Un precioso Salvador para quienes son poco atractivos

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PRESENTADOR:

Hoy nuevamente abordamos el tema de la apariencia física, porque la Biblia habla a menudo de ella. Las Escrituras contienen muchas referencias al aspecto físico, tanto al atractivo como al poco atractivo. Estas categorías aparecen en toda la Biblia, así que no hay por qué evitar el tema. Mencionamos algunos versículos bíblicos en un episodio anterior de John Piper Responde. Y desde entonces hemos recibido varias preguntas de seguimiento, incluyendo esta de un oyente llamado Seán.

“Querido pastor John, gracias por el episodio del podcast titulado “¿Por qué Dios me hizo poco atractivo?”. Fue excelente. Me pregunto, sin embargo, si podría ampliar sus últimos comentarios cuando dijo que la belleza de Cristo nos satisface a pesar del dolor del rechazo. En mi juventud, a menudo me lamentaba de no ser más guapo. Pero ahora, me doy cuenta de que hubiera arruinado mi vida varias veces persiguiendo relaciones con mujeres que no eran cristianas. Ahora veo que mi atractivo promedio es una bendición espiritual masiva que me protegió de los ídolos y me llevó más profundamente a Cristo en lugar de a patrones superficiales de vida. No cambiaría jamás ese gozo por ser atractivo físicamente”.

JOHN PIPER:

Solo oírte plantear la pregunta me recuerda la cantidad de granos en la cara que tenía a los 14 y 15 años, y lo nervioso que me ponía con la gente, y lo mucho que deseaba que mi situación fuera diferente. Ahora comparto ese mismo asombro que tú. Creo que Dios me ahorró muchos problemas al hacer que mi vida fuera de esa manera.

Otro tipo de belleza

Bueno, ese es un hermoso testimonio. Me encanta tu testimonio. Y uso la palabra “hermoso” intencionalmente cuando digo es un hermoso testimonio. De eso estamos hablando: de belleza. Prefiero oír a una persona decir eso de corazón que contemplar a la mujer más bella del mundo, o la montaña o el lago más hermosos.

Sí. Las bellezas naturales son buenas. No son malas. Son un don. Deberíamos recibirlas y ver algo de parte de Dios en ellas. Todo lo bueno es una revelación parcial del Dios que todo lo satisface. Pero la belleza del alma —la mente y el corazón, una mente hermosa— que en mucha aflicción o desilusión encuentra a Jesús satisfactorio, es una belleza de otro tipo y de un nivel superior. Me encanta verla. Solo escuchar tu pregunta produjo gran gozo en mí. Fue hermoso.

Seán quiere que hable más ampliamente sobre la belleza de que Cristo nos satisface a pesar del dolor del rechazo. Creo que sería útil reflexionar sobre cuatro cambios que deben producirse en nuestras mentes y corazones para encontrar una satisfacción duradera en la belleza de Cristo. Los diré y luego comentaré algo sobre cada uno.

  1. Necesitamos cambiar nuestro enfoque de la belleza del cuerpo a la belleza del carácter.
  2. Necesitamos cambiar nuestro enfoque de la belleza que satisface el cuerpo a la belleza que satisface el alma.
  3. Necesitamos cambiar nuestro enfoque de la belleza como el mundo la ve a la belleza como Dios la ve.
  4. Necesitamos cambiar nuestro enfoque de la belleza temporal a la belleza eterna.

1. Belleza del carácter

Primero, necesitamos cambiar nuestro enfoque de la belleza del cuerpo a la belleza del carácter. La ilustración más gráfica de la necesidad de este cambio es la apariencia de Jesús en la hora de Su acto más hermoso. Isaías 52:14 e Isaías 53:2 dicen: “fue desfigurada Su apariencia más que la de cualquier hombre, y Su aspecto más que el de los hijos de los hombres… No tiene aspecto hermoso ni majestad para que lo miremos, ni apariencia para que lo deseemos”. En otras palabras, no solo se hizo pecado por nosotros; se hizo feo por nosotros. La fealdad del pecado fue acompañada por la fealdad del cuerpo, y Jesús fue tan feo en Sus tormentos que era difícil mirarlo. Sin embargo, en ese momento donde se originaron tan buenas noticias, Él era, en otro sentido, más hermoso de lo que jamás había sido.

Dios, danos ojos. Creo que eso es lo que diría Pablo: “Danos ojos para ver”. Pero ¿qué más diría Pablo? Danos ojos para ver “el resplandor del evangelio de la gloria [es decir, la belleza] de Cristo, que es la imagen de Dios”. Eso es lo que veremos, según 2 Corintios 4:4. La buena noticia es la belleza de Cristo en el momento de Su mayor fealdad. Ese es el cambio de enfoque que necesitamos: de la belleza del cuerpo a la belleza de Cristo —el carácter de Cristo, el amor de Cristo—.

No es de extrañar que la Biblia hable, por ejemplo, de la belleza de la mujer cristiana con este mismo énfasis. Dice en 1 Pedro 3:3-4: “Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Más bien, que la belleza de ustedes sea la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu humilde y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios” (NVI). Ahora, él no está diciendo: “Las mujeres no deben usar ropa”. Eso es ridículo. Quiero decir, él no está diciendo, “Oh, no usen ropa”. Ni siquiera está diciendo que no deberían ser atractivas. Está diciendo: “Todos, hombres y mujeres, necesitamos un cambio profundo de enfoque de la belleza del cuerpo a la belleza del carácter”. Sin eso, todas nuestras palabras sobre la belleza de Cristo serán superficiales.

2. Belleza que satisface el alma

Segundo, necesitamos cambiar nuestro enfoque de la belleza que satisface el cuerpo a la belleza que satisface el alma. Ahora, el punto aquí no es acerca de la belleza que buscamos tener en nosotros mismos, sino la belleza que buscamos disfrutar en otros. Esto requiere un profundo cambio de corazón que solo puede producir el Espíritu Santo. Nos resulta natural disfrutar de la belleza del sexo opuesto, o de un hermoso paisaje. Hay suficiente de la imagen de Dios en nosotros a tal grado que la mayoría de las personas caídas pueden admirar y disfrutar de un bello acto de amor sacrificial y llamarlo hermoso. Ven algo bello en el sacrificio y el amor, y dicen: “Eso es hermoso”. Pero se requiere una obra sobrenatural del Espíritu Santo para ver a Dios en Cristo como supremamente bello y, por tanto, satisfactorio.

Este es un nuevo tipo de satisfacción. No es corporal. No es la satisfacción meramente de los ojos. Es espiritual. El salmista no la tiene por naturaleza; por eso ora por ella. Dice: “Sácianos por la mañana con Tu misericordia” (Salmo 90:14). Solamente Dios puede hacer eso. Solo Dios puede satisfacernos con Dios. El Salmo 17:15 dice: “Al despertar, me saciaré cuando contemple Tu semblante”. O el Salmo 63:5-6: “Como con médula y grasa está saciada mi alma… Cuando en mi lecho me acuerdo de Ti, en Ti medito durante las vigilias de la noche”.

Para cambiar nuestro enfoque de la belleza que satisface el cuerpo a la belleza que satisface el alma, debemos conocer a Dios —realmente conocerlo—, conocerlo hasta que se convierta en la fuente de toda belleza y la suma de toda belleza para nosotros. Entonces podremos saborear y ver la belleza de Cristo.

3. Belleza a los ojos de Dios

Tercero, necesitamos cambiar nuestro enfoque de la belleza como la ve el mundo a la belleza como la ve Dios. Vivimos en una época en la que la televisión, los servicios de streaming, Facebook, TikTok, Instagram, Twitter, los mensajes de texto y FaceTime y una cámara en cada bolsillo continuamente nos lanzan a la cara el tema de la apariencia, la apariencia, la apariencia. El atractivo se dirige constantemente a la respuesta inmediata de nuestros ojos. Casi todo se enfoca en lo exterior. La apariencia visual y su impacto inmediato se presentan como deseables. Pero los aspectos más profundos del carácter no. ¿Por qué? Porque es artísticamente más difícil representar el carácter.

El atractivo del carácter no es instantáneo. La mayoría de la gente ni siquiera tiene una idea clara de qué es el carácter. Así que el defecto es alimentar los ojos, alimentar los ojos y alimentar los ojos. Alimentar los instintos visuales, especialmente de los hombres. (Quizás no especialmente de los hombres. Pero no sé qué les pasa por la cabeza a las mujeres; no soy mujer. Soy hombre y sí sé lo que sucede en mi mente).

1 Samuel 16:7 dice: “Dios no ve como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón”. Necesitamos cambiar nuestro enfoque de la belleza como el mundo la ve y la muestra a la belleza como Dios la ve y la crea. Esto probablemente requerirá un cambio significativo en los hábitos de visión de muchos cristianos.

4. Belleza eterna

Por último, tenemos que cambiar nuestro enfoque de la belleza temporal a la belleza eterna. Si Dios nos creó con un exterior poco agradable —simplemente no somos atractivos ni bonitos— y, en un mundo como el nuestro, la vida ha sido más dura por ello, entonces tenemos que cambiar nuestro enfoque y darnos cuenta de que esta leve y momentánea falta de belleza que llamamos vida no es nada comparada con la eternidad de belleza que disfrutaremos (2 Corintios 4:17).

Aquí está lo que dice 1 Juan 3:2: “Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es”. Lo que significa al menos, dice Jesús, que resplandeceremos “como el sol en el reino de [nuestro] Padre” (Mateo 13:43). Finalmente, la belleza de Cristo no será solo lo que veremos, sino lo que seremos, y estaremos supremamente satisfechos en Él.


Episodio original en inglés: https://www.desiringgod.org/interviews/a-beautiful-savior-for-the-unattractive

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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