Hay innumerables estrategias de gracia en la vida de Charles Spurgeon. Los que he elegido para mencionar son limitados, y los elijo principalmente porque ellos me han impactado personalmente, pero el alcance de las batallas de este hombre, y la sabiduría de sus estrategias, fue inmenso.
1. Spurgeon vio su depresión como el diseño de Dios para el bien de su ministerio y la gloria de Cristo
Empiezo con el problema del abatimiento y la depresión porque si este puede ser conquistado, todas las otras formas de adversidad que lo alimentan serán anuladas. Lo que aparece una y otra vez es la confianza inquebrantable de Spurgeon en la soberanía de Dios en todas sus aflicciones. Más que cualquier otra cosa, al parecer, ésta le sostuvo de ceder ante las adversidades de su vida. Él escribe: Sería una experiencia muy intensa y difícil para mí el pensar que yo tengo una aflicción que Dios nunca me envió, que la copa amarga nunca fue llenada por Su mano, que mis tribulaciones nunca fueron medidas por Él, ni que me fuesen enviadas por disposición Suya en sus pesos y cantidades. 51 (Ibid., 25.) Esta es exactamente la estrategia opuesta al del pensamiento moderno, incluso a la de la mayoría del pensamiento evangélico, que retrocede ante las implicancias de lo infinito. Si Dios es Dios, Él no solo sabe lo que vendrá, sino que lo sabe porque Él lo diseña. Para Spurgeon, esta perspectiva de Dios no era un argumento para debatir, era un medio de supervivencia. Nuestras aflicciones son el régimen de salud de un médico infinitamente sabio. Él le dijo a sus alumnos: Me atrevo a decir que la mayor bendición terrenal que Dios nos puede dar a cualquiera de nosotros es la salud, con la excepción de la enfermedad… Si algunos hombres, que conozco pudiesen tan solo ser favorecidos con un mes de reumatismo, esto podría, por la gracia de Dios madurarlos maravillosamente. 52 (Un ministerio integral, 384.) Él se refirió a esto principalmente para sí mismo. Sin embargo, él temía sufrir y prefería evitarlo, dijo: Me temo que toda la gracia que tengo de mis tiempos cómodos y fáciles y de las horas felices, pudieran casi descansar sobre un centavo. Pero el bien que he recibido a causa de mis penas, y dolores, y padecimientos, es en su conjunto incalculable… La aflicción es la mejor pieza de mobiliario en mi casa. Es el mejor libro en la biblioteca de un ministro. 53 (“La Angustia y las Agonías de Charles Spurgeon”, 25.) Él vio tres propósitos específicos de Dios en sus luchas con la depresión. El primero es que funcionaba como la espina del apóstol Pablo para mantenerlo humilde no sea que se enalteciera. Él dijo que la obra del Señor se resume en estas palabras: “No por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu, dice el Señor”. Los instrumentos serán usados, pero sus debilidades intrínsecas serán claramente manifestadas; no habrá división de la gloria, ni reducción del honor debido al Gran Obrero… Aquellos quienes son honrados de su Señor en público tienen que usualmente soportar una disciplina secreta, o cargar una cruz peculiar, no sea que por cualquier medio se enaltezcan a sí mismos, y caigan en los lazos del diablo. 54 (Ibid, 163-164.) El segundo propósito de Dios en su abatimiento era el poder inesperado que le daba a su ministerio: Un sábado por la mañana, prediqué desde el texto, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” y a pesar de que no lo dije, sin embargo, prediqué mi propia experiencia. Oí mis propias cadenas tintinear mientras intenté predicarles a mis compañeros de prisión en la oscuridad; pero no podía entender por qué había sido llevado hacia tal horrenda oscuridad, por la cual me condené a mí mismo. En la tarde noche del lunes siguiente, un hombre vino a verme quien llevaba todas las marcas de desesperación sobre su rostro. Su pelo parecía pararse recto, y sus ojos estaban listos para empezar desde sus cuencas. Él me dijo, después de conversar un poco, “yo nunca antes, en mi vida, oí a ningún hombre hablar que pareciera conocer mi corazón. El mío es un caso terrible; pero en la mañana del domingo me pintaste hacia la vida, y predicaste como si tú hubieses estado dentro de mi alma”. Por gracia de Dios salvé a ese hombre del suicidio, y lo conduje a la luz del evangelio y la libertad; pero sé que no podría haberlo hecho si no hubiese estado yo mismo encerrado en el calabozo en el cual él se encontraba. Les cuento la historia, hermanos, porque a veces puede que no entiendan su propia experiencia, y las personas perfectas puede que los condenen por tenerla; pero, ¿Qué saben ellos de los sirvientes de Dios? Tú y yo debemos sufrir mucho por el bien de las personas a nuestro cargo… Tú puede que estés en la oscuridad egipcia, y tú puedes maravillarte de por qué tal horror te da escalofríos a la médula; pero puede que estés íntegramente en la persecución de tu llamado, y siendo guiado por el Espíritu a una posición de simpatía con mentes decaídas. 55 (Un ministerio integral, 221-222.) El tercer designio de su depresión era lo que él llamó una señal profética para el futuro: Esta depresión me invade cada vez que el Señor está preparando una mayor bendición para mi ministerio; la nube es negra antes de romperse, y ensombrece antes de que produzca su diluvio de misericordia. La depresión ahora ha venido a serme como un profeta en ropas ásperas, un Juan el Bautista, anunciando la venida próxima de una más abundante bendición de mi Señor. 56 (Spurgeon, Discursos a mis estudiantes, 160.) Diría con Spurgeon que en las horas más oscuras es la bondad soberana de Dios que me ha dado la fuerza para continuar, la promesa de granito de que Él gobierna sobre mis circunstancias y las designa para bien sin importar cuál sea el designio de cualquier otra persona.
2. Spurgeon suplementa su estrategia de supervivencia teológica con los medios naturales de supervivencia de Dios – su uso del descanso y la naturaleza.
A pesar de todo su discurso sobre gastar y ser gastado, nos aconseja descansar y tomarnos el día libre y abrirnos a los poderes curativos que Dios ha puesto en el mundo de la naturaleza. “Nuestro Sabbat es nuestro día de trabajo duro”, dijo, “y si no descansamos en algún otro día nos descompondremos”. 57 (Ibid., 160.) Eric Hayden nos recuerda que Spurgeon “guardaba, cuando era posible, el miércoles como su día de descanso”. 58 (Eirc. W. Hayden, Aspectos destacados en la vida de C.H. Spurgeon, 103). Más que eso Spurgeon le dijo a sus estudiantes; Es sabiduría el tomar permisos ocasionales. En el largo plazo, haremos más por haber hecho menos algunas veces. Sin pausa, sin pausa, por siempre sin pausa, el no tener recreo puede venir bien para espíritus emancipados de esta “arcilla pesada”, pero mientras estemos dentro de este tabernáculo, debemos de vez en cuando clamar basta, y servir al Señor mediante santa inactividad y ocio consagrado. Que ninguna conciencia tierna dude de la legalidad de estar de ocio por un rato. 59 (Ibid, 161). En mi experiencia pastoral, puedo testificar que el tiempo libre es crucial para respirar un aire espiritual diferente. Cuando nos tomamos tiempo lejos de la presión del deber, Spurgeon nos recomienda respirar aire campestre y dejar que la belleza de la naturaleza haga su labor designado. Él confiesa que “hábitos sedentarios tienen la tendencia a crear abatimiento… especialmente en los meses de niebla”. Y luego aconseja, “una bocanada de aire marino, o una caminata rígida en la cara del viento no nos daría gracia al alma, pero nos oxigenaría el cuerpo, lo cual es lo segundo mejor”. 60 (Ibid, 158). A esta altura, permítanme agregarles unas palabras personales a ustedes hombres jóvenes. En mis años de ministerio pastoral, noté cambios significativos en mi cuerpo y alma. Eran en parte debidos a cambios de circunstancias, pero en gran parte debidos a una constitución cambiante. Primero, tuve que reducir mi ingesta de calorías para evitar adquirir peso inútil. A lo largo de mi ministerio y envejecimiento, mi metabolismo dejó de funcionar de la misma manera que una vez funcionó. Segundo, crecí y me volví menos fuerte emocionalmente cuando no obtenía un sueño adecuado. Hubo días en mi juventud cuando trabajaba sin preocuparme por dormir, y luego me sentía energizado y motivado. Sin embargo, mientras entraba en mis cuarentas, el sueño adecuado ya no era más un asunto de permanecer saludable, sino un asunto de permanecer en el ministerio. Es irracional que mi futuro debiera verse peor cuando consigo cuatro o cinco horas de sueño por varias noches seguidas, pero ese punto es irrelevante. El hecho es que mi futuro se sentía peor, y debo vivir dentro de los límites de ese hecho. Les encomiendo suficiente sueño a ustedes, por el bien de su valoración apropiada de Dios y sus promesas. Spurgeon tenía razón cuando dijo; La condición de tu cuerpo debe ser atendida… un poco más… de sentido común sería una gran ganancia para algunos quienes son ultra espirituales, y le atribuyen todos sus estados de ánimo a alguna causa supernatural cuando la verdadera razón yace mucho más cerca y al alcance de la mano. ¿No ha pasado a menudo que la dispepsia haya sido confundida con el alejarse de la fe, y la mala digestión haya sido interpretada como un corazón duro?”. 61 (Ibid, 312).
3. Spurgeon consistentemente nutría su alma mediante la comunión con Cristo a través de la oración y la meditación.
Fue una gran misericordia para mí cuando descubrí el libro de John Owen, Comunión con Dios. Tal vez más que cualquier otro, ese libro me nutrió una y otra vez, mientras mi alma preguntaba, “¿Puede Dios preparar una mesa en el desierto?” Spurgeon advirtió a sus alumnos; Nunca descuides sus comidas espirituales, o les faltarán energías y sus espíritus se hundirán. Vivan en las doctrinas de la gracia, y vivirán más y trabajarán más que aquellos que se deleitan en pasteles y postres de “pensamiento moderno”.62 (Ibid, 310). Creo que una de las razones por las que Spurgeon era tan rico en lenguaje y lleno de fundamento doctrinal y fuerte en el espíritu, a pesar de su abatimiento y su opresión física y sus luchas, es que él estaba siempre inmerso en un gran libro – seis días a la semana. Nosotros no podemos igualar ese número, pero siempre podemos estar caminando con algún gran “vidente” de Dios. A través de los años he aprendido que la clave en toda buena lectura de teología es una comunión absolutamente real con Cristo. Por sobre todo, alimenten la llama con comunión íntima con Cristo. Ningún hombre ha tenido jamás frío en el corazón quien haya vivido con Jesús en tales términos como Juan y María han vivido en antaño… Nunca he conocido a un predicador tibio quien estuviese muy en comunión con el Señor Jesús. 63 (Ibid, 315). En varios sentidos Spurgeon era un niño en su comunión con Dios. Él no hablaba en términos complejos sobre nada demasiado raro o místico. De hecho, su vida de oración parece más como negocio que contemplativo. Cuando oro, me gusta ir a Dios como voy a un bancario cuando tengo un cheque para cobrar. Entro, pongo el cheque en el mostrador, y el bancario me da mi plata, lo tomo, y me voy a continuar con mis asuntos. Que yo sepa nunca me he detenido en un banco por cinco minutos a hablar con los bancarios; cuando he recibido mi cambio me voy y sigo con otros temas. Así es como me gusta orar; pero hay una forma de orar que parece como holgazanear cerca del asiento de misericordia como si uno no tuviese ninguna razón particular para ser encontrado allí. 64 (Un ministerio maravilloso, 46-47). Esto puede no ser enteramente ejemplar. Puede deshonrar al Señor el tratarlo como a un bancario en vez de como a un manantial de montaña. Pero estaríamos cometiendo una equivocación si pensásemos que la oración como negocio de Spurgeon fuese cualquier otra cosa que la comunión, como la de un niño con su Padre. La descripción más emotiva que he leído de su comunión con Dios viene de 1871 cuando tenía un dolor terrible con la gota. Cuando fui atormentado hace unos meses con dolor, a un grado extremo, al punto de que no podía seguir soportándolo sin llorar, les pedí a todos que salieran de la habitación, y me dejaran solo; y entonces no tuve nada más que pudiese decirle a Dios más que esto, “Tu eres mi Padre, y yo soy tu hijo; y tú, como un Padre eres tierno y lleno de misericordia. Yo no podría soportar ver a mi hijo sufrir como Tú me haces sufrir, y si yo lo viese atormentado como yo lo estoy ahora, haría lo que pudiese para ayudarlo, y pondría mis brazos debajo de él para sostenerlo. ¿Ocultarás tu rostro de mí, mi Padre? ¿Seguirás colocando una mano pesada, y no me darás una sonrisa de tu rostro?” Así imploré, y me aventuré a decir, cuando estuve tranquilo, y aquellos quienes me cuidaban volvieron: “nunca más tendré tal dolor de nuevo a partir de este momento, porque Dios ha oído mi oración”. Bendigo a Dios que el alivio vino y el dolor desgarrador nunca volvió. 65 (“La Angustia y las Agonías de Charles Spurgeon”,24). Si vamos a predicar a través de la adversidad, tendremos que vivir en comunión con Dios en tal grado de intimidad – hablarle de nuestras necesidades y nuestro dolor, y alimentándonos de la gracia de sus promesas y las revelaciones de su gloria.
4. Spurgeon reavivó el celo y la pasión a predicar mediante la fijación de sus ojos en la eternidad en vez del precio inmediato de la fidelidad.
El apóstol Pablo vio que la naturaleza exterior se iba decayendo. Y lo que lo mantuvo en movimiento era la permanente seguridad en que esta aflicción pasajera estaba produciendo para él un eterno peso de gloria. Y por eso miraba las cosas que son eternas (2 Cor. 4:16-18). Así también hizo Spurgeon. Oh hermanos, ¡pronto tendremos que morir! Nos vemos cara a cara entre nosotros en salud hoy, pero vendrá un día cuando otros mirarán hacia abajo sobre nuestros rostros pálidos mientras nos hallamos recostados en nuestros ataúdes… Nos importará poco quienes nos contemplarán en ese entonces, pero importará eternamente cómo nos hemos desempeñado durante nuestras vidas. 66 (Un ministerio integral, 76.) Cuando nuestros corazones se desfallecen y nuestro celo flaquea por la tarea de predicar él nos llama a: Meditar con profunda solemnidad sobre el destino del pecador perdido… Eviten toda visión de castigo futuro el cual lo haría parecer menos terrible, y entonces remuevan el filo de su ansiedad para salvar inmortales de la llama inextinguible… Piensen mucho también en el júbilo del pecador salvado, y como el santo Baxter deriva abundantes argumentos del descanso eterno de los santos… No habrá temor en que sean letárgicos si es que están familiarizados continuamente con las realidades eternas. 67 (Spurgeon, Discursos a mis estudiantes, 315). Corto de la eternidad él tomó la visión larga cuando se trató de su propia persecución. En la controversia del declive él dijo; La posteridad debe ser considerada. No miro mucho sobre lo que hoy pasará, pues estas cosas se relacionan con la eternidad. Por mi parte, estoy bastante dispuesto a ser comido por perros por los próximos cincuenta años; pero el futuro más distante me reivindicará. He tratado con honestidad frente al Dios viviente. Mi hermano, haz lo mismo. 68 (Un ministerio integral, 360-361). Para seguir predicando dentro de la tormenta de adversidad, debes mirar mucho más allá de la crisis y los sentimientos de la hora. Debes mirar lo que la historia hará de tu fidelidad, y por sobre todo, qué Dios hará de él en el día final.
5. Para Spurgeon la clave de su perseverancia en predicar a través de la adversidad era que él había establecido quién era él y no sería paralizado con crítica externa o cuestionamiento interno.
Uno de los grandes peligros de vivir bajo constantes críticas es que esto es una llamada constante para que seas diferente a lo que eres. Esto es especialmente problemático porque un santo humilde siempre quiere ser una mejor persona de lo que es, pero hay un gran peligro aquí de perder tus orientaciones en un mar de dudas sobre uno mismo y no saber quién eres – no poder decir con Pablo, “Por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Cor. 15:10). Spurgeon sintió este peligro plenamente. Comparando una identidad ministerial con otra él recordó a otros pastores que en la última cena de Jesús allí había un cáliz para beber vino y allí había una vasija para lavar los pies. Entonces dijo; Protesto en que no tengo elección para ser el cáliz o la vasija. Encantado estaría cualquiera que quisiera el Señor que fuera mientras que Él desee usarme… Así que tú, mi hermano, tú puedes ser la copa, y yo seré la vasija; pero deja que la copa sea una copa, y la vasija una vasija, y cada cuál de nosotros sólo lo que le corresponda ser. Se tú mismo, querido hermano, pues, si tú no eres tú mismo, tú no puedes ser nadie más; y entonces, ves, no debes ser nadie… No seas un simple copiador, un prestatario, un arruinador de las notas de otros hombres. Di lo que Dios te ha dicho a ti, y dilo en tu propia manera; y cuando es dicha de esa forma, ruega personalmente por la bendición del Señor sobre ella. 69 (Ibid, 73-74). Yo agregaría también, ruega personalmente que la sangre purificadora del Señor esté sobre ella también, porque ninguna de nuestras mejores labores está inmaculada. El peligro, sin embargo, es dejar que el temor al hombre y el dudar de uno mismo te paralice de presentar fielmente la verdad. Once años más tarde en 1886 él golpeó el mismo yunque de nuevo: Amigo, ¡se auténtico a tu propio destino! Un hombre que podría llegar a ser un espléndido predicador Sajón absolutamente contundente; ¿por qué ha de arruinarse a sí mismo mediante la cultivación de un estilo ornamental?… Apolos tiene el don de elocuencia; ¿por qué ha de copiar al directo de Cefas? Cada hombre en su propio orden. 70 (Ibid, 232-233.) Spurgeon ilustra con su propia lucha ser reactivo a críticas durante la controversia del declive. Por una temporada él intentó adaptar su lenguaje a los críticos. Pero vino un tiempo en que tuvo que ser lo que era. He encontrado que es absolutamente imposible complacer, dejen que diga o haga lo que desee. Uno se vuelve un tanto indiferente cuando lidia con aquellos a quienes todas las palabras ofenden. Noto que, cuando he medido mis palabras, y pesado mis oraciones con mayor cuidado, es cuando más he ofendido; mientras algunas de mis declaraciones más fuertes han pasado desapercibidas. Por ende, estoy comparativamente descuidado en cuanto a cómo mis expresiones puedan ser recibidas, y solo ansioso de que ellas sean justas y verdaderas en sí mismas. 71 (Ibid, 282-283.) Si es que vamos a sobrevivir y continuar predicando en una atmósfera de controversia, vendrá un punto en donde hayamos hecho ya lo mejor para pesar los reclamos de nuestros críticos y llevarlos al corazón y debemos ahora decir, “Por la gracia de Dios, soy lo que soy”. Debemos poner un fin al trastorno del cuestionamiento interno que amenaza a destruir la mismísima alma.
6. La fuerza para seguir predicando en medio de la adversidad y contratiempos vino para Spurgeon desde la seguridad del triunfo soberano de Cristo.
Cerca del final de su vida, alrededor de 1890, en su último discurso en su conferencia de pastores, él compara la adversidad y la verdad menguante con la marea menguante. Nunca conocieron a un viejo marinero, a la orilla del mar, quien estuviese en problemas porque la marea haya estado menguándose por horas. ¡No! Él espera confiado el cambio de la marea, y esta llega a su debido tiempo. Allá la roca ha sido descubierta durante la última media hora, y si el mar continuase menguando por semanas, no habrá agua en el Canal de la Mancha, y los franceses pasarán caminando desde Cherburgo. Nadie habla en esa forma infantil, porque tal baja nunca vendrá. Tampoco hablaremos como si el evangelio fuese a ser desviado, y la eterna verdad eliminada de la tierra. Servimos a un Amo todopoderoso… Si nuestro Señor tan solo estampase su pie, Él puede ganar para sí mismo todas las naciones de la tierra contra el paganismo, y el islam, y el agnosticismo, y el pensamiento moderno, y cualquier otro vil error. ¿Quién podrá lastimarnos si seguimos a Jesús? ¿Cómo puede ser Su causa derrotada? A Su voluntad, conversos vendrán en tropel a Su verdad tan numerosos como las arenas del mar… Por lo tanto, estén de buen ánimo, y prosigan su camino cantando [¡y predicando!]: Los vientos del infierno han soplado El mundo su odio ha mostrado, Sin embargo no ha sido derrocado. ¡Aleluya por la Cruz! ¡Nunca sufrirá pérdida! El Señor de los ejércitos está con nosotros, El Dios de Jacob es nuestro refugio. 72 (Ibid, pp. 395-396) [Nota: traducción literal del himno “The cross it standeth fast”].