Carta para todo pastor que necesita avivar el fuego del don de Dios

La solución de Pablo a Timoteo, y a todo pastor desanimado, no es abandonar el ministerio, sino avivar el fuego del don de Dios.
Foto: Light Stock

El escritor Dave Harvey, quien fue pastor por más de 30 años, dijo: “El llamado al ministerio es un llamado al sufrimiento. El llamado al ministerio no es un llamado a la celebridad, sino un llamado a sufrir. No es un llamado a la comodidad, sino a la debilidad. Si no estás dispuesto a sufrir por causa del evangelio, deberías considerar otra vocación”. Sin duda, son palabras muy fuertes, pero concuerdan con el testimonio bíblico. Las palabras de Jesús, el testimonio bíblico, los ejemplos bíblicos y el testimonio histórico de la iglesia nos gritan a los cuatro vientos: Ministro, vas a sufrir. Personalmente, creo que un claro ejemplo de esta verdad fue el apóstol Pablo. Él llegó a decir lo siguiente en 2 Corintios 11:23-28:

En trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias”.

Pero otro claro ejemplo del sufrimiento por causa del evangelio muy probablemente seas tú, amado ministro, a quien no tengo el gusto de conocer. Así que, seamos sinceros y hablemos de pastor a pastor en esta parte. En el ministerio pastoral enfrentamos tristezas, menosprecio, estrés, problemas, críticas sin fundamento, traiciones de gente que amamos, abandono, soledad, enfermedades, entre otras cosas. En ocasiones, nos encontramos en la cima del monte, pero en otras, nos encontramos por los suelos; es más, a veces podemos llegar a preguntarnos si verdaderamente el Señor nos ha llamado al ministerio. Si esa es tu condición el día de hoy, quiero recordarte lo que Pablo le recordó a Timoteo en 2 Timoteo 1:6-12, con la finalidad de que seas consolado por medio de la Palabra de Dios.

¡Ánimo Timoteo!

En su segunda carta a Timoteo, el apóstol Pablo está a punto de morir. Después de leer la carta, son evidentes dos cosas. La primera, que la batuta del apóstol será tomada por su hijo amado Timoteo. La segunda, que Timoteo no la está pasando bien. Por lo que entendemos, Timoteo estaba profundamente desanimado, a tal grado que algunos comentaristas sugieren que estaba a punto de renunciar al ministerio. Es en ese contexto que Pablo le dice a Timoteo: “Aviva el fuego del don de Dios…”.

Es interesante que antes de decir estas palabras, Pablo le dijo a Timoteo que estaba seguro de su fe sincera. Esto nos lleva a la siguiente conclusión: para el ministerio pastoral cristiano se necesitan hombres cristianos. Y Pablo está seguro de que la fe de Timoteo es real, y por esa razón, Pablo le dice: “Aviva el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos”. Pablo le recuerda un momento muy especial en la vida de Timoteo. Ese momento especial fue cuando las manos del presbiterio se colocaron en Timoteo en señal de aprobación y encomienda para el ministerio de la Palabra (1Ti 4:14). Nota que el pasaje no nos dice que estaba apagado, al contrario, estaba presente, pero necesitaba avivarse. Es interesante que Pablo no le dice a Timoteo que se tome unas vacaciones o que deje de hacer el ministerio por su propio bien, sino todo lo contrario.

En su segunda carta a Timoteo, Pablo le dice a su hijo en la fe: “Aviva el fuego del don de Dios…”. / Foto: Jhon Montaña

Posteriormente, Pablo llama a Timoteo a no avergonzarse del evangelio, sino a participar en las aflicciones por causa del evangelio. Inmediatamente, Pablo presenta el glorioso evangelio por el cual debe sufrir y no avergonzarse:

Él nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad, y que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien puso fin a la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio.

Lo que Pablo está diciendo es que Jesucristo puso fin a la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio. El mensaje más importante en todo el mundo estaba en las manos de Timoteo. El único mensaje que pone fin a la muerte y da vida eterna al pecador estaba en las manos de Timoteo. Por eso, Pablo le dice que no se avergüence del evangelio, sino que lo predique fielmente a pesar de todo el sufrimiento que pueda enfrentar, porque él ya gozaba de inmortalidad. ¡Qué gloriosa verdad! Es como si Pablo le dijera a Timoteo: “Timoteo, lo peor que te puede pasar por predicar el evangelio es que te maten, pero eres inmortal gracias al evangelio”. Pero ¿sabes algo? No solo Timoteo gozaba de inmortalidad por el evangelio, tú también.

El llamado de la Escritura para todo ministro es seguir predicando el evangelio, a pesar del sufrimiento que se pueda enfrentar. / Foto: Envato Elements

Aviva el fuego del don de Dios que hay en ti

Pastor, eres inmortal gracias al evangelio de Jesucristo. Por esa razón, puedes y debes avivar el fuego del don de Dios que hay en ti. En medio del sufrimiento, recuerda que eres inmortal. En medio de las aflicciones, recuerda que tu tendencia, al igual que la de todo pastor, es la cobardía y el sentirse avergonzado del evangelio. Sin embargo, Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. En la iglesia que pastoreo, llegué cuando apenas era un niño. Desde mi niñez hasta mi adolescencia, siempre veía el púlpito enfrente de mí. Con el paso del tiempo, me involucré más y más en el servicio dentro de la Iglesia local, hasta que un día tomé el púlpito y le pregunté al Señor si me estaba llamando al ministerio.

Hoy, después de algunos años, soy pastor en la misma iglesia en la que crecí y sigo teniendo el mismo púlpito. Así que, regularmente cuando paso a predicar, recuerdo aquel día. Pero a la luz del evangelio, todo ministro del Señor tiene un mejor recordatorio en el ministerio de la Palabra. Ese recordatorio es que tiene un regalo de Dios que no debe descuidar, sino avivar en medio del sufrimiento por el evangelio porque es inmortal.

Abraham Magallanes

Abraham Magallanes

Abraham Magallanes, siervo de Jesucristo.

Artículos por categoría

Artículos relacionados

Artículos por autor

Artículos del mismo autor

Artículos recientes

Te recomendamos estos artículos

Siempre en contacto

Recursos en tu correo electrónico

¿Quieres recibir todo el contenido de Volvamos al evangelio en tu correo electrónico y enterarte de los proyectos en los que estamos trabajando?

.