Era a principios del otoño, hacía un viento gélido y tenía diez centímetros de lodo fresco pegado a las suelas de mis botas de trabajo. Me encontraba visitando un sitio de construcción abriendo hidrantes de incendio. Trabajaba para una empresa de protección contra incendios. Pero antes de poder instalar un sistema de protección, teníamos que diseñarlo. Y antes de poder diseñarlo, teníamos que saber qué tipo de suministro de agua tendríamos a nuestra disposición para apagar un fuego. Por eso la necesidad de abrir los hidrantes y tomar medidas. Yo era nuevo en la industria de la construcción y apenas podía creer lo que veía. El edificio tendría unos 30 metros de alto, pero ese día había solamente un agujero en la tierra de 30 metros de profundidad. Había grúas y retroexcavadoras y topadoras preparando el sitio para recibir metros y metros de concreto y varillas del grueso de mi muñeca. Había hombres cubiertos de lodo excavando los cimientos y armando zapatas. Esto es lo que aprendí aquel día: antes de construir un edificio, tienes que poner el fundamento. Es complicado y toma tiempo, pero es necesario. Un fundamento sólido es necesario para un edificio sólido. Si no lo haces, tendrás problemas más adelante. La superestructura simplemente podría colapsar. Así es también en nuestra lucha contra el pecado sexual. Por supuesto, lo que diré aquí no abarca toda la perspectiva cristiana sobre la sexualidad. Dejaré mucha teología para otros libros y autores. Me estoy enfocando solamente en algunas verdades que me parecen las más importantes mientras ponemos el fundamento sobre el que construiremos todo lo demás.
“En verdad les digo que tienen que nacer de nuevo”
Esta primera estrategia es una combinación de lo que dice Jesús en Juan 3:3 y 3:5. Al escucharlo en traducciones más tradicionales, algunos lo asocian con algo vergonzoso. Para otros, simplemente suena arcaico o de una era antigua. Pero la realidad verdadera del nuevo nacimiento está lejos de estar obsoleta. La vida cristiana comienza cuando, por el poder del Espíritu Santo, te arrepientes de tus pecados y confías en las buenas nuevas de que Jesús murió para borrar tus pecados y resucitó para restaurarte con Dios. Pero el arrepentimiento no es simplemente un acto único. El arrepentimiento en la vida cristiana es constante, y es en parte la manera como continuamos recibiendo el poder para vivir la vida cristiana. Si aún no estás listo para arrepentirte de tus pecados y poner tu fe en el trabajo consumado de Jesús, estoy feliz de que hayas tomado este libro. Por favor, continúa leyendo. Pero si no eres cristiano, tienes que entender esto: seguir estas estrategias, será en su mayor parte como usar una máquina de afeitar que no está conectada a la corriente eléctrica. Tal vez funcione por un tiempo, pero eventualmente tu fuerza de voluntad se acabará. En el cristianismo, el cambio de corazón precede al cambio de vida.
Preguntas de diagnóstico
- Si no eres cristiano, ¿hay gente en tu vida que te pueda ayudar a entender lo que significa seguir a Jesús y confiar en Él como tu Salvador? Si es así, ¿estás dispuesto a ponerte en contacto con ellos?
- Si eres cristiano, piensa por un momento en cómo te convertiste en cristiano. ¿Puedes explicar el mensaje de salvación o estás un poco confundido en cuanto a los detalles? Si necesitas ayuda, ¿quién puede ayudarte a explicar mejor el evangelio?
- La Biblia no enfatiza nuestra decisión pasada de seguir a Cristo tanto como nuestra fe en el tiempo presente: “Creí entonces y sigo creyendo ahora”. ¿Crees en el evangelio hoy o estás dependiendo de una decisión pasada? ¿Cuál es el problema con enfocarte principalmente en el pasado?
