¿Qué significa’Permanecer en Cristo?

Todo el diseño de depender del viñador para que dirija la forma externa de la estructura de nuestra vid y de nuestros sarmientos es que Dios reciba la gloria por hacer todo esto.
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Feliz viernes a todos. La pregunta de hoy viene de Kasey, Oregón. “Estimado Pastor John, he sido cristiana, estudiante de la Biblia y maestra de la Biblia durante muchos años. Pero a veces me encuentro un poco confundida y, si soy honesta, un poco intranquila, por la enseñanza de Juan sobre ‘permanecer’. En particular, pienso en la primera parte de Juan 15 y en mucho del contenido de la carta de 1 Juan. Me provoca muchas preguntas. Por ejemplo: ¿Cómo se relaciona esto con la doctrina de la perseverancia? Y, significa esto que, de algún modo, depende de MÍ mantenerme en la familia de Dios? ¿Podría darnos un breve resumen de la teología de Juan sobre permanecer en Cristo?”. Esto es enorme. Es decir, el reto de resumir una teología de la permanencia en diez minutos. Veremos qué podemos hacer. Lo resumiré con Juan 15 en seis puntos. “Yo soy la vid verdadera, y Mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en Mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios por la palabra que les he hablado. Permanezcan en Mí, y Yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en Mí” (Juan 15:1-4).

Gracia futura

Primero, pienso que el significado esencial de nuestra permanencia activa es el acto de recibir y de confiar en todo lo que Dios es para nosotros en Cristo. Si el sarmiento se mantiene o permanece en la vid de tal manera que recibe todo lo que la vid tiene para dar, entonces esa es una imagen de lo que Juan quiere decir con creer o confiar en Jesús. Él dice en Juan 1:12: “Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre”. Creer es recibir a Cristo en el alma; darle la bienvenida; confiar en Él; en sentido figurado: beberlo y comerlo y saborearlo. Eso es lo que Él dice en Juan 6:35: “Yo soy el pan de la vida; el que viene a Mí no tendrá hambre, y el que cree en Mí nunca tendrá sed”. Creer es unirse a Jesús, venir a Jesús, recibir de Jesús. Es confiar en Jesús, permanecer en comunión con Jesús, conectarse con Jesús para que todo lo que Dios es para nosotros en Él fluya como una savia de vida en nuestro interior. Ese es el número uno: permanecer es creer, confiar, saborear, descansar, recibir.

Atesorar Sus palabras

Segundo, Jesús es muy específico sobre lo que fluye entre la vid y el sarmiento. Él menciona palabras (Sus palabras), Su amor y Su gozo. Juan 15:7 dice: “Si permanecen en Mí, y Mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y les será hecho”. Y Juan 15:9 declara: “Como el Padre me ha amado, así también Yo los he amado; permanezcan en Mi amor”. También Juan 15:11 dice: “Estas cosas les he hablado, para que Mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea perfecto”. Permanecer en la vid significa recibir y creer y confiar en las palabras de Jesús. Significa recibir el amor de Jesús por el Padre y por Su pueblo y el gozo que Jesús tiene en el Padre y en nosotros. Significa compartir el gozo, el amor y las palabras con Jesús. Es similar a lo que Pablo dice en Gálatas 3 y 5, que el fruto del Espíritu es amor y gozo al escuchar y confiar las promesas de Cristo (Gálatas 3:2; 5:22-23).

Valor duradero

Tercero, nada de significado espiritual y eterno es posible aparte de este permanecer en la vid. Juan dice: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer” (Juan 5:15). En otras palabras, no estamos tratando aquí con algo marginal u opcional. Si no estamos unidos a la vid, de tal manera que la vida de Cristo fluye a través de nosotros, entonces Sus palabras, Su amor y Su gozo serán completamente infructuosos. Nada de valor duradero saldrá de nosotros.

Nuestro fruto nos confirma

Cuarto, permanecer prueba si la unión con la vid fluye con vida o si es meramente artificial y externa. Aquí está Juan 15:8: “En esto es glorificado Mi Padre, en que den mucho fruto, y así prueben que son Mis discípulos”. Permanecer fructíferamente con vida, amor y gozo fluyendo a través de nosotros por la conexión entre nosotros y la vid prueba que somos discípulos (Juan 15:7-8). Es decir, permanecer y llevar fruto nos confirma. Lo contrario también es verdad. Juan 15:6 dice: “Si alguien no permanece en Mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman”. Antes, (en Juan 15:1-2), Juan dice que si alguien no lleva fruto es quitado.

¿Podemos perder nuestra salvación?

Ahora, esto es lo que provoca la pregunta de Kasey sobre la perseverancia y la seguridad eterna. ¿Podemos ser nacidos de Dios, podemos estar auténtica y vivamente unidos a Cristo y ser verdaderos cristianos, y perder nuestra salvación? Ahora, en el entendimiento de Juan sobre la permanencia, la respuesta es no. No podemos. Lo digo por dos razones. Primero, en Juan 10:28-29, dice, citando a Jesús: “Yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre”. Él está diciendo de manera muy clara: “Cuando escojo a alguien para mí y escucha mi voz y lo tomo como oveja y como hijo, eso nunca cambia”. Aquí está la segunda razón por la que pienso que Juan se refiere a esto y es la respuesta a lo que sucede con las ramas cortadas. Pienso que 1 Juan 2:19 es la descripción en la iglesia de lo que significa que ciertas ramas sean cortadas. Dice: “Ellos salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros. Pero salieron, a fin de que se manifestara que no todos son de nosotros”. Creo que Juan nos provee una categoría para entender el tipo de unión superficial y externa a Dios que no es una unión salvadora. Esto puede resultar en una vida sin fruto y vacía donde no hay savia fluyendo. Esas ramas son quitadas; es decir que salen de la iglesia, pero nunca fueron de nosotros.

La poda

Quinto, los sarmientos son cuidados tanto internamente por la vida de Cristo que fluye en nosotros como externamente por el viñador que nos poda. Esto es increíble. Yo no lo había visto hasta hace unos pocos años cuando prediqué sobre esto en una conferencia. Jesús dice en Juan 15:1-2: “Yo soy la vid verdadera, y Mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en Mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto”. Ahora, podar significa cortar. Los sarmientos son cuidados (para hacer que produzcan el máximo fruto) tanto por la vida interna que fluye hacia nosotros desde la vid como por el viñador, que, con Sus afiladas tijeras o sierras nos corta y nos hiere para que, por estas dolorosas providencias de vida, experimentemos el mayor impacto posible de la vida interna de Cristo. Somos cuidados tanto internamente por la vida de Cristo que corre en nosotros por el Espíritu como externamente por las providencias de un Padre amoroso que sabe cómo disciplinar a Sus hijos para hacerlos muy, muy santos.

La gloria de Dios

Finalmente, la meta de permanecer es la gloria de Dios. Juan 15:8 dice: “En esto es glorificado Mi Padre, en que den mucho fruto, y así prueben que son Mis discípulos”. El diseño entero de que no seamos la vid, sino que seamos sarmientos completamente dependientes que hemos sido injertados en la vid, es dar gloria a Dios. Todo el diseño de depender del viñador para que dirija la forma externa de la estructura de nuestra vid y de nuestros sarmientos es que Dios reciba la gloria por hacer todo esto. La conclusión es que, hora con hora, debemos recibir y descansar y confiar y saborear y disfrutar de la palabra de Cristo, de Su amor y de Su gozo a medida que nos sometemos externamente a las providencias misericordiosas de Dios.

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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