El hombre como un padre sabio: resoluciones guiadas por Dios en el rol paternal

Este artículo nos invita a reflexionar sobre algunos elementos presentes en la vida de un hombre sabio en su relación con Dios y sus hijos.
Foto: Envato Elements

Sin dudas, saber que me iba a convertir en padre fue uno de los hechos más trascendentales de mi vida. Produjo en mí varias cosas, pero si tuviera que elegir una de las sensaciones que experimenté ese día, y que aún me suele acompañar, es la de un sobrecogedor temor. De alguna manera, la idea de que a partir de ese momento yo era responsable de alguien más, de alguien que me necesitaba, de alguien que dependía de mí, me impactó sobremanera.

Precisamente por esto, me gustaría compartirte una serie de resoluciones (sí, al estilo de las del conocido pastor puritano Jonathan Edwards) que son propias de un hombre sabio en su rol de padre.

Un padre sabio busca ser guiado por Dios

La forma en la que los padres crían a sus hijos cambia con el tiempo. Hoy se pone de moda un método, mañana otro. En la televisión y en las librerías abundan los expertos que ofrecen mágicas soluciones para la crianza. Pero un hombre sabio sabe que la guía que él necesita se encuentra en Dios y Su Palabra. Los principios que Dios nos ha dado para ser padres conforme a Su propósito pueden lucir diferentes en distintos contextos y épocas, pero siguen siendo los mismos.

Dios puede ayudarnos y guiarnos a ser padres sabios también a través de hermanos piadosos y con mayor experiencia. Al reconocer el valor de la ayuda de otros podremos recurrir al consejo de otros padres de nuestra congregación en los que veamos que han sabido pastorear a sus hijos con sabiduría. Y, naturalmente, debemos agradecer a Dios por la existencia de muy buenos libros que nos ayudan a entender lo que la Biblia enseña acerca de cómo ser buenos padres.

Así que una evidencia de que estás aprendiendo a ser un padre sabio es que buscarás guía y ayuda: en Las Escrituras y también en hermanos piadosos.

Dios puede ayudarnos y guiarnos a ser padres sabios a través de Su Palabra y también a través de hermanos piadosos y con mayor experiencia. / Foto: Digital Skillet

Un padre sabio transmite a sus hijos un alto concepto de Dios

El mandamiento supremo es amar a Dios con todo nuestro corazón, toda nuestra alma y todas nuestras fuerzas. Y ese mandamiento es para que lo obedezcamos, pero también para que enseñemos a nuestros hijos a seguirlo. (Dt 6:1-9). Somos llamados a amar a Dios. Somos llamados a enseñarles eso mismo a nuestros hijos. Enseñarles a conocer y amar a Dios.

El Dios que nuestros hijos necesitan conocer es el Dios de la Biblia, el Dios Santo. Nuestros hijos no necesitan una imagen ingenua y bonachona de Dios, ellos necesitan conocer a Dios en la plenitud de Sus atributos.

Lee la Biblia con tus hijos y enséñales a ver a Dios detrás de cada historia y cada promesa. Enséñales a ver a Dios en cada detalle de la creación también. Que Dios sea una presencia real en sus vidas y no un simple concepto.

Una evidencia de que estás aprendiendo a ser un padre sabio es que siempre guiarás a tus hijos a mirar (y admirar) la grandeza de Dios.

El Dios que nuestros hijos necesitan conocer es el Dios de la Biblia. / Foto: Priscilla Du Preez

Un padre sabio ayuda a sus hijos a conocerse a sí mismo y su mayor necesidad

Tus hijos necesitan tomar conciencia de que son pecadores, y de que su destino eterno, lejos de Dios, es la muerte y la condenación. Tus hijos necesitan saber que su única esperanza es Cristo. Y cada vez que su pecado asoma, en un berrinche, en un enojo, en una mala contestación, en una actitud negativa, en una pelea con sus hermanos… tienes la oportunidad de hacerles ver su condición y su inclinación natural al pecado.

Cuando nuestros hijos se equivocan, nuestra respuesta más intuitiva puede ser llamarles la atención, mostrarles su error, amonestarlos y quedarnos ahí. Eso es bueno y necesario. Ellos necesitan saber que lo que está mal, está mal y debe ser corregido y castigado. Pero vayamos más allá, usando esas circunstancias para mostrarles su problema mayor (el pecado) y su necesidad mayor (Jesús, el Cordero de Dios que nos limpia de pecado).

Como lo dice Ted Tripp, en su libro Cómo pastorear el corazón de tu hijo:

Enfoca a la corrección en cosas más profundas que en el cambio de conducta. El punto de confrontación es lo que está ocurriendo en el corazón. Tu preocupación es desenmascarar el pecado de tu hijo, ayudarlo a entender cómo se refleja en un corazón que se ha extraviado. Esto lo dirige a la cruz de Cristo.

Una evidencia de que estás aprendiendo a ser un padre sabio es que aprovecharás cada oportunidad que tengas para mostrarles a tus hijos que son pecadores que necesitan el evangelio de Cristo.

Tus hijos necesitan saber que su única esperanza ante el pecado, es Cristo Jesús. / Foto: Timur Weber

Un padre sabio brinda a sus hijos una imagen honesta de él mismo como padre

Si como padres, anhelamos que nuestros hijos amen y sirvan al Señor, ellos precisan entender su necesidad de Cristo y del evangelio. Una de las mejores formas en las que ellos pueden reconocer su necesidad es viéndonos a nosotros dependiendo de la gracia de Dios.

Debemos considerar, que somos nosotros los modelos que nuestros hijos miran. Y ellos necesitan ver a Cristo en nosotros. Necesitan ver que caminamos con Cristo. Necesitan vernos en la Palabra, necesitan vernos en oración, necesitan vernos siendo parte de la iglesia local, en el servicio unos a otros. Nuestros hijos van a mirar nuestro caminar.

Si nuestros ojos están puestos en Cristo, dirigiremos la mirada de nuestros hijos también hacia Él. Una evidencia de que estás aprendiendo a ser un padre sabio, es que al reconocer tu necesidad de Cristo, les enseñas a tus hijos que esa es también su necesidad.

Si nuestros ojos están puestos en Cristo, dirigiremos la mirada de nuestros hijos también hacia Él. / Foto: Pexels

Un padre sabio es intencional en llevar a sus hijos a Cristo

No podemos pensar que nuestros hijos terminarán siendo hijos de Dios simplemente porque los llevamos a la iglesia. Seríamos necios si pensáramos eso. Y, aunque la salvación de nuestros hijos (como la nuestra) depende exclusivamente de la gracia de Dios, la Palabra nos enseña que es nuestro deber como padres instruir a nuestros hijos en los caminos de Dios (Ver Pro 22:6; Ef 6:4).

¿Cómo vamos a enseñar la Palabra de Dios a nuestros hijos? Necesitamos que esos momentos sean planificados. Cada hogar es un mundo, pero cada hogar cristiano necesita un espacio y un tiempo para centrarse en la Palabra. En algunos hogares será el miércoles, en otros el lunes. En algunos casos en el desayuno, en otros en la cena. Pero necesitamos reunirnos con nuestros hijos alrededor de la Palabra, y eso no sucederá si no somos intencionales.

Lo mismo podemos decir con respecto a la oración y a la comunión con la iglesia. Un hombre sabio ordena su hogar teniendo como prioridad a Dios. Ordena los tiempos, favorece los espacios, establece prioridades.

Para que un hogar esté edificado sobre la roca, necesitamos procurarlo de manera consciente.

nuestro deber como padres instruir a nuestros hijos en los caminos de Dios. / Foto: Biblia vida

Conclusión: palabras de ánimo para padres que quieren ser sabios

Algunos de los aspectos que mencioné a través de este escrito los he ido incorporando en mi propia vida como padre. Pero debo confesar que otros no. He dejado proyectos e iniciativas inconclusas, me he preocupado más por mi reputación que por la honestidad, me he limitado a la reprimenda superficial.

Y al ver mis fallas diarias como padre, necesito acudir, siempre a la gracia del Padre amoroso.

Vamos a fallar, vamos a equivocarnos, pero nuestro deber sigue allí. Levantémonos, pidamos perdón si es necesario, arrepintámonos de no haber hecho lo correcto, lo suficiente y busquemos ser padres sabios que honren a Dios cuidando de sus familias.

Sebastián Winkler

Sebastián Winkler

Adrián Sebastián Winkler, argentino, sirve en la Iglesia Bautista de Lincoln, Buenos Aires, Argentina. También escribe el devocional «Gracia y Sabiduría» junto a su familia, y es el director de traducciones en «Volvamos al Evangelio». Además, es profesor de Literatura y está cursando un diplomado en Biblia y Teología en el Instituto de Expositores de Argentina (IDEAR). Adrián disfruta mucho la música, leer, pasar tiempo al aire libre, hacer cosas con sus manos y, sobre todo, compartir lo que el Señor le enseña a través de su Palabra. Contribuyó como escritor en El orgullo, Dominio propio y La sabiduría, está casado con Karina y tienen dos hijas: Julia y Emilia.

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