El lenguaje en los Diez Mandamientos es contracultural, contraintuitivo, ofensivo y sorprendente para cualquiera que no haya abrazado la centralidad de Dios. Podríamos resumir los primeros dos mandamientos de la siguiente manera:
No tengas nada por encima de Mí en tus pensamientos, afectos, palabras y acciones. No tengas sustitutos esculpidos que roben tus pensamientos, afectos, palabras y acciones. Porque soy celoso de tener todo tu corazón, toda tu mente, toda tu alma y todas tus fuerzas.
Luego viene el tercer mandamiento: “No tomarás el nombre del SEÑOR tu Dios en vano, porque el SEÑOR no tendrá por inocente al que tome Su nombre en vano” (Ex 20:7). Este mandamiento es igualmente contracultural, contraintuitivo, ofensivo y sorprendente. Sin embargo, si Dios no fuera tan celoso por Su propio nombre, no tendríamos salvación ni alegría.
El llamado del tercer mandamiento, entonces, es este: Apártate de tomar en vano el nombre de Jehová. Arrepiéntete, recibe perdón y luego, por el poder del Espíritu de Dios, acaba con ello. No tomes en vano el nombre de Jehová tu Dios.
El nombre más grande
Profundicemos en el significado de nombre y el significado de en vano, y luego permitamos que el flujo de pensamiento desde el primer mandamiento hasta el tercero nos ayude a definir lo que significa tomar en vano el nombre de Jehová.
El nombre: ¿qué es eso? ¿Qué es lo que no debemos tomar en vano?
Yo soy el que soy
El primer enfoque de lo que el mandamiento quiere decir es seguramente el nombre propio de Dios que Él había revelado cuando Moisés liberó al pueblo de Egipto, Jehová, que se basa en el verbo “Yo soy” (Ex 3:14) y significa el ser absoluto de Dios: “Yo soy el que soy”, es decir, sin principio, sin fin, sin llegar a ser, sin depender de nada fuera de Mí mismo. Ese es Mi nombre. Cada vez que veas SEÑOR en mayúsculas, eso es lo que deberías pensar (ocurre más de seis mil veces en el Antiguo Testamento).
Sabemos que esto es lo principal en la mente de Dios porque lo ha hecho prominente dentro de los Diez Mandamientos:
- Éxodo 20:2: “Yo soy el SEÑOR tu Dios”.
- Éxodo 20:5: “Yo, el SEÑOR tu Dios, soy Dios celoso”.
- Éxodo 20:7: “No tomarás el nombre del SEÑOR tu Dios en vano”.
Entonces, el primer y más obvio enfoque del nombre en el versículo 7 es Jehová. “Yo Soy el Que Soy”: no tomes ese nombre en vano.
Nombrando la realidad
Pero el hecho mismo de que el nombre Jehová tenga un significado nos recuerda que, en la Biblia, el nombre de alguien cuenta cosas decisivas sobre la persona. No son simples etiquetas que te ayudan a distinguir a una persona de otra. Son expresiones de la realidad de una persona.
Por ejemplo, aquí en el versículo 5 dice, “Yo, el SEÑOR tu Dios, soy Dios celoso”. Entonces, los celos son parte de Su realidad. Cuando llegamos a Éxodo 34:14, leemos: “No adorarás a ningún otro dios, ya que el SEÑOR, cuyo nombre es Celoso, es Dios celoso” (énfasis añadido). Esa era una descripción de la realidad en Éxodo 20:5. Ahora en Éxodo 34:14 tenemos Su nombre. Y así es en toda la Biblia.
- Isaías 57:15: “Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre es Santo”. Esa es Su realidad, así que ese es Su nombre.
- Isaías 9:6: “Porque un Niño nos es nacido, un Hijo nos ha sido dado… y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. Esa es Su realidad, así que ese es Su nombre.
- Mateo 1:21: “Y dará a luz un Hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados”. Su realidad es ser un Salvador, así que Su nombre es Yeshúa: Jesús, uno que salva.
- Apocalipsis 19:13, 16: “Y Su nombre es: El Verbo de Dios… En Su manto y en Su muslo tiene un nombre escrito: ‘REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES’”. Eso es lo que es, Su realidad: Palabra de Dios, Rey de reyes, Señor de señores, así que esos son Sus nombres.
Entonces, “no tomarás en vano el nombre de Jehová tu Dios”, significa “no tomes a Dios, o cualquier cosa que Su nombre exprese sobre Su realidad, en vano”. Dios es Yo Soy, ser absoluto, Celoso, Santo, Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz, Jesús, Palabra de Dios, Rey de reyes, Señor de señores, “el Alfa y la Omega” (Ap 21:6). Eso es lo que Él es: Su nombre, Su realidad, Su divinidad. No lo tomes a Él o cualquier aspecto de Su ser, Su nombre, en vano.
Tomar en vano
Tomar en vano: ¿qué significa?
¿Qué significa tomar alguna revelación de la realidad de Dios en nuestras mentes y tener pensamientos sobre Él en vano? ¿Qué significa ver algo de lo que Dios es en nuestros corazones y tener sentimientos sobre Él en vano? ¿Qué significa tomar alguna expresión de la realidad de Dios en nuestras bocas y hablar palabras sobre Él en vano? ¿Qué significa incorporar alguna revelación de Dios a nuestras resoluciones de realizar acciones en este nombre en vano?
¿Qué significa tratar a Dios, Su nombre, en nuestros pensamientos, sentimientos, palabras o acciones en vano?
Fútil, sin sentido, vacío, desperdiciado
El significado de esta frase en vano en Éxodo 20:7 es bastante claro cuando buscas sus usos en el Antiguo Testamento y luego los relacionas con una palabra de Jesús. Escucha estos usos:
- Jeremías 2:30: “En vano he herido a sus hijos, no han aceptado corrección”.
- Jeremías 4:30: “En vano te embelleces; te desprecian tus amantes”.
- Jeremías 6:29: “En vano se sigue refinando, pues los malvados no son separados”.
- Jeremías 46:11: “En vano has multiplicado los remedios; no hay curación para ti”.
- Malaquías 3:14: “Ustedes han dicho: ‘En vano es servir a Dios. ¿Qué provecho hay en que guardemos Sus ordenanzas y en que andemos de duelo delante del Señor de los ejércitos?’”.
Entonces, en vano significa fútil, vacío, sin sentido, desperdiciado. Azotas a los niños, pero no hay corrección. Te maquillas, pero no hay amantes. Pones al malvado en el fuego del refinador, pero no hay arrepentimiento. Tomas la medicina, pero no hay cura. Sirves a Dios, pero no hay beneficio. Todo sucede en vano.
Corazones lejos de Dios
La pregunta es, ¿cómo tomamos el nombre de Dios (expresiones de Su realidad) en nuestros pensamientos, emociones, palabras y acciones, de tal manera que nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y acciones sean fútiles, vacíos, sin sentido, desperdiciados?
Jesús nos da una doble respuesta en Mateo 15:8–9. Él está citando a Isaías 29:13:
Este pueblo con los labios me honra,
Pero su corazón está muy lejos de Mí.
Pues en vano me rinden culto,
Enseñando como doctrinas preceptos de hombres.
Esto se trata de adoración. Pero lo que enseña se aplica a toda la vida, porque, para el cristiano, toda la vida es adoración (Ro 12:1–2). “Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios” (1Co 10:31). “Y todo lo que hagan, de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios el Padre” (Col 3:17).
Vacíos de afectos y verdad
Jesús dice que dos cosas hacen que la adoración de Dios (el nombre de Dios) sea vacía, fútil, sin sentido, y desperdiciada.
- “Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está muy lejos de mí”. El corazón está vacío de afecto por Dios, por Su nombre: amor, admiración, reverencia, aprecio, tesoro.
- La segunda cosa que hace que la adoración sea “en vano” (Mt 15:9) es que “me rinden culto, enseñando como doctrinas preceptos de hombres”. Las palabras, las declaraciones sobre Dios, han sido vaciadas de la verdad de Dios y reemplazadas por opiniones humanas.
Cuando el corazón está vacío de afecto por Dios, y las palabras están vaciadas de la verdad de Dios, todos los pensamientos, palabras, emociones y acciones son vacíos, sin sentido, fútiles, en vano. Por lo tanto, tomar el nombre de Dios en vano es tomar alguna expresión de la realidad de Dios en nuestros pensamientos, emociones, palabras o acciones cuando la verdad de Dios ha salido de ellos, y los verdaderos afectos por Dios están ausentes.
Si pensabas que iba a abordar las malas expresiones en este artículo, como: “¡Maldita sea!”, “¡Jesucristo!” y “¡Oh, Dios mío!”, pues lo he hecho, si tienes oídos para oír. La eliminación de ese tipo de uso del nombre de Dios es el jardín infantil en la escuela de Cristo. Si todavía tienes comportamientos de jardín infantil, aquí está el remedio: llena tus palabras con el peso de la verdad de Dios y llena tu corazón con afecto por Su nombre.
Nuestra vida en Su nombre
Ahora, volvamos a los dos primeros de los Diez Mandamientos.
Recuerda el lenguaje contracultural, contra intuitivo, ofensivo y sorprendente de Dios: “No tengas nada por encima de mí en tus pensamientos, afectos, palabras y acciones. No tengas sustitutos tallados que roben tus pensamientos, afectos, palabras y acciones. Porque soy celoso de tener todo tu corazón, toda tu mente, toda tu alma, y todas tus fuerzas”.
Y ahora, por lo tanto,
No me trates —a mi nombre— como vacío, fútil, sin sentido, trivial, insignificante. No dejes que tus palabras estén vacías de mi verdad. No dejes que tu corazón esté vacío de tus afectos. Ríndeme homenaje. Ámame. Confía en mí. Atesórame. Satisface tu corazón conmigo.
Lo que muchos no ven es que el celo de Dios por Su nombre, Su celo por ser supremo en nuestros afectos, es nuestra salvación y nuestra alegría.
Oh SEÑOR, por amor de Tu nombre,
Perdona mi iniquidad, porque es grande (Sal 25:11).
Líbranos y perdona nuestros pecados por amor de Tu nombre (Sal 79:9).
Los salvó por amor de Su nombre (Sal 106:8).
El nombre del SEÑOR es torre fuerte,
A ella corre el justo y está a salvo (Pro 18:10).
No trates esta torre como una choza en ruinas. No lo es. Es tu vida.
Este artículo se publicó originalmente en Desiring God.