ese llamado divino que tiene como hombre  Puede ser que tu esposo sea llamado a servir en la iglesia local o no, pero él es la cabeza y el pastor de tu hogar. Así que yo soy la primera oveja que mi esposo debía pastorear y como oveja dejé que lo hiciera.  Hay 3 consejos que yo podría darle a la esposa de un pastor bivocacional: 

Orar siempre por él

Recordemos que es un hombre que además de su trabajo en la iglesia se expone diariamente a ambientes mundanales, donde puede haber tentaciones y pruebas de diversa índole. Que el Señor le provea de ese Espíritu de poder, amor y dominio propio (2Tim. 1:7) para ser luz y sal en todo momento (Mt. 5:13-16). Nuestras oraciones por fortaleza y ánimo también son necesarias, pues una doble responsabilidad puede ser muy agotadora física, mental y emocionalmente. 

Escucharle

Si bien es cierto que los hombres no son muy dados a expresar sus sentimientos ni a contar su rutina diaria, algo que he visto en mi esposo es que le gusta hablar de sus proyecto o metas espirituales. También le gusta compartirme lo que está aprendiendo o estudiando en ese momento y aunque a veces yo quisiera hablar de otra cosa o el tema no es tan apasionante para mí, realmente disfruto escuchar cómo se deleita en Cristo y cómo anhela conocerle cada día más. 

Apoyarle en su ministerio

Una vez le expresé a mi esposo que tenía temor sobre su llamado porque yo no tenía las características que requería la esposa de un pastor, y él me dijo algo que me liberó: “no eres la esposa de un pastor, eres mi esposa y es todo lo que yo necesito”. Mas claro no me lo pudo haber explicado, así que desde entonces solo trato de apoyarlo en sus proyectos, darle su espacio para estudiar u orar, facilitarle una comida para alguna familia que él quiere invitar a casa, colaborar en actividades de la iglesia sin olvidar que no me casé con el pastor, me casé con un hombre que tiene necesidades humanas y quiero ser su ayuda idónea.  Es verdad que la vida ya es bastante complicada con el trabajo, los hijos, la escuela, las deudas y muchas cosas más; y sumar a eso la responsabilidad de pastorear personas puede parecer abrumador e incluso desalentador, pues a veces eso no es compatible con nuestro deseo de que nuestro esposo ascienda a un puesto ejecutivo de mayor paga. Y si eso llegara a suceder, él tendría mucha mayor responsabilidad, porque entonces no le dejaría tiempo para el ministerio. Pero si de algo soy testigo y estoy convencida, es que el proveedor de mi hogar no es mi esposo, el proveedor de mi hogar es Dios. Él se encarga de todas nuestras necesidades y ninguna obra en el Señor es en vano (1Cor. 15:58).  No hay un perfil para ser la esposa de un pastor ya sea bivocacional o de tiempo completo, solo debes ser la esposa del hombre con quien decidiste compartir el resto de tu vida, orar para que puedas ser la ayuda idónea de ese hombre imperfecto que ama a Dios y desea servirle, y decidir amarlo como Dios manda en Su Palabra… ámalo como a ti misma. 

Ehiby Martínez

Ehiby vive en Tegucigalpa, Honduras. Es hija de Dios, esposa de Rudy, madre de Benjamín y Abigail. Médico General con Maestría en nutrición y dietética, docente en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

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