El evangelismo no es exclusivo de los “profesionale” (pastores, ministros, profesores de Biblia y todo el resto). Por el contrario, el Nuevo Testamento enseña que el evangelismo es una obra de toda la iglesia. No obstante, afirmar que toda la iglesia hace evangelismo puede ser algo confuso. ¿Qué significa? ¿Hay algún programa oculto de evangelismo en las páginas del Nuevo Testamento? Más aún ¿existe alguna relación entre nuestro evangelismo personal y el programa de evangelismo de nuestra iglesia?
Evangelismo programático
En la mayoría de las iglesias, su rol en el evangelismo se reduce en gran parte a programas. Las iglesias locales crean programas o eventos con el fin de compartir el evangelio con la comunidad que los rodea. Desafortunadamente, tales programas tienden a desplazar la obra más importante de una cultura de evangelismo. Tienden a distraer la atención de los miembros de cultivar amistades con los inconversos y los enfocan en apoyarse en un programa, particularmente programas enfocados en eventos (puede mirar el filme The Gospel Blimp para una antigua ilustración de esta tendencia). El resultado es tan sorprendente como involuntario: una iglesia llena de cristianos ocupados quienes simplemente no tienen tiempo para los inconversos.
Necesitamos tener cuidado con esto; no todos los programas evangelísticos caen en esta tendencia. Pero muchos sí.
Entonces ¿significa esto que todo el evangelismo debe ser sin estructura y orgánico? No necesariamente. Como regla general, los mejores programas evangelísticos: (1) facilitan la formación de relaciones entre miembros de la iglesia y no creyentes; (2) surgen de entre los mismos miembros, en lugar de ser impuestos por el liderazgo hacia los miembros.
Examina Christianity Explored and Christianity Explained [Cristianismo examinado y cristianismo explicado] para un ejemplo de un estudio evangelístico que anima a los creyentes a invitar a inconversos para compartir almuerzos y tener conversaciones espirituales.
Evangelismo congregacional
En última instancia, un evangelismo programático es insuficiente porque se queda corto de lo que es la visión de Cristo para Su Iglesia. Después de todo, la Iglesia debe hacer el Evangelio visible (Jn. 13:35; 17:20-21). La iglesia equipa personas para compartir el evangelio (Ef. 4:12). La iglesia rinde cuenta los unos a los otros para evangelizar y los unos a los otros se ayudan en esta labor. En otras palabras, nuestras congregaciones no están llamadas de modo exclusivo a tener un programa evangelístico ocasional; nuestras congregaciones son el programa evangelístico, uno inventado por Jesús.
Es por esto que cada iglesia local debe cultivar lo que llamamos una “cultura de evangelismo”. Los programas son eventos. Una cultura es una forma de vida. Los programas vienen y se van. Una cultura permanece.
Tal cultura es más fácil de observar que de describir. No obstante, aquí hay algunas características:
- La iglesia labora para asegurarse de que cada miembro entiende y puede articular el Evangelio.
- Los líderes y los miembros son animados con regularidad a compartir el evangelio en sus distintas relaciones.
- La iglesia ora con regularidad (como individuos y de forma corporativa) por los esfuerzos evangelísticos de los demás.
- La iglesia entrena personas para compartir el evangelio de forma cautivante.
- Los miembros se reúnen de manera informal para hablar sobre conversaciones evangelísticas, recibir retroalimentación y ánimo, y orar por los perdidos.
- Los miembros se esfuerzan en formar amistades con los amigos inconversos de sus amigos de forma que pueden ser otra influencia en la vida de un inconverso.
- La iglesia procura cuidar de todos sus miembros y amarse los unos a los otros de tal manera que el evangelio sea visible para los de afuera (Jn. 13:35).
- Los programas evangelísticos que tienen lugar son elegidos por su habilidad de facilitar y fortalecer las relaciones entre los miembros y los no creyentes.
¿Cómo los pastores pueden promover una cultura de evangelismo?
1. Evangeliza (1 Tim. 4:12; 1 Pd. 5:2-3).
No podemos reproducir lo que nosotros mismos no estamos haciendo. Si no practicamos el evangelismo personal, entonces no tenemos razón para asumir que seremos capaces de guiar a la congregación a evangelizar a aquellos en su círculo de influencia.
2. Invita a otros a que te acompañen a evangelizar.
Por alguna razón, los evangélicos modernos a menudo piensan que el evangelismo es solamente una disciplina espiritual personal y por lo tanto debe hacerse en privado (Mt. 6:1-6). Sin embargo, si estás haciendo algo para el Reino, trata de no hacerlo solo. Ya se trate de discipular, evangelizar, aconsejar, siempre que sea posible invita a algún miembro de la iglesia a acompañarte. El crecimiento cristiano no se trata de leer todos los libros correctos o de escuchar los sermones correctos. Las personas necesitan ver cómo se luce la fidelidad. La forma más simple de que esto suceda es que invites a alguien a observar de cerca tu vida y tu ministerio.
Siempre que te sea posible, invita a otros a observarte evangelizando y luego discútanlo. Toma ventaja de cada oportunidad para enseñar y discipular. Al hacerlo, no solamente ayudarás a equiparlos para el ministerio, sino que también les ayudarás a aprender a compartir el ministerio.
3. Haz del evangelismo un punto regular en la aplicación de tus sermones.
Nunca debemos manipular, culpar o intimidar a nuestras personas para que evangelicen a sus amigos y vecinos. En su lugar, debemos exhortarlos con la Escritura, recordándoles que Dios espera que compartan el Evangelio, y debemos animarlos diciéndoles que ya tienen todo lo que necesitan para hacerlo. ¿Necesitarán entrenamiento práctico? Claro, probablemente. Pero ya han sido equipados con lo que es necesario y más importante: el Espíritu de Dios y la Palabra de Dios.
4. En tus sermones, haz llamados evangelísticos a los inconversos.
Cuando predicas, háblales a los inconversos. Hacerlo ayuda tanto a los creyentes como a los no creyentes. A los creyentes, nos recuerda la urgencia de compartir el evangelio con los perdidos. También modela cómo articular el evangelio u otras doctrinas cristianas a alguien que esté en desacuerdo con nuestras presuposiciones o malinterprete diversos términos bíblicos o jerga cristiana.
5. Resalta a los miembros que están evangelizando.
Replicamos lo que celebramos. Una forma de construir una cultura de evangelismo es resaltar a los miembros de la congregación que evangelizan con fidelidad. Durante un servicio de oración, invita a un miembro a compartir un pasaje que lo ayuda en su ministerio evangelístico. O simplemente indícale a miembros jóvenes o inexpertos a que pidan ayuda a ciertas personas con sus esfuerzos evangelísticos. El punto no es simplemente celebrar aquellos en la congregación que hacen evangelismo, sino llamar la atención hacia ellos de modo que otros puedan mirarlos para ser discipulados en esa área.
6. Dirige a la congregación a orar por el evangelismo de la iglesia y por los ministerios de evangelismo.
En algún punto, todo cristiano probablemente se ha sentado durante un culto de oración dominado por las peticiones por el padrastro de la Tía Susana y por el amigo del amigo de mi amigo quien tiene influenza. Claro, a Dios le importan los padrastros y las infecciones virales, pero pasar el limitado tiempo de oración corporativa en esos asuntos probablemente no es la práctica más sabia.
En su lugar, usa el tiempo de oración corporativa para enfocarte en el ministerio y la misión de la iglesia. Permite que la misión de la iglesia domine las oraciones y así le darás a la congregación un sentido del llamado de la iglesia en el mundo. Si enfocamos nuestras oraciones en el ministerio de la Palabra, en la predicación, el discipulado, el evangelismo y las misiones, entonces nuestro pueblo empezará a ver esas cosas como centrales en sus propias vidas.
7. Haz espacio en el culto de oración para compartir historias sobre conversaciones evangelísticas que han tenido lugar.
Sumado a orar por los esfuerzos evangelísticos de la iglesia, haz una práctica regular invitar a que miembros compartan sus encuentros evangelísticos durante el culto de oración, de modo que la iglesia pueda orar de forma específica por los no cristianos.
Estos testimonios tienen diversos efectos positivos en la vida de la iglesia. En primer lugar, los miembros serán animados por la cantidad de evangelismo que está sucediendo. En segundo lugar, se motivarán a compartir el evangelio con fidelidad. En tercer lugar, la congregación se comprometerá con el evangelismo que está sucediendo.
Yo (Sam) recuerdo compartir sobre una conversación evangelística que tuve con un Testigo de Jehová y estar sorprendido por la respuesta de los otros miembros de la congregación, ofreciendo orar por la pareja de Testigos de Jehová e incluso ofreciéndome ayuda: “¿Por qué no los invitas a la parrillada del Pastor Steven?” “¿Quieres invitar a la mamá a nuestra próxima reunión de juegos para que podamos conocerla también?” “Recientemente le prediqué a una pareja de Testigos de Jehová y aprendía algunas cosas ¿te importa si nos tomamos un café y hablamos de nuestras experiencias?”.
Compartir acerca del evangelismo en reuniones corporativas hace de nuestro evangelismo personal un tema de interés y esfuerzo congregacional.
Toma toda una vida construir una cultura evangelística
A veces los pastores luchan con creer que sus miembros están evangelizando con regularidad, especialmente si no se ven muchas conversaciones en la iglesia. En estas situaciones, pueden ser tentados a tomar aun las siete sugerencias de arriba y usarlas para regañar a su congregación. Pero una cultura de evangelismo solamente se enraíza cuando el pastor está dispuesto a celebrar aun los esfuerzos evangelísticos más pequeños. Así que no temas pedirle a alguien que comparta sobre su más reciente conversación evangelística (aun si fue una “fracaso” y no hubo fruto).
Toma tiempo crear una cultura de evangelismo. Gracias a Dios, algunas de estas prácticas pueden ayudar. Así que pon manos a la obra; ora y espera pacientemente. Y a lo largo de los meses e incluso de los años, observa qué tipo de cultura el Señor cultiva en tu congregación.