El uso práctico de la justificación en la guerra espiritual

Un sólido e importante recordatorio de la importancia de la justificación que hemos obtenido en Cristo.
Foto: Balazs Toth

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La doctrina de la justificación solo por gracia mediante la fe solo en Cristo es muy valiosa para nosotros. Como un recordatorio rápido, la justificación es:

  1. Legal, es decir, es una declaración jurídica. Porque Cristo ha cumplido toda justicia, y murió la muerte justa que los pecadores merecen llevando la ira de Dios, y resucitando en victoria, aquellos que confían en Cristo por fe son declarados legalmente justos. Se les imputa la justicia de Cristo.
  1. Plena, no hay nada que se pueda añadir a su justificación. Todos los cristianos, todos los que miran a Cristo en fe, son igualmente justificados. Es completa. No hay grados de justificación.
  1. Final, no estamos esperando una justificación futura. La obra de Cristo ha sido aplicada a nosotros que confiamos en Él. Nuestras buenas obras no agregan nada a esto, no pueden hacerlo y son innecesarias en términos de recibir justificación.

La justificación solo por gracia a través de la fe solo en Cristo es la razón por la cual el evangelio es una buena noticia. Está en el corazón mismo de lo que Cristo ha hecho por Su pueblo.

Además, la Segunda Confesión de Fe Bautista de Londres de 1689, declara correctamente:

…la justificación de los creyentes bajo el Antiguo Testamento era exactamente la misma que la justificación de los creyentes bajo el Nuevo Testamento.

Nadie. Ni una sola alma se ha salvado jamás aparte de la fe en Cristo. Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. Los creyentes del Antiguo Testamento se salvaron esperando la venida del Mesías, solo por gracia, solo por la fe, solo en Cristo.

Esto es lo que Dios hace por Su pueblo por Su gracia.

La justificación solo por gracia a través de la fe solo en Cristo es la razón por la cual el evangelio es una buena noticia. / Foto: Envato Elements

Ahora, lo que estamos haciendo en este artículo es considerar, de manera práctica, ¿cómo usamos esta doctrina en la batalla?

Te recuerdo uno de los ataques de Satanás contra la iglesia: él es el acusador. Acusa a los hermanos. Parte de la razón por la que esto sigue funcionando en los cristianos es porque Satanás tiene razón.

Al menos en parte.

Sus acusaciones pueden tener peso porque nos recuerda la culpa que realmente hemos experimentado y, experimentamos. El problema es que no cuenta toda la historia. No llega al último capítulo. Cristo ha hecho una expiación suficiente por nuestros pecados y nos ha vestido con Sus propias vestiduras justas.

Por lo tanto, quiero que consideremos de manera práctica, esta gloriosa doctrina de la justificación solo por gracia a través de la fe solo en Cristo, en la lucha espiritual.

1. Cuando seas tentado, recuerda quién eres

Sí, lo sé. Todos mis compañeros millennials pueden oír ahora mismo a James Earl Jones en el papel de Mufasa diciéndole a Simba: “¡Recuerda quién eres!”.

Pero esto realmente tiene una aplicación práctica para cada creyente. ¡Recuerda quién eres! En cierto sentido, ese es el tema de la carta de Pablo a los efesios. Comienza la carta con una larga frase que les recuerda quiénes son en Cristo (Ef 1:3-14).

Satanás tienta a la iglesia a pecar. A rezongar. A dividirse. A quejarse. A pecar atrozmente.

Pero, si estamos convencidos en nuestra doctrina de la justificación, entonces estamos recordando que somos nuevos. Somos perdonados. Estamos justificados. Somos adoptados. Estamos en unión con Cristo.

¿Pecó Cristo? No. ¿Entonces por qué nosotros que estamos en Él estaríamos interesados en eso? ¿Cómo es posible que nosotros, que hemos muerto al pecado, sigamos viviendo en él?

La realidad fundamental de quién es un cristiano puede expresarse en términos muy sencillos: querido hermano o hermana, ¡tú no eres quien una vez fuiste! La realidad de nuestra justificación no nos lleva a desear el pecado. Cada vez que pecamos, estamos olvidando quiénes somos en Cristo.

Cuando seas tentado, recuerda quién eres. La doctrina de la justificación no produce libertinaje ni antinomianismo. No si recordamos quiénes somos.

Cuando seas tentado, recuerda quién eres. / Foto: Unsplash

2. Cuando seas acusado, recuerda de quién eres

Los cristianos somos del Señor y nos sostenemos en Su fuerza (comparar Ef 6:10ss). Estamos vestidos con Su armadura. Dios es nuestro dueño. Y Dios protegerá a Su iglesia. ¡Que vengan las acusaciones! Nuestro Defensor es más fuerte que nuestro adversario.

Aunque Satanás a veces dice verdades a medias, a veces, también  dice mentiras descaradas. Acusa a la iglesia de cosas de las que no somos culpables. En esas situaciones, recuerda que eres de Dios. Dios te ha adoptado en Cristo.

Cristo es tu dueño. Aquel que te ha justificado es quien te defiende.

Cuando seas tentado, recuerda quién eres. Cuando seas acusado, recuerda de quién eres.

3. Cuando seas culpable, recuerda a Cristo

Hay ocasiones en las que Satanás sacará a relucir tu culpa y tiene razón. Has pecado. Pecaste contra un hermano. Pecaste contra tus hijos.

Tus palabras o pensamientos o acciones o motivaciones o deseos, no alcanzaron la gloria de Dios. Pecaste. Y ahora Satanás ataca.

Puedes poner excusas. Hice esto porque esto sucedió. O como Adán y Eva podemos culpar a otros. O incluso podemos culpar a Dios. Pero hacer cualquiera de esas cosas es caer en la trampa de Satanás. Causa división, pereza, orgullo o pecado continuo. No hagas eso.

Más bien, cuando somos culpables de pecado, no debemos poner excusas. La doctrina de la justificación nos recuerda que debemos mirar a Cristo. Debemos recordar que nuestra justificación nunca cambia. Nunca. Nunca nos volvemos menos justificados a causa del pecado. Estamos seguros en Él.

Por lo tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús. ¡Mira de nuevo a Cristo!

Esto nos libera. Nos libera para arrepentirnos. Cristo ya ha pagado por mis pecados. Puedo volver a Él con fe.

Y aunque hay consecuencias por mis pecados, y hay momentos que necesitamos hacer restitución a otros por causa de ellos, nunca se requiere penitencia a Dios. No tengo que trabajar para que Dios me perdone, porque no puedo. Mi perdón está asegurado por la obra de Cristo.

Lo mejor que un cristiano puede hacer cuando es culpable de pecar, es correr de nuevo a nuestro Rey. Correr hacia Él con fe. Arrepiéntete y descansa de nuevo en todo lo que Dios es para ti en Cristo.

Jesús lo pagó todo.

Cuando somos culpables de pecado, no debemos poner excusas. La doctrina de la justificación nos recuerda que debemos mirar a Cristo. / Foto: Envato Elements

Cuando pecamos, esencialmente le estamos diciendo a Jesús que dé la vuelta y se aleje de nosotros como Noemí le dijo a sus nueras. Pero Cristo es como Rut, siempre aferrándose a nosotros y comprometiéndose a estar con nosotros hasta nuestra muerte. No va a soltar a Su novia.

Los cristianos una vez estuvimos separados de Dios, pero ese ya no es el caso.  La ira de Dios por nuestro pecado ha desaparecido. Ha sido propiciada por Cristo.

Cristo bebió la copa de la ira de Dios hasta la última gota y no queda nada en esa copa para que tú bebas, así que sigue bebiendo de los ríos de la gracia.

Cuando seas culpable de pecado, arrepiéntete. Mira a nuestro Señor Jesús. Descansa en Su obra completa.

Cuando seas tentado, recuerda quién eres. Cuando seas acusado, recuerda de quién eres. Cuando seas culpable, recuerda a Cristo.

4. Cuando seas autosuficiente, recuerda la ley

Si Satanás no puede hacer que caigas de una manera atroz, sí puede trabajar para endurecer tu corazón en la justicia propia.

¡Mira todo lo que estoy haciendo! ¡Mira lo comprometido que estoy con la iglesia! ¡Mira lo comprometido que estoy con un hogar bíblico! ¡Mira cuánto leo mi Biblia! ¡Mira cuánto estoy obedeciendo!

¿Verdad que Satanás es astuto? Sabemos que es mejor no permitir que esos pensamientos se hablen en voz alta. Pero si eres honesto con tu corazón, esos pensamientos se han presentado antes.

Cuando pienses en tu justificación, considera lo que Cristo hizo para obtenerla: Perfecta. Personal. Puntual. Obediencia perpetua a la santa y justa ley de Dios.

Si Satanás no puede hacer que caigas de una manera atroz, sí puede trabajar para endurecer tu corazón en la justicia propia. / Foto: Unsplash

Deja que eso te humille. Estás tan lejos de guardar la ley de Dios para tu justificación como el más malvado reprobado, depravado, pecador que puedas imaginar en tu mente.

Escúchame cuidadosamente, no estoy diciendo: “Bueno, el pecado es pecado, así que no importa”. Tampoco estoy diciendo que el creyente no debe perseguir la verdadera obediencia a Dios. Por supuesto que lo hacemos, por la gracia de Dios obrando en nuestros corazones.

Los cristianos fueron recreados en Cristo para buenas obras (comparar Ef 2:10). Los cristianos hacen buenas obras. Los que no las hacen, no son creyentes.

Pero escúchame ahora: no hay nada que puedas exhibir ante Dios que merezca que Él te acepte. Por ti mismo no cumples con Su santa norma.

Deja que la ley te humille y te lleve de nuevo a nuestro Rey bueno y misericordioso. Vístete con Su armadura, no con la tuya (comparar Ef 6:10ss).

Todos estamos en igualdad de condiciones ante Dios como pecadores. Pero ¡qué gracia tenemos en Cristo! Él es nuestra esperanza. Él es nuestro orgullo. Él es nuestro todo.

No “yo”. Sino Cristo.

La doctrina de la justificación, bien entendida, no produce legalismo. Vivamos santamente en y por Su sola gracia.

Cuando seas tentado, recuerda quién eres. Cuando seas acusado, recuerda de quién eres. Cuando seas culpable, recuerda a Cristo. Cuando seas autosuficiente, recuerda la ley.

Todos estamos en igualdad de condiciones ante Dios como pecadores. Pero ¡qué gracia tenemos en Cristo! Él es nuestra esperanza. / Foto: Envato Elements

5. Cuando tengas miedo, recuerda la armadura de Dios

No debemos tomar a la ligera la guerra espiritual. A veces podemos caminar con tanta confianza en Cristo. Pero, a veces, podemos tener tiempos muy serios de depresión, miedo o inquietud. Satanás puede paralizar la iglesia, a veces, con miedo.

Estoy llamándonos a recordar lo que Dios ha provisto a Su iglesia. Efesios 6:10-18 describe nuestra armadura espiritual, la cual Pablo nos llama a ponernos. Pero lo que es importante recordar es que es la armadura que Dios nos ha dado.

Esta es la armadura que Cristo mismo se puso (comparar Is 59:17) y que ganó para Su iglesia y que ahora le ha dado a Su iglesia.

Cuando tengas miedo, recuerda la armadura. La doctrina de la justificación nos recuerda que, en última instancia, nada, ni la cultura, ni el gobierno, ni ninguna religión falsa, ni ningún poder demoníaco, absolutamente nada puede separarnos de Cristo. Nada puede impedir la victoria final de la iglesia. Nuestra armadura es la armadura de Dios.

Cuando tengas miedo, recuerda la armadura.

Cuando seas tentado, recuerda quién eres. Cuando seas acusado, recuerda de quién eres. Cuando seas culpable, recuerda a Cristo. Cuando seas autosuficiente, recuerda la ley. Cuando tengas miedo, recuerda la armadura.

Cuando tengas miedo, recuerda la armadura de Dios (Efesios 6:10-18). / Foto: Envato Elements

6. Cuando todo vaya bien, recuerda la gracia

Aquí he pintado muchas realidades negativas de la vida cristiana. La tentación. Acusación. Fracaso. La justicia propia. El miedo.

Pero, también hay momentos en los que no sentimos el calor de la batalla.

Ahora, nunca debemos volvernos complacientes. Pero cuando te levantas, los niños están bien, la mesa está puesta, la comida está servida, Cristo es disfrutado, y los santos son edificados, recuerda la gracia.

La doctrina de la justificación nos recuerda que Dios es para nosotros en Cristo, y esto se basa en Su amor eterno y gracia soberana. La gracia te ha traído a salvo hasta aquí y la gracia te llevará a casa.

Piensa en ello. Estás de pie en esta armadura impenetrable. La furia de Satanás es mantenida lejos de ti. Tu corazón está contento en Cristo. Estás en paz con la iglesia. Tienes hambre y sed de justicia.

¿De dónde viene esto? Amigo mío, de la fuente de la gracia. Bebe profundamente. Y no olvides la fuente de estas bendiciones. Y no olvides el costo de estas bendiciones.

Fluyen hacia ti desde las heridas de nuestro Rey. Aquel que vino a nosotros, y vivió por nosotros, murió por nosotros y resucitó, y ahora reina en lo alto para Su gloria y para el bien de Su iglesia.

Cuando todo vaya bien, recuerda la gracia.

Cuando seas tentado, recuerda quién eres. Cuando seas acusado, recuerda de quién eres. Cuando seas culpable, recuerda a Cristo. Cuando seas autosuficiente, recuerda la ley. Cuando tengas miedo, recuerda la armadura. Cuando todo vaya bien, recuerda la gracia.

La doctrina de la justificación nos recuerda que Dios es para nosotros en Cristo, y esto se basa en Su amor eterno y gracia soberana. La gracia te ha traído a salvo hasta aquí y la gracia te llevará a casa. / Foto: Unsplash

7. Cuando llegue la muerte, recuerda la victoria

Lo inevitable está justo al otro lado de la puerta. Está a una llamada de distancia. Está a un informe médico de distancia. Está a una tragedia de distancia. Está a un latido de distancia. La muerte se acerca. Cruzarás ese río más rápido de lo que pensaste que lo harías.

Esta es una realidad aterradora para aquellos que rechazan a Cristo. Aquellos que viven en su refugio de hipocresía. Aquellos vestidos con descuido o complacencia. Aquellos vestidos con la armadura de Satanás y enamorados del pecado.

Amigo, si este es tu caso, tu condición es espantosa. Y la muerte debería asustarte. Te sorprenderá antes de que estés listo y en un abrir y cerrar de ojos pasarás de esta vida a la otra. De una vida de despreocupada rebelión contra Dios a una que entra en Su justo juicio por toda la eternidad.

Tu única esperanza es correr a Cristo. Aquel que ha asegurado la perfección y sufrió nuestro castigo. El que murió y está vivo para siempre. El que se ofrece a los pecadores pobres y necesitados. El que salvará al más vil de los pecadores que vengan a Él con fe.

Debes arrepentirte y creer en el evangelio o la muerte solo será el comienzo de un infierno eterno del que nunca podrás escapar.

Pero ¿qué pasa con los que están en Cristo? ¿Qué hay de aquellos vestidos en Su justicia?

La muerte no es el fin. La muerte es el principio. La muerte es ganancia para los que están en Cristo. / Foto: Unsplash

Las Escrituras están repletas de buenas promesas: “Para mí vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Fil 1:21). “Estimada a los ojos del Señor es la muerte de Sus santos (Sal 116:15). Estar ausente del cuerpo es estar presente con el Señor (comparar 2Co 5:8).

¿Cómo nos equipa de manera práctica la doctrina de la justificación para la vida diaria y la guerra espiritual? Tomando la mayor preocupación de la humanidad y convirtiéndola en una bendición.

La muerte no es el fin. La muerte es el principio. La muerte es ganancia para los que están en Cristo. Cristo entró al cielo en victoria y aquellos que están confiando en Él lo seguirán allí porque ellos llevan Su propia justicia.

Entonces, miro hacia arriba y veo la colina. La batalla allí es feroz. Pero el Rey dice: “Vamos. ¡Toma la colina! ¡Por mi gloria!”.

Pero podría morir. Ganar este terreno para mi querido Señor, ¿y si me cuesta la vida? Veo a santos de antaño que han perecido esforzándose por tomar esta colina.

Tengo miedo.

¿Y mi familia? ¿Y mis hijos?

Pero entonces vuelvo a pensar en esta doctrina. Cristo ya ha ganado mi mayor batalla. Me ha reconciliado con Dios y ha convertido a mi justo enemigo en mi amigo. Me ha perdonado. Ha puesto mi cuenta en la Suya y la Suya en la mía.

Me lo recuerda: Él es digno. Él está en mí. Él está conmigo. Y lo peor que me pueda pasar, Él ya lo ha previsto. Él ya ha vencido a la muerte por Sus Santos.

Mi Salvador pasó por la muerte Él mismo. Él probó la muerte bajo el juicio divino de Dios. Su vida justa no pudo ser contenida por la muerte. Resucitó de la muerte triunfando sobre la tumba. 

Y esta misma justicia me la ha concedido a mí por gracia mediante la fe. Eso significa que la muerte que no pudo retenerlo a Él, tampoco podrá retenerme a mí. Lo único que hace la muerte es librarme de esta mente débil y de este cuerpo en descomposición, y del pecado que trata de aferrarse tan estrechamente a mí.

Por lo tanto, voy a subir la colina.

¿Vendrás conmigo?

Cristo es digno

Cristo es digno de una iglesia que recuerde quiénes somos. Cristo es digno de una iglesia que recuerde de quién somos. Cristo es digno de una iglesia que se acuerde de Él. Cristo es digno de una iglesia que recuerde el alto costo de nuestra salvación. Cristo es digno de una iglesia que recuerde Su armadura. Cristo es digno de una iglesia que recuerde la gracia. Y Cristo es digno de una iglesia que recuerde que la muerte es ganancia.

La doctrina de la justificación no es solo para estudiantes de seminario y académicos. Es para el creyente de a pie. Nos equipa para ir por la vida preparados para lo que la providencia pueda tener para nosotros, confiados en todo lo que Dios es para nosotros en Cristo. Nos protege en nuestros momentos más vulnerables de guerra espiritual y mantiene a la iglesia en movimiento hacia el gran objetivo de Dios de declarar la gloria de Cristo sobre todas las naciones.

La teología importa. ¡Adelante hermanos y hermanas!


Este artículo se publicó originalmente en Founders Ministries.

Allen Nelson

Allen S. Nelson IV es pastor de Perryville Second Baptist Church en Perryville, Arkansas, Estados Unidos. Él y su esposa Stephanie se casaron en el 2006 y tienen cinco hijos. Además de disfrutar tiempo con su familia, Allen ama enseñar la Biblia, leer buenos libros y la actividad al aire libre. Es el escritor del libro From Death to Life: How Salvation Works [De muerte a vida: cómo funciona la salvación] (Free Grace Press, 2018).

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