“Mi alegría es tan efímera—cómo puedo hacer para que perdure?”

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Amo la Pascua más que ninguna otra fecha en el calendario de la iglesia—aún más que la Navidad, para ser honesto. Ese paso de la cruz a la resurrección es tan impresionante. Y nos lleva hacia una pregunta de una oyente llamada Becca.  “Hola, Pastor John. Espero que usted y su familia disfrutaron de la belleza de Cristo durante esta temporada de Pascua. Soy una creyente joven que se ha dedicado a seguir a Cristo diariamente durante los últimos cuatro años. Para mí cada Pascua se enriquece mientras que yo tengo un entendimiento más maduro y una revelación más profunda del poder de la cruz. Pero también estoy llegando a la conclusión de que, conociendo las flaquezas de mi propia humanidad, no puedo sostener a diario la belleza y la obra de la cruz y la crucifixión que experimento durante un fin de semana como este. Esto me frustra.  “Para el lunes de Pascua ya estoy seca, sintiéndome casi inerte e insensibilizada a todo lo que acabo de celebrar, atraída de vuelta a los medios sin cerebro como las redes sociales, las películas, y la televisión. Pienso para mí misma, ‘De regreso a la realidad’. ¿Es normal sentirse así? O ¿cómo es que la cruz y la resurrección que celebré este fin de semana cambia mi vida el lunes? ¿Qué me llevo del domingo de Pascua y hacia mi lunes por la mañana?”  El lunes no es el domingo  Lo primero que quiero decir es que es bueno y es bíblico el pensar en la adoración congregacional del domingo como el punto culminante semanal de nuestra vida espiritual. Debería ser algo que no se pueda repetir durante la semana. No puede ser reproducido a solas, y no puede ser reproducido por un grupo pequeño. Las experiencias individuales en Cristo y las experiencias de grupos pequeños en Cristo son esenciales para nuestro andar con Dios, pero la adoración congregacional el domingo, bajo la palabra predicada, en el poder del Espíritu Santo, con el cantar lleno del espíritu del pueblo de Dios reunidos está destinada a ser una obra extraordinaria de Dios en nuestras vidas. El punto de eso es, Becca, no asumas que una disminución de la experiencia sea algo malo. Quiero decir, ÉL lo destinó a que fuera especial. ÉL lo destinó a que fuera inusualmente poderoso, y eso es bueno. Solamente asegúrate de que no estés creando expectativas artificiales para el lunes por la mañana como si ellas debieran reproducir lo del domingo por la mañana. No deben. El domingo por la mañana no es el lunes por la mañana. Es glorioso cuando el pueblo de dios reunido se sienta bajo la palabra predicada y se unen cantando llenos de espíritu. Oh Dios mío, es glorioso. Las cosas que él ha hecho por mi durante los años en esos servicios—no son hechas de ninguna otra manera. Y oh, de la manera que me encuentro con Dios en esos momentos. Me encuentro con él como en ningún otro momento, aunque amo mis devociones personales y amo q mi grupo pequeño. Cultiva en buena tierra Preguntaste, Becca, si es normal el sentirse seca, inerte e insensibilizada el lunes después de haber experimentado las glorias del Cristo resucitado el domingo. Bueno, la respuesta de Jesús a esa pregunta es que para un gran porcentaje de las personas si es normal, pero no debería serlo. Y quiero usar como base de esto la parábola del sembrador. ¿Recuerdas esa? La palabra fue predicada, y luego viene Satanás. Vamos a decir que viene el lunes por la mañana quizás el domingo por la noche. Satanás viene y arranca la palabra del corazón. Entonces está este otro tipo de tierra donde escuchamos la palabra de Dios con gozo, y sin tener raíces florecemos por un tiempo, a lo mejor hasta el miércoles. ¡Y pum! Se fue. La palabra se ha ido. Ahogada o quemada. Luego en el tercer tipo de tierra los cuidados y las riquezas y los placeres de la vida ahogan la palabra, y no produce ningún fruto. Entonces el cuarto tipo de tierra, como 25 porciento de los oidores, escuchan la palabra de Dios, la mantienen firme en un corazón bueno y honesto, y producen fruto con paciencia. Para tres cuartas partes de la gente en esta parábola, “sentirse seca” es normal. No quiero hacer un reclamo sólido sobre las “tres cuartas” partes. Eso es típico de cualquier iglesia en cualquier domingo por la mañana. Solamente estoy señalando que la normalidad no es necesariamente algo bueno. Para tres cuartas partes de la gente en la parábola, el domingo por la mañana no perdura más allá del lunes o el martes o el miércoles. Eso lo hace bastante normal y bastante aterrador. Pero—y aquí lo que ella verdaderamente está preguntando—no debe ser así. Altos de la verdad  Aquí está mi exhortación principal, y después tres exhortaciones menores. La gran exhortación principal es esta: Becca, y el resto de los que comparten su experiencia, debe estar segura de que el alta espiritual que experimentas el domingo sea un alta de la verdad, no simplemente un alta de música o un alta de amistades. Asegúrate que sea un alta de la verdad. En otras palabras, mientras que cantas, lees las Escrituras, o escuchas el sermón, enfócate en la verdad que amas. ¿Cuáles verdades sobre Dios, o cuáles verdades sobre Cristo y sus caminos y su obra y sus promesas están conmoviendo especialmente tu corazón con alegría, confianza y esperanza? Luego más tarde el domingo por la tarde, tal vez, escribe estas verdades. Mantén un cuaderno—quizás le llamas “Mi cuaderno de altas de la verdad.” Dentro de él, escribirías una o dos o tres cosas bellas sobre Dios y sus caminos que te fueron dadas el domingo en la mañana. Créeme, no tengo ningún problema con las altas emocionales. Creo en las altas emocionales—si son altas de la verdad. ¿Entiendes? Si la emoción está arraigada en la verdad, es sostenible. Si no están arraigadas en la verdad, son como la planta de aire, una planta que no va a ninguna parte. Sólo se quedan ahí colgadas. Por supuesto, una planta normal, que debería tener raíces, no sobreviviría en el aire. El lunes por la mañana, si no puedes recitarte a ti misma y predicarte a ti misma en el poder del Espíritu las verdades del domingo, no es de extrañar que los efectos de esas verdades no estén ahí tampoco. Esa es mi exhortación principal. Asegúrate de que el alta del domingo en la mañana sea un alta de la verdad. Escribe estas verdades, y podrás ensayarlas para ti misma a través de la semana. Descongelando un corazón frío Aquí están mis motivaciones menores para como alimentar el alta de la verdad por el bien de la alegría significativa—si no la misma alegría del domingo en la mañana—a través del lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, y sábado. Primero, ora por tu corazón. Ora por la predisposición de tu corazón. Ora por los ojos de tu corazón. Ora por el sabor de tu corazón. Eso viene de Salmos 119:36 y Efesios 1:17 y 1 Pedro 2:2-3. Debemos orar por la predisposición, los ojos, y el sabor de nuestro corazón. Muchas personas son fatalistas sobre la condición de sus corazones, como si no hubiera nada por hacer por un corazón desensibilizado. Ellos dicen, “Oh, tengo un corazón desensibilizado. Que será, será. Estoy maldecido con un corazón entumecido.” No, la Biblia presenta un cuadro diferente al de ser fatalista. Presenta una búsqueda agresiva de la ayuda de Dios para la predisposición de tu corazón, para la vista de tu corazón, y para el sabor de tu corazón. No te conformes con nada menos que la intervención de Dios para predisponer tu corazón, iluminar tu corazón, y endulzar tu corazón. Esa es la obra de Dios. ÉL lo hace en oraciones contestadas. Entonces esa es mi primera exhortación menor: ora por tu corazón. Saquea la Biblia  Segundo, usa un régimen de Biblia y saqueo. Ten un régimen de lectura Bíblica cada mañana, pero añade al régimen el saqueo. Los programas son esenciales. Creo que son esenciales, pero esa no es la única manera de manejar la Biblia. La Biblia es una mina de oro. Es una fuente de vida. Es miel dulce. Es una mina donde puedes recoger uvas y satisfacer tu hambre y tu sed. Está simplemente llena de aliento y constancia, pero algunas veces el régimen que tenemos no nos lleva a los lugares donde eso ocurre. En esas mañanas, debemos añadir el saqueo al régimen. En otras palabras, hojea a través de la Biblia. Hojea, hojea, hojea, hojea, hojea. Ve pensando, “Debo hallar una promesa.” Y buscas algo que subrayaste en años anteriores o algo que significaba mucho en el ayer. Debes saquear este libro hasta que encuentres algo dulce y precioso y valioso que puedas hacer rodar por la lengua de tu alma todo el día. Esa es la exhortación numero dos: añade el saqueo a tu régimen. Chupadores de alegría La última es que reemplaces a los silenciadores espirituales con los sustentadores espirituales. Becca, tú te referiste a tus propios silenciadores espirituales. No eres tonta. Tu sabes cuales son. Tú me dijiste cuales son. Dijiste, “Mis medios sin cerebro, como las redes sociales, las películas y la televisión.” Esas son tus palabras, no las mías. Bueno, si sabes dónde está la hiedra venenosa, no camines entre a través de ella. Somos adultos. Reemplaza la hiedra venenosa con flores que huelan bien y enredaderas de uva que cuelguen con uvas dulces. Mencionaré dos soportes que evitan el silenciamiento: Uno, pasa tiempo con gente piadosa. Dos, da generosamente de tu tiempo y esfuerzo a algún tipo de servicio. Sabemos que tendemos a adoptar los entusiasmos de otros, y sabemos que es más bendecido dar que recibir, y la bendición es lo que estamos deseando. Reavivando la alegría  Este es mi resumen.

  • Regocíjate en que la adoración congregacional es única, especial, y gloriosa. No puedes imitarle el lunes, aun si el lunes tuviera su propia manera de ser maravilloso.
  • No estés entre los tres cuartos que permiten que la palabra se queme, se ahogue, o sea arrebatada.
  • Asegúrate de que el alta espiritual del domingo sea un alta de la verdad, no un alta de la música o una alta social.
  • Alimenta las raíces de la verdad orando de manera ferviente por la predisposición, la vista, y el sabor de tu corazón.
  • Y finalmente, añade el saqueo de la Biblia a tu régimen, y reemplaza a los silenciadores con sostenedores.

         

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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