Creo que muchos hemos disfrutado del famoso juego de jenga, ese que apila varias piezas de madera en una torre y se tiene que ir sacando una de ellas en el turno de cada jugador, y quien saca la pieza que hace colapsar la torre de madera, pierde.
Esa fue la imagen que vino a mi mente mientras leía 1 Corintios 15, específicamente los versículos del 12 al 20. Allí, el apóstol Pablo les muestra a los corintios lo ilógico de creer que no hay resurrección de los muertos, pues con esa loca y falsa idea, todo el evangelio se cae como si fuera una torre de jenga.
Y, considerando este pasaje de la Escritura, quiero que hoy meditemos un poco sobre las implicaciones de la resurrección.
Primero, un poco de contexto
Los primeros 11 versículos de 1 Corintios 15, son un recordatorio de que la resurrección es parte integral del evangelio, es decir, no hay evangelio sin resurrección, específicamente, sin la resurrección de Cristo.
Y de esa resurrección, la de Cristo, Pablo indica que hay muchos testigos, Cefas (Pedro), a los 12, también a 500 hermanos (algunos vivos aún en esa época), a Jacobo, a todos los apóstoles y, finalmente, al mismo Pablo.
De modo que el punto que deja claro es: Cristo resucitó, entonces hay resurrección.
Ahora sí, veamos una lógica sin sentido
“Ahora bien”, les dice Pablo a los corintios en el versículo 12, teniendo ya claro este punto fundamental del evangelio, que “se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos”, les lanza un “gancho al hígado” preguntándoles “¿cómo dicen algunos entre ustedes que no hay resurrección de muertos?”.
Recuerdo ver algunas peleas de boxeo, y en el momento que comienza el intercambio de golpes el narrador dice: “Ahora comienza lo bueno”. Algo así podríamos decir sobre lo que viene a continuación, Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, comenzará a lanzar un golpe tras otro sin respuesta alguna. Pero antes de ir allí, quiero que pensemos un poco en algo más. ¿De dónde les vino esta idea a los corintios? Quizás del mundo a su alrededor, de ese contexto pagano en el que vivían con tantas ideas “novedosas” o, mejor dicho, “diabólicas”.
Pero, la verdad, es que estos hermanos de Corinto habían abierto muchas puertas al pecado, y con esas brechas disponibles es fácil que una idea pecaminosa como esta encontrara buena tierra. Recordemos un poco de lo que algunos miembros de esta iglesia estaban tolerando:
- La división clara que tenían al etiquetarse unos como de “Apolos” o de “Pablo”. Tenían una identidad en hombres, no en Cristo. ¡Qué fácil es ser terreno de Satanás cuando se está dividido!
- Alguien teniendo relaciones sexuales con su madrastra, y sin recibir amonestación sobre esta práctica.
- Buscar a los tribunales paganos para que decidieran sobre disputas dentro de la iglesia. ¡Cuidado! No eran disputas sobre quebrantar alguna ley humana, sino sobre temas propios de ser iglesia.
- Falta de amor. Cada quien quería mostrar como su don era mejor que el don del otro, y funcionar de forma independiente.
Con este hervidero dentro de las filas de la iglesia, era de esperar que una teoría falsa, contraria al evangelio apareciera dentro de esta congregación. Pero es demasiado fácil pensar en esto y culpar a los corintios. “¡Qué tontos!”, podríamos decir. Pero, si damos “rienda suelta” a nuestros deseos pecaminosos, terminaremos negando la verdad del evangelio al estilo de los corintios. Podemos tener ideas como:
- “Son otros tiempos, la sexualidad se disfruta, no es cierto que Dios pida ahora castidad”, eso solo para permitirnos vivir en fornicación, adulterio, masturbación, pornografía, homosexualidad.
- “La Biblia es machista, quiere tener a la mujer sometida a los hombres (hay mucho que hablar sobre esto, quizás en otra ocasión lo haga)”, eso solo para permitir que la mujer ocupe roles que están diseñados para el hombre en la iglesia y el hogar, incluso esto puede ser utilizado por hombres holgazanes para quedarse en casa y enviar a la mujer a traer el sustento diario.
Puedo seguir con la lista de ejemplos, pero creo oportuno dejarlo hasta allí y confío que el Espíritu Santo aplicará esto a tu corazón de la forma que sea necesario para tu vida.
Ahora, volvamos a la pregunta de Pablo: “¿Cómo dicen algunos entre ustedes que no hay resurrección de muertos?”.
Si no hay resurrección, entonces estamos en serios problemas
De los versículos 13 al 19, Pablo lanza una serie de implicaciones que deben afrontar los corintios, y cualquier creyente, si se quiere afirmar que no hay resurrección. Sin ser exhaustivos, veamos cada uno de ellas.
- Entonces Cristo no resucitó (vv 13, 16). Si no hay resurrección, entonces no hay forma de asegurar que Cristo haya resucitado. Desde aquí algo debe haberles comenzado a sonar mal a los corintios, pero para no dejarlos con la duda, Pablo sigue su argumento y les dice que, si Cristo no resucitó, entonces…
- La predicación ha sido vana, falsa (v 14). Parte fundamental del evangelio que se predica es que Cristo resucitó, si no fue así, entonces todo lo que se ha dicho ha sido mentira.
- No tiene sentido tener fe en Cristo (vv 14, 17). Sería de locos creer en un Cristo del cual se dice que resucitó, pero en verdad no lo hizo. Así que la fe no tiene sentido.
- Los apóstoles y todo predicador es un falso testigo (v 15), un falso profeta. En la ley estaba establecido apedrear hasta la muerte a los falsos profetas. Por lo tanto, era necesario que fueran a buscar a esos falsos maestros y les dieran muerte.
- Dios mismo es mentiroso (v 15), ha sido mentiroso con Su Palabra al indicar que el Mesías habría de nacer, vivir, morir y resucitar.
- Y si todo lo anterior es cierto, entonces aún viven en sus pecados (v 17). No han recibido redención de la esclavitud. Van camino al castigo eterno.
- Pero esto no termina allí. Los seres amados que murieron creyendo en Cristo, murieron sin esperanza (v 18). Cuando les dijeron adiós en el sepulcro fue la última vez que los vieron porque no resucitarán, pues si Cristo no resucitó nadie tiene esperanza.
- Y todo el que acepta vivir en una mentira, como sería el caso de creer una vana predicación y profesar una fe falsa, merece la burla pública (v 19). Debe ser tenido como el ser humano más ilógico, bobo e irracional del mundo.
- Entonces, se vive solo con una esperanza para esta vida, no hay esperanza para una vida venidera ( v 19).
Estas eran las implicaciones de creer que no hay resurrección de entre los muertos. Sería como ver nuestro regalo de navidad en el árbol o donde sea que se coloque en nuestras casas, y tenerlo allí desde el 1 de enero, y cuando llegara Navidad quitar el papel que lo envuelve, abrir la caja y ver que está vacía. Todo un año esperando ese momento para darse cuenta que era una mentira. Pero te tengo una mala noticia (sí otra), si no existiera resurrección sería peor que tener una caja de regalos vacía.
Pero, ahora, te tengo una buena noticia.
Cristo verdaderamente resucitó
El versículo 20 nos dice que “Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron”. ¡Cristo resucitó!
Si Cristo resucitó, entonces sí hay resurrección, el evangelio es real, hay esperanza para los vivos y los que mueren en Cristo. Nuestra fe no es vana, no somos locos y, aunque sí recibimos burla por nuestra fe, es una burla que en algún momento se convertirá en risas de regocijo eterno para nosotros.
Nota algo más, “Cristo” es “primicias de los que durmieron”. Una primicia es lo que va primero, es el inicio. ¿Quién sigue después? El resto de 1 Corintios 15 nos da la respuesta ampliada, te invito a que lo leas. Pero te lo resumo aquí: todos los creyentes.
Sí, Cristo resucitó, entonces tú y yo algún día resucitaremos. Algún día nos daremos cuenta que las dificultades de seguir a Cristo tienen sentido, todo habrá valido la pena.
¿Sabes por qué habrá valido la pena? Porque Cristo estará con nosotros, el autor y consumador de nuestra fe, el tesoro del cielo, la promesa eterna, Cristo Jesús el Mesías caminará con nosotros por la eternidad.
Sí ¡Cristo resucitó! Alégrate cristiano.