Dios demanda perfección, ¿obedecerás?

Jesús no exige una perfección sin errores, sino un amor maduro como el del Padre: amar sin distinción, incluso a los enemigos. Ese amor radical es el verdadero reflejo de un hijo de Dios. ¿Obedecerás?
Foto: Envato Elements

Durante uno de nuestros devocionales familiares, leímos Mateo 6:43-48:

Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”. Pero Yo les digo: amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen, para que ustedes sean hijos de su Padre que está en los cielos; porque Él hace salir Su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa tienen? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles? Por tanto, sean ustedes perfectos como su Padre celestial es perfecto.

La frase en el versículo 48 resaltó delante de mí cómo nunca antes… “sean ustedes perfectos”.  Mi primera pregunta fue, “¿pero cómo puedo ser perfecta y obedecer lo que Dios manda en este imperativo?”. Inmediatamente busqué la definición de la palabra “perfecto”, la RAE lo describe de esta manera: “Que tiene las mejores cualidades posibles, o carece de errores o defectos”. Nuevamente pensé: “Imposible de poder obedecer lo que Dios demanda, yo no soy perfecta”. Tal vez te has hecho la misma pregunta, ¿cómo es posible que Jesus me demande que sea perfecta como lo es Dios, mi Padre que está en los cielos?

Mateo 6:43-48 hace parte de una sección más grande, conocida como el Sermón del Monte (Mt 5). / Foto: Jhon Montaña

Entender correctamente la Escritura

Pero, una de las primeras reglas de la hermenéutica es de leer los versículos en contexto y observar que se le dice a la audiencia original, antes de asumir nuestras propias ideas y nociones de lo que significan los versículos. Volví a leer en contexto y fue maravilloso lo que por primera vez vi tan claro, que conste, he leído esta porción de las Escrituras cientos de veces en mis años de seguir al Señor, pero en esta ocasión, fue el día cuando el Espíritu Santo iluminó mi mente y espíritu para ver mucho más allá de lo que entendía hasta ese momento.

El contexto en el que Jesús predica este sermón es fundamental para comprender la magnitud de lo que dice. En la época de Jesús, los judíos vivían bajo la ocupación del Imperio Romano, y las relaciones entre ellos y los romanos no eran amistosas. Los judíos esperaban un Mesías que los liberara del dominio romano, y muchos esperaban una confrontación directa contra sus opresores. Además, en la tradición judía, había una fuerte distinción entre “el pueblo de Dios” (Israel) y los gentiles (no judíos), quienes eran vistos en muchos casos como “enemigos” del pueblo de Dios.

Una de las primeras reglas de la hermenéutica es de leer los versículos en contexto y observar que se le dice a la audiencia original. / Foto: Lightstock

La enseñanza que Jesús ofrece sobre amar a los enemigos desafía toda expectativa. Él no solo habla de un amor hacia las personas que te caen bien o que son parte de tu círculo social, sino de un amor radical que no hace distinciones.

“Perfección” en el contexto de Jesús se refiere a alcanzar un amor maduro, que no distingue entre amigos y enemigos. No es una perfección inalcanzable en términos de pureza moral, sino un llamado a un amor como el del Padre, el que refleja la naturaleza y carácter de Dios.

Imitar a Dios en Su perfección significa amar a todos, sin distinción de su comportamiento hacia nosotros. Esto es lo que define a un verdadero discípulo de Jesús: no solo actuar bien con quienes nos tratan bien, sino con todos.

El amor hacia los enemigos no se trata solo de un sentimiento pasivo, sino de tomar acción en favor de aquellos que nos han hecho mal, buscando su bien, orando por ellos, e incluso actuando con misericordia y gracia. El llamado a ser como Dios al tratar a los demás con un amor radical es parte de nuestra santificación; estamos siendo transformados a la imagen de Cristo. La perfección aquí no es una moral sin fallas, sino un amor incondicional. Una vida que refleja el reino de Dios es lo que Jesús enseña en estos versículos. Indica que vivir en el reino de Dios no es solo un asunto de evitar el mal, sino de ir más allá, siendo agentes activos de amor, paz y reconciliación.

Esto es lo que define a un verdadero discípulo de Jesús: no solo actuar bien con quienes nos tratan bien, sino con todos. / Foto: Envato Elements

Veamos un poco en detalle lo que esta porción de las Escrituras nos enseña y como todos somos llamados a obedecer, si eres cristiano, sin excusa ni razonamientos humanos.

Amar, en lugar de aborrecer

Mateo 5:43-44: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”. Este es un resumen de lo que la gente de la época entendía que era la ley de Dios, basado en la interpretación popular y algunas enseñanzas rabínicas. Sin embargo, Jesús cambia radicalmente este enfoque. Él no solo desafía la noción de “aborrecer al enemigo», sino que va mucho más allá, pidiendo a Sus seguidores que amen a esos enemigos y oren por ellos. ¿Orar por mis enemigos? Esto es lo que Dios llama a ser perfectos como Él.

“Amar a los enemigos” es una instrucción única y radical que solo los cristianos podemos cumplir en Cristo. En esa época, la idea de amar a los enemigos se consideraba contraria al sentido común y a la ley natural. El amor al enemigo no es solo un sentimiento, sino una acción: se debe orar por los enemigos, actuar con benevolencia hacia ellos y buscar su bienestar. El amor de Dios, que es el modelo a seguir, debido a la bondad expresada en la gracia común, es inclusivo, no exclusivo. En el reino de Dios, no hay lugar para el odio ni para la división, incluso en situaciones de conflicto.

Seguían las preguntas en mi cabeza… ¿y cuál recompensa obtengo por amar a mis enemigos, orar por ellos, hacerles el bien, (considerando que esto es difícil de hacer)?

“Amar a los enemigos” es una instrucción única y radical que solo los cristianos podemos cumplir en Cristo. / Foto: Unsplash

Aquí está la recompensa

Mateo 5:45: “Para que sean hijos de su Padre que está en los cielos”. Jesús explica el propósito de este amor radical: ser “hijos de su Padre”. La idea de “ser hijo de Dios” no se refiere a un título religioso, sino a un comportamiento que refleja el carácter de Dios. Jesús les dice que su amor debe imitar el amor de Dios Padre, quien hace salir el sol y la lluvia para justos e injustos por igual. La imparcialidad de Dios, que el sol sale sobre buenos y malos, y la lluvia cae sobre justos e injustos. Esto muestra que Dios no discrimina entre personas basándose en su moralidad o creencias. Su bondad manifestada en Su gracia común, es ofrecida gratuitamente a todos.

Mateo 5:46-47: “¿Qué recompensa tendrán?” Jesús hace una crítica a la manera en que las personas comúnmente interactúan con quienes ya les aman. Dice que amar solo a los que te aman no tiene mérito, porque incluso los recaudadores de impuestos (quienes eran vistos como traidores y pecadores por los judíos) y los gentiles hacen lo mismo. Esto resalta la mediocridad de un amor que solo se extiende a aquellos con quienes estamos cómodos.

El amor que busca el bienestar de otros debe estar más allá de la reciprocidad. Es un amor que se extiende incluso a quienes no esperan recibirlo, especialmente a aquellos que nos perjudican o hacen daño. La recompensa no se refiere a una recompensa material, sino a una recompensa en términos del reino de Dios, la cual es vivir conforme a los principios de Dios, alcanzando una transformación interna por medio de la santificación en Cristo.

El amor que busca el bienestar de otros debe estar más allá de la reciprocidad. / Foto: Envato Elements

¡Qué gran desafío!

Mateo 5:48: “Por tanto, sean ustedes perfectos como su Padre celestial es perfecto”. Este versículo es uno de los más desafiantes, siempre lo fue para mi hasta en ese momento durante nuestro devocional esa mañana. Jesús les pide a Sus seguidores que busquen la perfección en el amor y en la conducta. La “perfección” que menciona Jesús no implica una moralidad sin fallas o la ausencia de errores y pecados humanos, sino una perfección en el sentido de madurez espiritual y la manera que imitamos a nuestro Padre que está en los cielos: el amor agape. Esta perfección es la que refleja la naturaleza de Dios, un amor sin límites, incondicional y misericordioso. Es un amor que transforma las relaciones humanas y que refleja el carácter divino en la vida cotidiana. Este tipo de amor es un testimonio del reino de Dios aquí en la tierra, y su práctica es la verdadera señal de ser discípulos de Jesús.

Entonces, ¿cuál es la respuesta a la pregunta inicial, “¿pero como puedo obedecer a Dios Padre en ser perfecta como Él?” En contexto vemos que los versículos anteriores responden esta pregunta tan crucial, y que implica un mandato que debemos obedecer: lo hacemos porque Él hace salir Su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Entonces, debemos imitar este principio de imparcialidad, no amando mediante el favoritismo, sino, más bien “[cumpliendo] la ley real conforme a la Escritura: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’”, pues haciendo esto, “bien [hacemos]” (Stg 2:8).

En busca de la perfección

Finalmente, Jesús les dice a Sus seguidores que deben ser perfectos como Dios. La “perfección” aquí no se refiere a una perfección humana en el sentido de no cometer errores, sino a un amor completo, maduro y sin restricciones, que refleje el amor de Dios por todos. En estos versículos, Jesús enseña que los seguidores de Dios deben amar a todos, incluso a sus enemigos, y no solo a aquellos que les hacen bien. Esto no solo es un acto de bondad, sino un reflejo del carácter de Dios, quien ofrece Su amor y gracia a todos, sin distinción. El desafío es ir más allá de las expectativas humanas y vivir un amor radical, imitando la perfección de Dios.

Medita, piensa por un momento, ¿estás amando así?  ¿Estás imitando a Dios Padre en como amar a la perfección? ¿Obedecerás?

Jesús enseña que los seguidores de Dios deben amar a todos, incluso a sus enemigos, y no solo a aquellos que les hacen bien. / Foto: Envato Elements

Sentí que el tiempo se detuvo mientras mi esposo enseñaba en el devocional y vi como, efectivamente, podemos obedecer lo que Jesus nos enseña en ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto. La definición de la RAE es correcta, pero Jesus nos llama a ir mas allá, a comprender que la perfección a la que Él nos llama está en la Biblia no en un diccionario, que consiste en imitarlo a Él, a imitar cómo nuestro Padre ama a los malos y buenos, a los justos e injustos, lo cual es muy distinto a una perfección que carece de errores o defectos. Este mandato habla de un amor que, cuando lo ejerzamos, el mundo mirará a Jesus en nuestras vidas y posiblemente deseen a Cristo y Su salvación.

Nedelka Medina

Nedelka Medina

Nedelka es esposa de Diego y madre de 5 regalos del Señor dados por medio de la adopción. Se deleita en la educación en casa de sus hijos y de las oportunidades del evangelio en el día a día. Actualmente son miembros de Countryside Bible Church en Southlake,Texas donde Diego sirve como intérprete al español y Nedelka como traductora de material escrito. Nedelka disfruta mucho servir y apoyar a mujeres cristianas en Latinoamérica al compartir sobre las Escrituras y el diseño de Dios. Ha tenido el privilegio de ministrar a mujeres en varias iglesias en diferentes países. Actualmente colabora como Coordinadora editorial de Tim Challies en español y colaboradora con diferentes ministerios y editoriales en la traducción de libros al español (diegoanndnedelka@gmail.com).

Artículos por categoría

Artículos relacionados

Artículos por autor

Artículos del mismo autor

Artículos recientes

Te recomendamos estos artículos

Siempre en contacto

Recursos en tu correo electrónico

¿Quieres recibir todo el contenido de Volvamos al evangelio en tu correo electrónico y enterarte de los proyectos en los que estamos trabajando?

.