Quizás más que cualquier generación anterior de cristianos, nuestra generación necesita estar saturada de la sabiduría, la gracia, la bondad y la saludable claridad de la verdad de Dios. Necesitamos que nuestras mentes se despejen y luego se refresquen con la “sabiduría que viene de lo alto” (Stg 3:15). Vivimos en un mundo de ilusiones engañosas, poderosas y seductoras, que están ahí para atraparnos y matarnos.
Calvino tenía toda la razón: necesitamos cada oportunidad que se nos da para escuchar la Palabra de Dios, que es viva, clarificadora y que deshace el engaño. Así que mi pregunta para ti es esta: ¿Valoras cada oportunidad que se te da para escuchar la Palabra de Dios? Podrías leer esto como una reprimenda, y en cierta medida podrías tener razón al hacerlo. Pero, más bien, ve esta pregunta como una exhortación amorosa a buscar cada oportunidad para sentarte bajo el ministerio de la Palabra de Dios. No porque la cantidad importe más que la calidad; sino porque Dios mismo nos habla por Su Espíritu a través de Su Palabra cada vez que se proclama fielmente.
Tengo un buen amigo en los Estados Unidos que fue acusado por algunos miembros de la iglesia de ser “legalista” porque los animaba a no conformarse con asistir al culto una vez por semana. Su tono no era legalista, era el tono amable, considerado y atento de un pastor escogido para cuidar de las ovejas de Cristo. Que todos seamos como el salmista que escribió: “Yo me alegré cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor” (Sal 122:1).
— Ian Hamilton, en The gospel-shaped life [La vida transformada por el evangelio]
Esta es una de mis respuestas favoritas para escuchar de una pareja durante una sesión de consejería prematrimonial: “Lo peor de salir o estar comprometido es el hecho de que tienen que irse a casa por separado cada noche”. Eso siempre es una buena señal, por muchas razones. Pero la razón principal por la que esto me anima es el hecho de que la pareja se pone triste cuando deben estar separados.
No tienes que convencer a quienes se aman de verdad de que pasen tiempo juntos. En una relación amorosa, la parte difícil son los momentos separados. Es cierto que las relaciones amorosas pasan por etapas. Curiosamente, quienes se aman de verdad pueden sentir a menudo ciertos niveles de convicción de que podrían estar haciendo más para amar mejor a esa persona. A veces esto puede ser cierto, pero otras veces es francamente solo un anhelo de tener más capacidad para amar más a alguien.
No es legalista decirle a una pareja que se ama que se asegure de hacer tiempo para estar juntos. Es parte de lo que fortalecerá su relación y los ayudará a disfrutar de ella. ¿Por qué sería diferente cuando se trata de amar al Dios infinitamente santo y eternamente bueno?
Después del sermón de Pentecostés de Pedro, la Palabra dice en Hechos 2:41: “Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como 3,000 almas”. Ahora bien, es útil recordar que cuando se escribió el libro de los Hechos no había números de capítulos ni de versículos. Sí, hay unidades de pensamiento y estructura, que no debemos ignorar, pero fue escrito para que fluyera naturalmente de una sección a otra. Esto significa que el versículo 42 es el desborde natural de lo que debería ser una vida cristiana normal. “Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración”. Sí, este fue un avivamiento especial. Sí, el avivamiento es un tiempo de intensificación de las experiencias de fe. Pero esta sección de las Escrituras no se limita a describir los efectos del avivamiento. Describe para nosotros la filosofía propiamente bíblica del ministerio para una iglesia local y, por tanto, los ritmos regulares de la vida de un cristiano.
Ser “dedicado” significa apegarse a algo o estar constantemente involucrado en algo. Moisés Silva señala que el Libro de los Hechos usa esta palabra “para denotar la actitud espiritual de la iglesia primitiva”. Este término aparece en otros lugares a lo largo del libro de Hechos para hablar de la cultura cristiana de las iglesias primitivas. Silva continúa: “El pequeño rebaño de discípulos perseveró unido en constante oración antes de Pentecostés, en preparación para la prometida llenura del Espíritu (Hch 1:14). De manera similar, después de Pentecostés ‘se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración’ (Hch 2:42). En la iglesia primitiva, la experiencia de Pentecostés produjo cristianos de gran constancia y propósito que continuaban unánimes en el templo (Hch 2:46). Y los apóstoles vieron como su función dedicarse al ministerio de la palabra y a la oración” (Hch 6:4)”. [1]
El Salmo 122:1 podría usarse para describir la actitud de estas iglesias primitivas: “Yo me alegré cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor”. La pregunta es: ¿Esto nos describe a nosotros hoy? Con todas nuestras Biblias, podcasts, blogs, libros y cuentas de redes sociales, ¿hemos ganado todo el mundo de recursos y, sin embargo, hemos perdido nuestro primer gozo? ¿Por qué sería escandaloso decir que es bueno para nosotros reunirnos regular y frecuentemente con el pueblo de Dios por los medios de gracia?
El legalismo es letal, pero atraer amorosamente a alguien hacia los medios de gracia no es legalismo. Debemos recordar que la palabra “salvación” tiene dos sentidos. Es cierto que la salvación puede referirse a ese bendito momento de conversión cuando Dios nos concede la fe y el arrepentimiento por primera vez (Hch 16:30-33; Ro 10:9; Ef 2:8-9; Tit 3:5). También es cierto que la salvación se usa en las Escrituras para describir todas las etapas de la vida cristiana: regeneración (Ef 2:5; Tit 3:5), conversión (Hch 2:21, 47), fe (Ro 10:9-10) y arrepentimiento (Hch 2:37-41), justificación (Ro 5:9; Tit 3:5-7), adopción (Ro 8:23-24), santificación (Ro 1:16-17; 1 Pe 1:9; 2:2), perseverancia (1 Co 15:2) y glorificación (Heb 11:16; 1 Jn 3:1-3; Ap 12:10).
Decir que los medios de gracia son para tu salvación no es, y no debe ser, decir que logran tu salvación/conversión. Es cierto decir que los medios de gracia son para tu salvación en el sentido de que nos comunican los beneficios de la mediación de Cristo (Catecismo de Westminster, pregunta 153). Los medios de gracia son medios de salvación. No es en el sentido estricto o legalista de “Jesús + Esfuerzo en los Medios de gracia = Conversión”. ¡No somos católicos romanos! Más bien, ¿cómo recibimos los beneficios de la mediación perfecta y totalmente suficiente de Cristo que nos permite crecer en la salvación? Los medios de gracia. Por lo tanto, es correcto y apropiado (y amorosamente pastoral) comunicar a nuestra gente su necesidad de los medios de gracia. Es para su crecimiento en la fe, la seguridad, la santidad, el amor, la identidad en Cristo, la doctrina, el servicio, la comunión, las misiones, el evangelismo, la cosmovisión bíblica y mucho más. Restarle importancia a los medios de gracia es descuidar el crecimiento y el gozo de alguien en Cristo, y eso es un grave error.
[1] Moisés Silva, ed., New International Dictionary of New Testament Theology and Exegesis [Nuevo Diccionario Internacional de Teología y Exégesis del Nuevo Testamento](Grand Rapids, MI: Zondervan, 2014), 630–631.
Artículo publicado originalmente en Gospel Reformation Network.