Enséñame a ser enseñable Señor

¿Cómo aprendiste a leer? ¿Acaso no te enseñaron? ¿Acaso no recibiste todo lo que tienes de otro? Y entonces, ¿cómo puedes pensar que eres autosuficiente?
Enséñame a ser enseñable Senor

¿En qué momento dejamos de depender de Dios en algo? Como seres creados, no somos autosuficientes (lo sé, aunque quizás creas lo contrario de ti), e intentaré demostrártelo: ¿Tu fabricas tu propio oxígeno? ¿Dónde has creado el agua que bebes? ¿Cuándo creaste tu propio alimento? ¿Cómo aprendiste a leer? ¿Acaso no te enseñaron? ¿Acaso no recibiste todo lo que tienes de otro? Y entonces, ¿cómo puedes pensar que eres autosuficiente? ¿Simplemente porque trabajas, cobras un salario y te compras lo que necesitas? Eso no es una autosuficiencia absoluta, es solo tener los recursos necesarios para cubrir tus necesidades inmediatas.

La verdadera autosuficiencia está ligada a la soberanía (adj. que posee la autoridad suprema). Para ser verdaderamente autosuficientes necesariamente deberíamos ser soberanos, y déjame decirte algo que es real para ti y para mi: no lo somos.

¿Adónde quiero llegar con todo esto? A esto: si eres cristiano y estás aprendiendo a vivir la vida cristiana, a buscar la santidad, a estudiar las Escrituras, a negarte a ti mismo y a tomar tu cruz cada día: no lo hagas separado de Dios, no eres autosuficiente en tu vida espiritual, todo lo contrario, dependemos completamente de Dios para crecer en todo.

“Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. (Mateo 16:18)

Cristo mismo es la cabeza de la iglesia, su creador y su sustentador. Su lenguaje en Mateo 16:18 denota pertenencia: “mi iglesia”. Nosotros como miembros de ella dependemos de Cristo para nuestro crecimiento, Él prometió edificarnos.

“El es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia; y El es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que El tenga en todo la primacía”. (Colosenses 1:18)

Ser la cabeza de la iglesia denota principalmente las características de dirección y autoridad. Cristo es quien dirige a su iglesia y la guía conforme su voluntad, y quien tiene absoluta autoridad sobre ella. Si tú eres de Cristo eres un miembro de su cuerpo, y recibes tu vitalidad y tu crecimiento de Él.

Nuestra dependencia de Cristo en el estudio bíblico

Leyendo el salmo 119 me llamó la atención la repetición de una palabra en particular: “enséñame”. El salmista vez tras vez ora al Señor con una petición recurrente, “enséñame…”, en la mayoría de los casos esa enseñanza es ligada a la Palabra de Dios:

Bendito tú, oh Señor; enséñame tus estatutos. (Salmos 119:12)

De mis caminos te conté, y tú me has respondido; enséñame tus estatutos. (Salmos 119:26)

Enséñame, oh Señor, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin. (Salmos 119:33)

La tierra, oh Señor, está llena de tu misericordia; enséñame tus estatutos. (Salmos 119:64)

Enséñame buen juicio y conocimiento, pues creo en tus mandamientos. (Salmos 119:66)

Bueno eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos. (Salmos 119:68)

Te ruego aceptes las ofrendas voluntarias de mi boca, oh Señor, y enséñame tus ordenanzas. (Salmos 119:108)

Haz con tu siervo según tu misericordia, y enséñame tus estatutos. (Salmos 119:124)

Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos. (Salmos 119:135)

No solo allí, otros salmos expresan lo mismo:

Señor, muéstrame tus caminos, y enséñame tus sendas. (Salmos 25:4)

Guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día. (Salmos 25:5)

Señor, enséñame tu camino, y guíame por senda llana por causa de mis enemigos. (Salmos 27:11)

Enséñame, oh Señor, tu camino; andaré en tu verdad; unifica mi corazón para que tema tu nombre. (Salmos 86:11)

Si has podido notar, la mayoría se relacionan con “tus… estatutos, ordenanzas, sendas, tu verdad, tu camino, buen juicio y conocimiento”. Y mi pregunta es la siguiente: ¿En tu estudio bíblico y en mi estudio bíblico: estamos dependiendo de Dios para aprender sus estatutos? ¿Estamos orando y confiando en el Espíritu Santo que mora en nosotros para aprender la verdad y para ponerla por obra? ¿Invitamos a Dios como parte primordial de adquirir sabiduría bíblica? ¿Es nuestro fin un cambio de vida o solamente llenarnos de conocimiento? ¿Estás en el engaño de la autosuficiencia o estás dependiendo de Dios para aprender?

La imagen de camino es hermosa, porque un camino es para caminar (¿descubrí América no?), pero en muchas ocasiones no es lo obvio en cristianos que tienen demasiado conocimiento sobre el camino y han olvidado caminar por él. Se han quedado en la letra y no han abrazado el Espíritu de la misma. Han cargado sus mentes de información pero no la bajaron al corazón. No han horneado el conocimiento en el fuego de la vida diaria. Y en muchos casos es porque han olvidado el lugar de Dios en el estudio, y ese lugar de preeminencia nos debería llenar de humildad, al reconocer nuestra dependencia y limitación, y de gozo, porque Dios desea nuestra santificación y nos hará crecer en santidad. El estudio lejos de ser un fin en sí mismo es un medio para conocer a Dios y crecer en santidad.

Démosle a Cristo el lugar que se merece a la hora de estudiar las Escrituras para ponerlas por obra primeramente y luego para enseñárlas, como el ejemplo de Esdras (Esdras 7:10).

“Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace”. (Santiago 1:22-25)

No somos autosuficientes, pídamosle a Dios que nos enseñe a ser enseñables por Él.

Enrique Oriolo

Enrique es co-fundador de Soldados de Jesucristo, actualmente sirve como misionero y pastor ordenado en la Iglesia Bíblica de City Bell, en Argentina. Está casado con Tamara y es padre de dos hijas, Luz y Paz.

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