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PRESENTADOR:

El episodio de hoy tiene que ver con el café. Pastor John, usted escribió un tuit citando Hebreos 12:28 y luego hizo una pregunta. El versículo en Hebreos dice que “ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia”. Y la pregunta que usted hizo se refiere al tono de nuestras reuniones dominicales: “¿Podemos replantearnos si es apropiado tomar café los domingos en el santuario?”. Sin duda, esta es una pregunta controversial porque los asistentes a muchas iglesias los domingos por la mañana pueden tener una experiencia muy informal.

Su tuit fue rápidamente amado y odiado al mismo tiempo, y se extendió por todo el Internet, como suelen suceder con las cosas que son amadas y odiadas a la vez. Después de unos días tuvo millones de visualizaciones y provocó la publicación de artículos en medios de comunicación conocidos en Estados Unidos y Europa.

Sin saber si había visto todas las respuestas a su tuit (y suponiendo que no las había visto), recopilé varios temas que tocaron los lectores y le envié un resumen de las respuestas para ver si estaba dispuesto a conversar y abordar más a fondo este tema tan polémico. Y aquí estamos.

Así que permítame preguntarle: ¿cómo responde a los comentarios que ha recibido su pregunta?

JOHN PIPER:

No vi nada de lo que me comentas, Tony. No vi ni un retuit. Sigo a cien personas, y todas son buena gente. Fue una sorpresa para mí cuando me dijeron: “¿Has visto lo que sucedió con tu tuit?”. Yo dije: “No he visto nada”, ni hasta este momento lo he visto. Así que, tomo tu palabra con lo que me cuentas.

Permíteme ir directo al corazón del asunto. El punto central del tema no es el café en el santuario. Eso es solo un síntoma, y hay muchos otros síntomas de lo que me preocupa. El centro de este asunto es la ausencia de un encuentro existencial, continuo, aterrador, impactante, sobrecogedor, tembloroso, asombroso, reconfortante, seguro y satisfactorio con la majestad y la misericordia del gran “YO SOY EL QUE SOY” (Éxodo 3:14), cuyo Hijo dijo: “antes que Abraham naciera, Yo soy” (Juan 8:58). Y fue asesinado por ello.

Más que un poco de café

Lo que falta es un tipo de experiencia de Dios que dé forma a toda la vida de una persona con una alegría seria, una gravedad alegre, una tristeza dulce, el peso de la gloria. Es el tipo de experiencia de Dios que transforma el temor y la reverencia —esas dos palabras de Hebreos 12:28, “temor y reverencia”— de ser meras palabras a ser el más profundo de los placeres de la experiencia humana.

Y digo todo esto sin negar el valor de lo ordinario, lo real, lo cotidiano, lo casual, de las acciones más comunes de la vida humana, las cuales vivimos la mayor parte del tiempo. No estoy cuestionando el valor de nada de eso cuando hablo de lo que tanto me preocupa aquí.

Estoy defendiendo el tipo de experiencia de Dios que hace que una persona esté hambrienta de encuentros regulares con Dios y con Su pueblo, que capten y encarnen algo de Su majestad, algo del alcance infinito de Su poder sin límites, de Su sabiduría inescrutable, de Su ira furiosa y de Su gracia soberana, que dejan al alma asombrada, boquiabierta de agradecimiento y luego desbordada con las alabanzas de una alegría seria, elevada sobre las alas del tipo de alegría que se eleva solo en la atmósfera de la grandeza de Dios. Eso es lo que busco. Eso es lo que tanto anhelo, para mí y para los demás.

Estoy argumentando que muchos cristianos no han probado este encuentro existencial, aterrador, sobrecogedor, tembloroso, asombroso, reconfortante, seguro y satisfactorio con la misericordia y la majestad de Dios. Por tanto, cuando me oyen cuestionar la conveniencia de tomar café en una atmósfera de reverencia y asombro, carecen de categorías en su experiencia para comprender de qué estoy hablando. Dentro de su experiencia de Dios, nada es más natural que reunirse con Él en adoración, con un café en la mano. Es muy natural. Entonces se preguntan: “¿Por qué se altera tanto Piper?”.

El corazón del asunto no es el café en la mano. Es la ausencia de un tipo de experiencia con Dios que haga que un alma cristiana anhele encuentros regulares con Dios y Su pueblo que sean tan profundamente satisfactorios en lo íntimo de su ser, con la majestad y dulzura de Dios, en la seriedad de Su alegría y el peso de Su gloria, que tener un café en la mano se sentiría extrañamente fuera de lugar.

Adoración desequilibrada

Permíteme tratar de aclarar lo que estoy diciendo simplemente poniendo dos textos bíblicos uno al lado del otro. El que cité en el tuit es de Hebreos 12. A continuación leo el contexto. El escritor dice:

Tengan cuidado de no rechazar a Aquel que habla [es decir, Dios mismo]. Porque si aquellos [los hebreos en el Antiguo Testamento] no escaparon cuando rechazaron al que les amonestó sobre la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si nos apartamos de Aquel que nos amonesta desde el cielo. Su voz hizo temblar entonces la tierra, pero ahora Él ha prometido, diciendo: “Aún una vez más, Yo haré temblar no solo la tierra, sino también el cielo”… Por lo cual, puesto que recibimos un reino que es inconmovible, demostremos gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor (verses 25-26, 28-29).

Eso es muy serio. Dios dice en Isaías 66:2: “a este miraré: Al que… tiembla ante Mi palabra”. Ahora, esa es una dimensión.

Aquí está la otra dimensión: Mateo 11:28-30. Aquí habla Jesús y dice:

Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera.

Dios es nuestro amigo. Es nuestro Salvador, nuestro Pastor, una persona con la que podemos relajarnos. Sí, podemos estar cerca, relajados. Sí podemos. Él se reunirá contigo de madrugada, cuando estés en tu ropa de dormir. Sí, lo hará. Lo sé por miles de experiencias personales.

Lo que me preocupa es que, en los últimos cuarenta años más o menos, la iglesia evangélica ha puesto tanto énfasis en lo casual, lo íntimo, en decir: “ven como eres”, en la accesibilidad del Cristo amable, que han sucedido dos cosas desafortunadas.

Una es que este énfasis se ha transformado en una forma generalizada de adoración tipo entretenimiento, con una atmósfera de animación alegre, divertida y ligera, de modo que nada sería más natural que tomar tu bebida y unirte a la fiesta al entrar al espacio de adoración. El otro efecto de este énfasis desequilibrado sobre la accesibilidad casual a Dios es que el tipo de encuentro existencial con la majestad de Dios del que estoy hablando se ha convertido, para mucha gente, en algo inconcebible y, por tanto, indeseable.

Cómo avanzamos

Lo irónico de todo es que soy un hombre con convicciones de liturgia baja, o lo que se conoce como Iglesia Baja. No creo que la solución a este problema sea abrazar una liturgia prescrita y formal, como se hace en la Iglesia Alta. Creo que ese enfoque de la adoración en comunidad no proporciona suficiente libertad, y puede ser demasiado vulnerable a sonar como una recitación vacía y repetitiva. Creo que el camino a seguir no consiste en establecer reglas o normas.

De hecho, cuando pienso en normas, no creo que en mis 33 años como pastor haya dicho nunca nada a la gente sobre traer bebidas al santuario, ni a favor ni en contra. No creo haberlo mencionado nunca en 33 años. El corazón del problema no es la ausencia de reglas, sino la ausencia de reverencia.

Por tanto, el camino a seguir es (1) cultivar una visión más completa y profunda de Dios, (2) procurar tener una predicación más centrada en Dios, seria, apasionada, saturada de la Biblia, que enseñe todo el consejo de Dios, y (3) tener un liderazgo del culto de adoración que fomente una atmósfera de alegría y gravedad sostenidas, centradas en Dios y en la experiencia, con distracciones mínimas en una orientación radicalmente vertical.

Tal vez, Tony, en nuestro próximo episodio podemos reflexionar al respecto. Podríamos tratar de ser más prácticos para los pastores y los demás oyentes sobre cómo pueden alejar a una iglesia de la inadecuada informalidad en el culto de adoración y llevarla hacia algo mejor.


Episodio original en inglés: https://www.desiringgod.org/interviews/on-coffee-sipping-in-the-sanctuary

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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