Creencias erróneas sobre ser “seguidores”
El seguimiento (seguir a alguien como discípulo), al igual que el liderazgo, es propenso a malentendidos. Sin embargo, a diferencia del liderazgo, este tiene pocas (o ninguna) percepciones positivas en la cultura contemporánea. En la década de 1990, David Berg dirigió varios seminarios de formación sobre liderazgo y seguimiento e informó de que los participantes utilizaban palabras como “oveja”, “pasivo”, “obediente”, “lemming” y “siervo” para describir a los seguidores, una descripción poco atractiva.[1] Del mismo modo, un reciente estudio de la literatura académica afirma que los estereotipos del seguimiento ven a los seguidores como receptores o moderadores de la influencia de los líderes (Shamir, 2007) que cumplen obedientemente las órdenes, directivas y caprichos del líder, sin resistencia ni iniciativa (Kelley, 1988). No es sorprendente que el enfoque resultante se haya centrado casi exclusivamente en los líderes, y la vasta historia de la investigación sobre el liderazgo puede considerarse como el estudio de los líderes y los “subordinados”.[2]
Es importante que nos replanteemos y corrijamos nuestros estereotipos del seguimiento. Como cristianos, cualquier papel particular de seguimiento está subordinado a nuestra llamada más elevada de seguimiento: seguimos a Cristo (deferencia [respeto]) a través del poder del Espíritu y con todo nuestro corazón, mente, alma y fuerza (compromiso y celo) para glorificar a Dios y construir Su reino (apropiación de la misión). Así pues, para quienes siguen a Cristo, todas las funciones y responsabilidades de la vida forman parte de ese seguimiento. También es esencial que entendamos que la actitud negativa que tenemos hacia la deferencia y la subordinación va en contra de las actitudes bíblicas hacia el seguimiento. Obviamente, seguimos a Cristo mismo, pero también seguimos a los líderes humanos que Él ha puesto en autoridad sobre nosotros, incluidos tanto los gobernantes seculares (Ro 13:1) como los supervisores (griego original para referirse a obispo) espirituales (1Ts 5:12-13). Nuestra primera identidad bíblica es la del seguimiento, y si esa noción nos desagrada, es probable que tengamos que trabajar para transformar las actitudes de nuestro corazón.
No solo dejemos atrás los estereotipos simplistas, sino también reflexionemos más profundamente sobre algunas de nuestras percepciones erróneas más sutiles y ocultas.
1. El seguimiento existe por el bien del liderazgo
Aunque el seguimiento implica deferencia hacia el liderazgo, los seguidores no deben pensar que sus vidas giran en torno al líder. Sin embargo, esto no siempre es fácil en un mundo en el que los organigramas suelen ser solo organigramas de liderazgo que ignoran casi intencionadamente la naturaleza coproductiva del liderazgo y el seguimiento y reflejan mal la necesidad de contar con buenos seguidores. Muchos autores que estudian, investigan y escriben sobre el seguimiento tienen problemas similares debido a que enfocan el seguimiento desde la perspectiva del liderazgo organizativo o de los resultados.[3] Por tanto, se centran en cuestiones como la forma en que un líder puede conseguir y gestionar un grupo de seguidores más numeroso y receptivo.
Cuando el seguimiento se centra en el líder, la misión de una institución, empresa, organización o iglesia pasa a un segundo plano. Los seguidores centrados en el líder buscan agradar al líder y a menudo acaban perdiéndose en sus intentos de ser la persona que creen que el líder quiere que sean. En lugar de centrarse en el líder, el buen seguidor debe centrarse en la misión. El primer compromiso del seguidor es con una misión, no con un líder. Convencido de la misión de una institución y comprometido a esforzarse en colaboración para lograrla, uno acepta entonces el papel de seguidor dentro de una organización que incluye la deferencia a un líder concreto. Sin embargo, el punto clave es que este movimiento se realiza porque los seguidores, los líderes y la organización en su conjunto comparten un compromiso con una misión común.[4] El seguimiento centrado en la misión valida los dones que nos ha otorgado el Espíritu y fomenta la responsabilidad personal porque uno siente no solo un compromiso organizativo con una misión concreta, sino también una llamada divina a esa misión. En otras palabras, la razón por la que uno se une a una organización es que ve su misión como una expresión legítima de la llamada de Dios a su propia vida.
2. El seguimiento es un objetivo indigno
Otro estereotipo erróneo es que el seguimiento es una necesidad temporal que hay que soportar o, mejor aún, eludir. La verdadera identidad de una persona es la de líder, y solo debe sufrir una temporada de seguimiento como medio para alcanzar el fin del liderazgo. Las tareas de un seguidor no son más que la construcción de un currículum, hecho solo por la perspectiva de ser recompensado con oportunidades de liderazgo, funciones y títulos. Pero tales aspiraciones eluden el verdadero significado del seguimiento y a menudo fomentan una arrogancia ingenua que desvía la atención del objetivo de crecer en la semejanza de Cristo. En última instancia, las actitudes desdeñosas hacia el seguimiento comprometen la propia credibilidad en una organización, comunidad o iglesia.
El compromiso de seguir bien es una vocación digna en sí misma, un hecho que queda muy claro en las Escrituras. Un discípulo (aprendiz) de Dios es fundamentalmente un seguidor, en este caso, un seguidor de Jesús. Los seguidores de Jesús tienen un impacto y una influencia de gran alcance, y no tienen que convertirse en líderes para tener tal impacto. Como seguidores, simplemente nos unimos a lo que Dios está haciendo en el mundo; nuestras vidas están escritas en Su historia. Encontrar nuestra posición como líderes no es tan importante como comprender nuestro lugar como seguidores en el reino de Dios. La vocación de servir como seguidor no se basa en llamar la atención sobre uno mismo, sino sobre Dios, que nos llama a representarlo en esferas de influencia como embajadores Suyos y testigos de Su Espíritu, que reside en nosotros.
3. Seguir es pasivo y requiere pocos dones o habilidades
Ya hemos identificado el estereotipo de los seguidores como ovejas o lemmings que carecen de la capacidad de pensar por sí mismos o de la confianza para liderar a otros. Merece la pena examinar este tipo de pensamiento con más detenimiento. En esta línea de pensamiento existe la suposición no declarada de que los seguidores y los líderes son dos tipos diferentes de personas. Los líderes tienen autoridad, carisma, poder, influencia e importancia, por lo que establecen las normas básicas y toman las decisiones importantes. Los seguidores no. Los seguidores, en efecto, se definen por lo que no son: no son líderes.[5] Se supone que no están cualificados o equipados para contribuir de forma significativa a un grupo, proyecto, organización o iglesia. Son personas que refrendan las ideas de quienes tienen mayor creatividad e influencia.
Afortunadamente, la idea de que los seguidores son un tipo particular (y deficiente) de persona está empezando a cambiar, no solo debido a las correcciones bíblicas como las que ya hemos mencionado, sino también debido a la investigación realizada en el contexto de los negocios y la administración.[6] Lejos de las masas sin rostro de los serviles, los buenos seguidores exhiben un nivel notablemente alto de aptitud y profundidad de carácter, y estas cualidades son aún más admirables por el hecho de que a menudo pasan desapercibidas. La competencia y la ética de trabajo que demuestran los seguidores ponen de relieve tanto su conocimiento de una organización como sus dones y capacidades vitales. Los buenos seguidores constituyen el medio esencial para el éxito en cualquier organización, empresa o iglesia.
4. Las imágenes de los seguidores son poco atractivas y repugnantes
Una de las metáforas más comunes de la Biblia para referirse a los seguidores es la de la oveja. Tendemos a despreciar la noción de ser una oveja; ser una oveja es tan malo como ser un lemming o un siervo. Sin embargo, es innegable que se trata de una metáfora que la Biblia utiliza (y utiliza con frecuencia) para describir a las personas que siguen fielmente a Jesús. Más preocupante aún es el hecho de que la imaginería bíblica suele invocar aspectos de ser una oveja que son exactamente el tipo de cosas que nos preocupan. Las ovejas no solo son propensas a seguir, sino que necesitan seguir porque, en cierto sentido, dependen del pastor. En la enseñanza bíblica, las ovejas siempre necesitan un pastor; ovejas sin pastor es siempre una imagen negativa que presagia un desastre para las ovejas.
Los seguidores de Jesús tienen un impacto y una influencia de gran alcance, y no tienen que convertirse en líderes para tener tal impacto.
Pero esto no agota la forma en que la Biblia describe a las ovejas. Aunque las ovejas necesitan un pastor y están destinadas a seguirle, las metáforas bíblicas no las describen como seguidores sin sentido. De hecho, es todo lo contrario. Juan 10:5 deja claro que las ovejas siguen porque reconocen la voz del pastor, y si oyen a un extraño, no lo seguirán sino que huirán de él. Así pues, las ovejas no son estúpidas ni descerebradas: seguirán una voz que reconocen como la del buen pastor, pero se negarán a seguir a un extraño. Juan señala a continuación que las voces falsas que llaman a las ovejas no son simplemente extrañas (como las voces de los pastores que cuidan otros rebaños), sino más bien ladrones y salteadores, personas que intentan intencionadamente engañar y explotar a las ovejas. Así pues, las ovejas buenas, tal como se las describe en Juan 10, son lo que podríamos llamar “a prueba de engaños” (o, como mínimo, “resistentes al engaño”). Simplemente se niegan a escuchar esas voces engañosas (Jn 10:8). Son conscientes de que una voz trata de llevarlas a su propia perdición y destrucción y la otra las conduce a la vida abundante (Jn 10:10). Así pues, aunque las buenas ovejas siguen necesitando ser guiadas, también saben discernir muy bien la voz que van a seguir.
5. El liderazgo requiere formación, pero el seguimiento no
Cada año se publican miles de libros sobre liderazgo. Nuestras instituciones educativas en Estados Unidos ofrecen 469 programas de grado en liderazgo organizativo, cifra que no incluye los programas de liderazgo educativo o internacional. Como era de esperar, se publican pocos libros sobre el seguimiento y no hay programas de grado en seguimiento. Independientemente de que estas cifras indiquen una falta de demanda, una falta de imaginación teórica o teológica, o simplemente una expectativa cultural latente, está claro que incluso si uno quisiera formar seguidores, sería una tarea solitaria.
Es probable que la razón subyacente de que la formación de seguidores parezca tan contraintuitiva sea que seguimos cautivos del estereotipo de los seguidores como ovejas o lemmings. Seguramente no hace falta ningún entrenamiento para seguir al lemming que tienes delante y tirarte por un barranco. Pero, como hemos señalado, se trata de un estereotipo falso o, mejor dicho, de un estereotipo de mal seguidor, no de buen seguidor. ¿Se imagina a las empresas tomando decisiones sobre la formación de líderes basándose en un ideal de mal líder? ¿Quién necesita formación para gritar a la gente y tomar malas decisiones? Convengamos en que hacer algo mal no requiere formación. La cuestión es que tanto el liderazgo como el seguimiento, cuando apuntan a un buen ideal, son actividades importantes y exigentes, y no muchos de nosotros estamos plenamente equipados para hacerlas bien.
Conclusión
Necesitamos cultivar una visión del seguimiento que exija lo mejor de nuestros dones y capacidades, pero que al mismo tiempo incluya un respeto y una deferencia reales hacia nuestros líderes. Necesitamos una visión del seguimiento que exija nuestro intelecto, comprometa nuestras emociones y ejercite nuestra voluntad, porque, de lo contrario, una parte de nosotros seguirá sentada al margen. Necesitamos comprometernos con los demás como un equipo comprometido o, por utilizar la metáfora bíblica, como un solo cuerpo en el que cada uno de nosotros está comprometido con el todo y, por tanto, preocupado por cada parte y también subordinado a la cabeza.
Publicado originalmente en Crossway.
[1] David N. Berg, The Psychodynamics of Leadership [La psicodinámica del liderazgo](Madison, CT: Psychosocial Press, 1998), 29, EBSCO.
[2] Mary Uhl-Bien et al., “Followership Theory: A Review and Research Agenda” [“Teoría del seguimiento: Revisión y agenda de investigación”], Leadership Quarterly 25, no. 1 (Febrero 2014): 84, https://doi.org/8ps.
[3] Laurent Lapierre, Followership: What Is It and Why Do People Follow? [El seguimiento: ¿Qué es y por qué te siguen?] ed. Melissa K. Carsten (United Kingdom: Emerald Publishing, 2014), 13–14, 19–20; Robert Kelley, “Rethinking Followership” [“Reevaluar el seguimiento”] en The Art of Followership [El arte del seguimiento] (Hoboken, NJ: John Wiley & Sons, 2008); Thomas A. Atchison, Followership: A Practical Guide to Aligning Leaders and Followers [Seguimiento: Guía práctica para alinear a líderes y seguidores] (Chicago, IL: Health Administration, 2004), 199, 205; John Antonakis y David V. Day, The Nature of Leadership [La naturaleza del liderazgo] (London: Sage, 2017), 332ff; Barbara Kellerman, Followership: How Followers Are Creating Change and Changing Leaders [Seguimiento: Cómo los seguidores crean el cambio y cambian a los líderes] (Boston, MA: Harvard Business, 2008).
[4] Chaleff ha defendido convincentemente la importancia de que líderes y seguidores se comprometan mutuamente con la misión de la organización. Ver Ira Chaleff, The Courageous Follower: Standing Up To and For Our Leaders [El seguidor valiente: cómo estar por nuestros líderes y defenderlos] (Oakland, CA: Berrett-Koehler Publishers, 2009), ProQuest.
[5] Melissa K. Carsten, Peter Harms, and Mary Uhl-Bien, “Exploring Historical Perspectives of Followership: The Need for an Expanded View of Followers and the Follower Role” [“Exploración de las perspectivas históricas del seguimiento: La necesidad de una visión ampliada de los seguidores y de la función del seguidor”], en Followership: What Is It and Why Do People Follow? [El seguimiento: ¿Qué es y por qué te siguen?] (London: Emerald Publishing, 2014), 13.
[6] Susan D. Baker, “Followership: The Theoretical Foundation of a Contemporary Construct” [“El seguimiento: Los fundamentos teóricos de un constructo contemporáneo”] Journal of Leadership & Organizational Studies 14, no. 1 (August 2007): 53.