De las cosas que más disfruto hacer, es comer; experimentar nuevos sabores y conocer nuevas recetas. Qué pensarías si sabiendo que disfruto la comida, ves que en mi plato hay comida masticada o expirada. Dirías: ¡Estás loca! ¿Cómo te comerás eso? ¿Por qué te comerás eso, si a ti te gusta la buena comida? Yo podría decirte que es un plato delicioso cocinado por el mejor chef, pero realmente no sería suficiente para convencerte que es una buena comida. Definitivamente no, no querrías ni probarlo y mucho menos creerías que un gran chef daría comida masticada. Teniendo esta imagen en mente, así funciona y se percibe cuando cristianos prefieren la información previamente masticada por otros, en lugar de ellos mismos ir a la Biblia. No me mal entiendas, no digo que los miles de recursos que tenemos no son de ayuda. Todo lo contrario, son recursos que pueden ayudarnos a crecer y profundizar en temas específicos, mas no deben ser nuestra fuente principal para una rigurosa teología y conocimiento de quién es Dios. ¿Por qué?
No puedo hablar de lo que no conozco
Un cristiano podrá compartir las buenas nuevas cuando estas hayan transformado su entendimiento, su alma, su corazón, sus pensamientos, todo en su vida (Ef 4:17-24); esto solo es posible conforme vamos creciendo en el entendimiento de Su verdad. Necesitamos conocer a Cristo para poder vivir imitándolo. Cuando vemos la vida de Jesús en los evangelios, vemos que desde pequeño Él buscaba al Padre y, hasta su último momento sobre la tierra puso toda su esperanza en Él. Eso tenía un reflejo en su vida de oración, en su comunión con los demás, en su proclamación del evangelio. No podremos hablar de un Padre amoroso, de un Dios Soberano, sin haber profundizado y renovado nuestro entendimiento día a día rigiéndonos a la Palabra. Pedro nos dice cómo deberíamos tener hambre por la Palabra, anhelarla como niños que necesitan desesperadamente la leche (1Pe 2:1-3) que es necesaria para el crecimiento espiritual de todo creyente. No hay mejor autor que Dios mismo, no hay nadie quién pueda entenderte mejor que Cristo, no hay nadie que pueda guiarte mejor que el Espíritu Santo. Podemos tener diferentes recursos, pero nuestro plato principal siempre debe ser la Biblia.
Puedo pedir ayuda
Teniendo en mente que necesitamos conocer a Dios, nos lleva a reconocer que no podemos hacerlo por nuestras propias fuerzas. Podrás decirme que te quedas dormida, te aburre, no la entiendes, te intimida, no sabes por dónde empezar y muchas cosas más que solemos poner como excusas y barreras para comenzar, pero la verdad es que no hay otra comida que te alimente mejor (Heb 4:9-10). Recuerdo que comencé haciendo un devocional junto con mi mamá para terminar estudiando la Biblia por mi cuenta. Se volvió un momento en donde nada más importa, nada es más importante que Las Palabras que Él escribió para mí. Pero no siempre ha sido fácil, hay partes que pueden ser difíciles de entender como el libro de Levítico. Hay días en los que olvido que es mi fuente principal de alimento y necesito de una hermana en Cristo que me ayude a poder reencausar mis prioridades. Vivir siendo iglesia afecta hasta en nuestro entendimiento de la Palabra de Dios. Estudiar junto con más hermanas en Cristo y buscar cada día que Su palabra sea nuestra guía, afectará cómo vivimos.
Delante de la Cruz, la tierra es plana
Algo que debemos recordar es que durante nuestro caminar cristiano tendremos la bendición de conocer hermanos y hermanas que Dios les ha brindado diferentes dones de enseñanza y predicación. Sin embargo, ellos no dejan de ser cristianos en la lucha contra su pecado y este mundo. Leer constantemente la Biblia nos ayuda a recordar que nadie ha sido perfecto aparte de Cristo. ¿Podemos aprender de otros? Claro que sí. Pero jamás deberíamos poner a humanos falibles y dependientes por encima del Creador del Universo y nuestro Padre. Los libros son un buen medio más no deberían de ser nuestro objetivo durante nuestro estudio día a día. Necesitamos de la Palabra para vivir honrándolo y dándole gloria al Padre, agradeciéndole por los medios de gracia que Él nos da sin enfocarnos más en esos medios que en quién nos da los medios de gracia.
Hay esperanza
Por último, quisiera decirte que no estás sola. En nuestras fuerzas definitivamente no podremos tener una vida dedicada al Señor, mucho menos buscarlo a Él. Ni si quiera eso depende de nosotras, todo ha sido por gracia de Dios y esa es la esperanza que tenemos. Por eso leer Su Palabra como parte de nuestras disciplinas espirituales es importante, no es parte de un check list o algo más que debemos hacer, sino que es responder al hambre de nuestra alma. La Biblia nos da la esperanza de conocer a nuestro Padre, de saber que su voluntad ya fue revelada en Su palabra: hemos sido rescatados y ahora somos Su pueblo, parte de Su familia. Solo en Él encontraremos plenitud y gozo, por lo tanto, vivimos para darle gloria a Él. La esperanza revelada en la Palabra nos apunta a Cristo y no hay mejor esperanza que Él mismo. Así que, comienza orando. Pídele al Señor que puedas ver Su palabra como ese platillo exquisito que fue cocinado por el mejor chef, y lo debes comer poco a poco. Oremos que Dios nos ayude a disponer nuestros corazones a tener hambre de la Palabra y vivir regidas por ella hasta que Él regrese.