[dropcap]J[/dropcap]ames Dobson cree que los niños no deberían participar en pijamadas. El mundo ha cambiado, dice él, y se ha vuelto demasiado peligroso perder de vista a tus hijos por mucho tiempo. En su libro Cómo criar a las hijas, dice:

Lamentablemente, el mundo ha cambiado en las últimas décadas, y ya no es un lugar seguro para los hijos. Los pedófilos y acosadores de niños son más comunes que nunca. Es por eso que los padres deben ser diligentes en proteger a sus hijos a cada hora del día y la noche…

Mientras no trates con pequeñas víctimas como yo he hecho, y veas el dolor en sus ojos, tal vez no percibas plenamente los estragos que causa el acoso. Arroja una extensa sombra sobre todo lo que ocurre posteriormente, incluidas las futuras relaciones matrimoniales. Por lo tanto, los padres tienen que pensar lo impensable en cada situación. La amenaza puede venir de cualquier parte, incluidos los vecinos, tíos, padrastros, abuelos, maestros de escuela dominical, entrenadores, profesores de música, líderes Scout, y niñeras. Incluso los baños públicos hoy pueden ser peligrosos…

Él cree que la amenaza está tan extendida que los padres no deberían dejar que sus hijos participen en pijamadas. Personalmente concuerdo y discrepo.

Concuerdo con la naturaleza de sus preocupaciones. Aun antes de que mis hijos tuvieran edad suficiente para preguntar, mi esposa Aileen y yo lo conversamos y decidimos que no permitiríamos que nuestros hijos hicieran pijamadas. Ahora bien, que quede claro: no hay un mandato bíblico que las prohíba, así que este no fue un claro asunto de bueno o malo, sino una cuestión de tratar de actuar sabiamente. Nosotros determinamos que sería una regla familiar: nuestros hijos no tendrían permiso para pasar la noche en casa de sus amigos. Creímos que ellos enfrentarían una forma particular de vulnerabilidad si se encontraban solos y en la cama fuera de nuestro cuidado, y queríamos protegerlos de ello. Así que se han quedado donde sus abuelos y se han quedado con mis hermanas cuando hemos viajado al sur, pero no se han quedado en casa de sus amigos. (Nota: mi hijo tiene catorce y ahora hemos relajado la norma con él, aunque el permiso aún depende de las circunstancias).

La razón por la que establecimos la norma tan firmemente fue que elimina las excepciones y las explicaciones. Nos conocemos bien y nos dimos cuenta de que si hacíamos una lista de excepciones, inevitablemente ampliaríamos esa lista con el tiempo. No solo eso, sino que no queríamos tener que explicarle a una familia por qué permitíamos que nuestros hijos se quedaran con otros y no con ellos. Así que las pijamadas sencillamente quedaron descartadas sin excepciones ni explicaciones individuales.

De esta forma concuerdo con James Dobson en que es sabio evitar las pijamadas. Pero aquí es donde discrepo: que el riesgo sea hoy más alto que en décadas pasadas.

Aileen y yo tomamos nuestra decisión basados principalmente en la experiencia y la observación de lo que sucedió a nuestro alrededor cuando éramos jóvenes. Tomamos esta decisión porque incluso en nuestra juventud —hace décadas— vimos bastante evidencia de los peligros inherentes de las pijamadas.

Cuando yo era joven, tuve algunas malas experiencias con las pijamadas. No me sucedió nada terrible, pero sí aprendí que las pijamadas generan cierta vulnerabilidad y que los niños suelen actuar tontamente en estas circunstancias. No mucho después mi familia conoció al jefe de policía local, quien nos dijo que si algo había aprendido en sus muchos años en el trabajo policial era esto: no dejes que tus hijos duerman en otra casa. Cuando crecí, me enteré de varias personas que conocía que habían sido acosadas durante pijamadas, y en la mayoría de los casos no se trataba de un padre pervertido, sino de un hermano o hermana mayor o un primo abusivos. A veces incluso era el propio amigo. El mundo era bastante peligroso en ese entonces y los niños eran igualmente vulnerables, pero por alguna razón estas cosas no se hablaban como hoy en día.

Cuando Aileen y yo consideramos todo esto y reflexionamos al respecto, decidimos que los beneficios de las pijamadas no superaban los riesgos.

Denny Burks escribe: «Los padres deben ser sabios como serpientes e inocentes como palomas cuando determinen la mejor manera de proteger a sus hijos de ambas cosas. Además, los padres a menudo tendrán que seguir principios que podrían parecer extraños al resto del mundo pero que solo son respuestas razonables a amenazas muy reales y potenciales para sus hijos». Burk cree que necesitamos cuestionar el supuesto de la «pijamada como norma», y yo concuerdo plenamente. No te permitas sentirte presionado respecto a las pijamadas solo porque es algo que los padres siempre han hecho. Más bien considera el asunto y llega a una conclusión que sea apropiada para tu familia y tu contexto.

Me interesa saber: ¿permites las pijamadas? ¿Por qué sí o por qué no?

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Challies.com.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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