¿Las mascotas van al cielo?

Foto: Every Dog

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PRESENTADOR:

Durante una aparición pública, el Papa Francisco consoló a un niño cuyo perro acababa de morir, diciéndole: “Un día, volveremos a ver a nuestros animales en la eternidad. El paraíso está abierto a todas las criaturas de Dios”. En 1990, el Papa Juan Pablo II dijo que los animales tienen alma, pero luego el Papa Benedicto dio un sermón en el 2008 que parecía decir lo contrario. Así que vamos a aclarar esta perplejidad papal, pastor John. ¿Qué dice usted? ¿Las mascotas van al cielo?

JOHN PIPER:

Antes que nada, permíteme decir algo sobre las palabras de los papas. Todas son parcialmente ambiguas. “El paraíso está abierto a todas las criaturas de Dios”. ¿Quiere decir que todas las criaturas estarán allí? Lo dudo, porque el diablo no estará allí. Él es una criatura. Así que decir eso no es correcto.

“Abierto a todas las criaturas de Dios”. ¿Qué significa eso? Parece que lo aclaró cuando dijo: “volveremos a ver a nuestros animales en la eternidad”. No estoy seguro de lo que quiere decir. Dejó cierta ambigüedad.

Luego el Papa Juan Pablo II dijo que los animales tienen alma. Me parece que eso es ambiguo porque el Papa conoce el idioma hebreo. La palabra que normalmente se traduce como “alma” del hebreo es nephesh. Esa palabra también se traduce como “ser vivo”. Así que cualquier ser con aliento y sangre en el Antiguo Testamento es un “ser vivo” y se distingue de las plantas porque tiene vida. El Antiguo Testamento no hace referencia a las plantas como seres que tienen vida porque no tienen aliento. No tienen sangre. Las cosas que respiran y que tienen sangre tienen nephesh, que usualmente se traduce como “alma”.

El Antiguo Testamento no se refiere al alma como nosotros solemos referirnos al ser humano, que tiene un alma a imagen de Dios. Así que, francamente, no estoy seguro de lo que querían decir los papas. Sus palabras me parecen confusas, y será mejor que digamos lo que dice la Biblia, así que comentaré algunas cosas al respecto.

El ser humano es único

Cuando Dios creó el mundo, la creación del hombre se distinguió de la de los animales en el sexto día. Dios nos creó a Su imagen y semejanza (Génesis 1:26-27). Por tanto, el alma del hombre es diferente de la vida —del correr de la sangre y la respiración— que se encuentran en los animales.

El hombre es único y está destinado a tener un destino único. Cuando el Hijo de Dios entró en la historia, lo hizo como un ser humano, no como un animal. Y salvó seres humanos. Y conforma a los seres humanos a Su propia naturaleza como Dios-hombre, no como Dios-animal.

Por la creación y la redención —las palabras de Génesis en el principio y las palabras de la encarnación—- Dios confiere al hombre la posición única como creado a Su imagen y redimido en la misma familia de Dios, haciendo de Cristo el hermano mayor de esta única raza de seres llamada humanos.

Las bestias perecen

Realmente quiero enfatizar la distinción absoluta entre humanos y animales como lo hace la Biblia. Los animales son diferentes a nosotros y en la Biblia se considera que no tienen capacidades únicas que les permitan tener una relación personal con Dios. No pueden tenerla como la tenemos nosotros.

Puedes escuchar esto en Salmo 32:9: “No seas como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento; cuyos arreos incluyen brida y freno para sujetarlos”. En otras palabras, cuando el salmista quiere ilustrar la pérdida de una capacidad de razonamiento distintiva del ser humano, utiliza a los animales como ilustración. Ellos no tienen esa capacidad.

Los animales se diferencian del ser humano en que simplemente perecen. No se habla de que estén en el lugar de los muertos —en el Seol, como los humanos— y que tengan algún futuro. En la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, siempre se presenta la verdad de que el ser humano no solo perece, sino que tiene un futuro más allá de la vida aquí. Pero las bestias simplemente perecen (Salmo 49:12).

Alimento para nuestros estómagos

Los animales, todos ellos, son vistos en relación con el hombre como alimento. Esto es asombroso. Acabo de leerlo en mis devocionales. Por eso he pensado en ello. Es una prueba crucial del lugar diferente que ocupan los animales en la creación de Dios.

En Génesis 9, esto es lo que Dios le dice a Noé después del diluvio: “El temor y el terror de ustedes estarán sobre todos los animales de la tierra, sobre todas las aves del cielo, en todo lo que se arrastra sobre el suelo, y en todos los peces del mar. En su mano son todos entregados. Todo lo que se mueve y tiene vida les será para alimento” (Génesis 9:2-3).

“Todo lo que se mueve y tiene vida les será para alimento”. ¿Se puede decir más claro? Los seres humanos y los animales pertenecen a dos categorías absolutamente distintas. Uno es imagen de Dios, y el otro es comido por seres que son imagen de Dios. Y dice: “Todo lo doy a ustedes como les di la hierba verde [para comer]” (Génesis 9:3). En la mente de Dios, existe el ser humano y, luego, todo lo demás que vive. Existe el ser humano y, luego, existe el alimento para el ser humano. Es difícil ponerse sentimental al respecto. Es una distinción cualitativa absoluta entre los seres humanos y los animales.

Por tanto, si hay alguna posibilidad de que los animales estén en la eternidad en los nuevos cielos y la nueva tierra, no se basa en que sean como nosotros, que tengan alma, que sean lindos o adorables, o estén en la misma categoría que nosotros. El ser humano es único, es la imagen de Dios, es el enfoque de la salvación a través del Dios-hombre, Jesucristo.

Animales en el cielo

La probabilidad de que haya animales en la era venidera —y creo que es una probabilidad— se basa en Isaías 11 e Isaías 65. Mientras leo estos versículos, cuenta cuántos animales se mencionan:

El lobo morará con el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito. El becerro, el leoncillo y el animal doméstico andarán juntos, y un niño los conducirá. La vaca con la osa pastará, sus crías se echarán juntas, y el león, como el buey, comerá paja. El niño de pecho jugará junto a la cueva de la cobra, y el niño destetado extenderá su mano sobre la guarida de la víbora. No dañarán ni destruirán en todo Mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor como las aguas cubren el mar (Isaías 11:6-9).

“El lobo y el cordero pastarán juntos, y el león, como el buey, comerá paja, y para la serpiente el polvo será su alimento. No harán mal ni dañarán en todo Mi santo monte”, dice el Señor (Isaías 65:25).

Conté diez animales específicos nombrados en estos versículos que describen la era venidera. Ahora bien, se podría tomar todo eso como imágenes simbólicas de la paz, pero me parece una forma muy extraña de hablar si no hace referencia a algo literal. Me parece raro decir: “No habrá animales, pero usemos los animales para ilustrar la paz humana”. A mí me parece que realmente estarán allí.

La razón por la que me tomo esos textos tan en serio es que, cuando hago un par de preguntas, obtengo una respuesta determinada. Esta es una de las preguntas: ¿creó Dios un grupo de seres —un grupo entero, como los animales— solo para destruirlos al final? “Tengamos animales para la historia, pero no animales para la eternidad”. Lo dudo.

Esta es otra pregunta: ¿creó Él una asombrosa diversidad en el reino animal solo para simplificarlo todo deshaciéndose de esa diversidad en la era venidera, de modo que en la historia tenemos una asombrosa adoración a Dios por la diversidad en la creación, pero no la tendremos en la era venidera porque todo eso desaparecerá? Lo dudo.

Por tanto, me parece, basado en estos dos pasajes bíblicos y en estos dos principios, que habrá animales en el siglo venidero.

Mascotas en el cielo

Ahora, para finalizar, quisiera decir que creo que la resurrección de entre los muertos de mascotas específicas es pura especulación.

El único punto bíblico que podría hacerte pensar así sería que Dios quiere que seas plenamente feliz con Él. Si la presencia de esa mascota es esencial para que conozcas y ames a Dios de esa manera, sospecho que estará allí. Eso sería lo que le diría a un niño de 4 años.

En cambio, a la persona de 15 años, o a la de 35, o a la señora de 85 que acaba de perder a su gato, le diría que es espiritualmente peligroso cultivar amor por un animal que ocupa un lugar tan prominente en tu corazón que crees necesitarlo por la eternidad.


Episodio original en inglés: https://www.desiringgod.org/interviews/do-pets-go-to-heaven

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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