Durante el último año, más o menos, he estado cultivando un árbol de aguacate en el balcón de mi ventana. Creo que es mi tercer o cuarto intento, porque cada vez que lo intenté en el pasado me olvidé de ello y dejé que la planta muriera. Literalmente, todo lo que tenía que hacer era mantener el agua a tope, ¡pero eso es todo un reto para mí! De todos modos, el proceso de ver esta semilla agrietarse, echar raíces y brotar ha sido una ilustración útil cuando pienso en ayudar a otros a crecer en justicia y amor por el Señor. Hay muchas cosas que se pueden desmenuzar aquí. Esencialmente, quiero ayudarnos a pensar en lo que necesitamos tener en cuenta y recordar mientras discipulamos a otros. Es importante comenzar por entender la definición bíblica de «justicia», así como examinar nuestro propio caminar con Dios, antes de buscar discipular y ayudar a otros a crecer en justicia. La palabra «justo» aparece al menos 550 veces en la Biblia. Sin embargo, debemos distinguir las dos formas diferentes en que la Biblia habla de la justicia o nos confundiremos. Entendiendo la «justicia» La palabra justicia se usa generalmente de dos maneras en la Biblia:
- La justicia que Cristo nos da.
2 Corintios 5:21 dice claramente que «al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él». Esta es la justicia de Dios que se nos imputa, un regalo increíble, a través de la muerte y resurrección de Jesús. Esta justicia nos es dada a través de la justificación, el trato hecho en la cruz. Cuando los pecadores son justificados, somos declarados justos por medio de Jesús. (Otros versículos relacionados: 1 Cor. 1:30; Rom. 1:17; Fil. 3:9)
- La justicia a la que Dios nos llama.
Una vez que hemos sido «declarados justos por medio de Jesús», estamos llamados a crecer en justicia, como dice Jesús en el sermón del monte: «tener hambre y sed de justicia» (Mateo 5:6). El término bíblico para esta justicia es «santificación», el resultado de nuestra salvación. Sin embargo, debemos entender el orden correcto: esto sólo viene después de que seamos salvos. Si somos verdaderamente salvos (declarados justos) tendremos un profundo deseo de buscar la justicia. (Otros versículos relacionados: 1 Ped. 2:24; Rom. 8:4; 1 Cor. 15:34) Es imposible crecer en justicia (santificación) si primero no hemos sido declarados justos por medio de Cristo (justificación). Como dice 1 Juan 4:19: «Nosotros amamos [solo] porque Él nos amó primero». Solo podemos crecer en el amor a Dios y a los demás si primero conocemos el amor de Dios por nosotros derramado a través de Jesús. Creciendo en Justicia Crecer en la justicia y en el amor por el Señor es, en última instancia, una obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. Por eso es imposible, si no somos salvos, que amemos y crezcamos verdaderamente en la justicia. Así como sería imposible para mí cultivar un árbol de aguacate sin una semilla de aguacate, agua o luz solar adecuada. Sin embargo, también puede parecer, por un tiempo, que nosotros (u otros) estamos creciendo. El tallo empieza a brotar y las hojas aparecen. Pero volviendo a mi arbolito, ¿cómo sabré que se trata de un aguacate? ¡Cuando salgan los frutos! Lo mismo ocurre con el cristiano genuino: la prueba de serlo está en el fruto. ¿Estamos creciendo en los frutos genuinos del Espíritu? ¿Amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y autocontrol (en áreas en las que es imposible que crezcamos sin el Espíritu Santo)? o ¿solo estamos creciendo en buenas obras, lenguaje cristiano, conocimiento bíblico y legalismo? Solamente podemos crecer en justicia al ser declarados justos. Tal vez estás leyendo esto y pensando: Bueno, ¿cómo sé si realmente he sido «declarado justo»? ¿Cómo sé si soy salvo? O tal vez estás involucrado en el discipulado de un nuevo creyente y piensas: ¿Cómo podemos saber si su fruto es un resultado genuino de la obra del Espíritu en lugar de brotar de una religión vacía? Aquí hay una simple señal que debemos buscar en nuestras vidas y en las vidas de aquellos que estamos discipulando: el quebrantamiento. Esto es lo que quiero decir. A las pocas semanas de cultivar mi árbol, algo sucedió. Se rompió por la mitad. Estaba bastante convencido de que estaba muerto, pero al observarlo durante las siguientes semanas, me di cuenta de que era necesario que esto sucediera para que las raíces empezaran a crecer y el tallo comenzara a brotar. La semilla tenía que romperse. Cuando miramos la Biblia, vemos exactamente el mismo patrón. Antes de recibir el evangelio, debemos ser quebrantados por nuestro pecado. Necesitamos tener convicción por el Espíritu Santo de que somos pecadores ante un Dios Santo. La única manera de venir a Jesús es de rodillas, quebrantados por el pecado, en arrepentimiento y fe. Si hoy te sientes quebrantado, si te sientes débil, falto de justicia y de amor al Señor, pero quieres cambiar y crecer, anímate y corre a Jesús. Es allí donde Jesús te encuentra. Es allí donde creces, y es allí donde puedes ser usado grandemente como testigo para otros. Permítanme terminar con esta cita: «La marca de un verdadero cristiano no es que se sienta justo, sino que anhela ser más justo de lo que es» (Colin Smith, Momentum). Este artículo se publicó originalmente en inglés en https://20schemesequip.com/discipleship-lessons-avocado-tree/